Justo cuando la noche caía de pronto desde el cielo en Turín, Cristiano Ronaldo detuvo el tiempo y con una mezcla de acrobacia exquisita y fulminante poderío, iluminó el universo del futbol, con un fantástico gol que no podrá ser devorado por el olvido.
Quienes se limitan a reconocer en Ronaldo únicamente su exuberancia atlética y el ego monumental que lo sostiene en la cima, tendrán que replantar sus criterios ahora, tras esa combinación perfecta de belleza, genialidad y sincronía que asombró al mundo.
Cristiano ya había demostrado que la Champions es su hábitat, cuando a los tres minutos puso adelante 1-0 al Madrid sobre la Juventus, con un gol de notable manufactura, para extender a diez su hilera de partidos con al menos un tanto y elevaba a 119 el total de sus producciones.
Sin embargo, su mejor disparo se lo había reservado para el minuto 63, con una maniobra de fina maestría, cuando una confusión entre el zaguero Giorgio Chiellini y el portero Gianluigi Buffon, hizo que Ronaldo se abalanzara sobre el balón.
Cristiano se lo pasó a Lucas Vázquez, quien lanzó un flechazo venenoso que Buffon paró con valentía. Pero el balón cayó suavemente para Dani Carvajal en el costado derecho. Y desde ahí, el defensor merengue habilitó a Ronaldo para el gol memorable.
La pelota parecía atravesar el área a una notable altura, pero Cristiano se elevó y de espaldas al arco, interceptó su vuelo y ensayó una chilena que resultó una joya. Una obra de arte, de esas que ejecutan los genios para proclamar la grandeza y establecer diferencia.
Buffon se limitó a observar, aunque probablemente sintió una puñalada, de esas que entran en silencio y encuentran la carne desprevenida. Pero el planeta futbol estaba atento para celebrar un gol que proyectó resplandores de eternidad.
Cristiano quizá no tenga el tobillo eléctrico y la cintura de hule como Lionel Messi, pero dispone del fuego, la fuerza y la precisión artística para llevar el futbol a otra dimensión, como lo hizo este martes en Turín, donde incluso fue aplaudido por la afición local.
Zinedine Zidane se llevó las manos a la cabeza en una muestra clara de asombro por la maniobra de Cristiano y esto que él hizo algunos de los goles más memorables de la historia, pero Ronaldo ayer superó las expectativas, incluso las de él mismo, a pesar de sus altos estándares.
Qué privilegio más grande hemos tenido ahora al apreciar la grandeza de Messi, un jugador genial, intuitivo, regateador y fino conduciendo el balón, lo mismo que a Cristiano y sus arrancadas incontenibles con un poderío devastador y un instinto salvaje. Son asombrosos.