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¡Siempre a la vanguardia!

El domingo, nuestros hermanos costarricenses acudieron a las urnas para elegir en segunda vuelta a su nuevo presidente. Y aunque algunos politólogos nos aseguraban que el pueblo tico había perdido confianza en su institucionalidad y que la democracia en ese país estaba agotada, esto no se vio el domingo por la noche. Tampoco se cumplieron los pronósticos de los encuestadores de que la votación sería reñida.

Para muestras algunos botones. Hace poco más de un mes, y seguramente motivado por el cinismo que estaba de moda en su país, el expresidente y premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, escribió un extraordinario artículo de opinión en La Nación recordándoles a sus compatriotas de sus importantísimos logros socioeconómicos, institucionales y democráticos durante el último medio siglo de ininterrumpida democracia. Y exhortó a sus compatriotas no caer en el negativismo y de votar sus conciencias el primero de abril.

La misma noche de la votación, Luis Antonio Sobrado, el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones, anunció los sorprendentes resultados. En una votación con una participación más alta de lo previsto, Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana, triunfó con más de 60 por ciento de los votos derrotando así a Fabricio Alvarado, un candidato evangélico por un amplio margen. Al mismo tiempo, Sobrado instó al triunfador ganar “con humildad” y sin embriagarse por su victoria e hizo un llamado a que el perdedor aceptase su derrota con respeto e hidalguía. Y así pasó. El Alvarado ganador reconoció que su obligación era unir a la república y el Alvarado perdedor felicitó al ganador por su victoria y generosamente se comprometió a ayudar al nuevo gobierno “hacer caminar las cosas que estaban estancadas” refiriéndose, entre otras cosas, a los elevados déficits fiscales.

Es interesante notar que en Costa Rica votaron aproximadamente 30,000 ticos que viven en el exterior, incluyendo en Nicaragua. Como toda una democracia madura, Costa Rica facilita este voto a través de su red de embajadas y consulados alrededor del mundo.

A pesar de que en Costa Rica hay una enorme población nicaragüense —la mayoría de ellos, por cierto, legalizados y hasta ciudadanos que votaron el domingo— su permanencia en esa hermana república no fue un tema electoral a como seguramente querían algunos políticos xenofóbicos. El tema de fondo fue más elemental: los derechos de los gais. Y juzgando por los resultados de los comicios, la mayoría de los costarricenses optaron por la modernidad y la igualdad de trato a todos. Sin duda muchos de los votantes fueron motivados por las palabras del papa Francisco quien en los primeros días de su papado respondió, “quien soy yo para juzgar”, cuando en un avión un periodista le preguntó qué postura tomaría para con los gais.

Con su actuar el domingo, Costa Rica confirmó que sigue siendo la “Suiza” no solo de Centroamérica sino de todo nuestro subcontinente. Enfrenta, es cierto, serios problemas socioeconómicos y hasta institucionales. ¿Qué país no los tiene? Pero el pueblo costarricense tiene una tradición de enfrentar sus dificultades pacíficamente y dentro de un marco democrático. Y este es un activo poderoso que demuestra su madurez como sociedad y confirma que en América Latina ¡siempre está a la vanguardia! y un ejemplo a seguir.

El autor es excanciller de la República.

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