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La rebelión del 4 de abril

El 3 de abril de 1950, el dictador Anastasio Somoza García suscribió en Managua un acuerdo político con el caudillo del Partido Conservador de Nicaragua, Emiliano Chamorro, que la opinión pública denominó “Pacto de los Generales”.

En el convenio se destacaba el compromiso de la “no reelección”, pero Somoza García lo violó tajantemente y por consecuencia se dieron las bases para que ocurriera la “rebelión de abril de 1954”. Esta fue apoyada y financiada por un sector de Partido Conservador de Nicaragua y contó con la participación de varios exoficiales de la Guarda Nacional, y de prominentes figuras de la oposición, entre los que destacaban los doctores Enrique Lacayo Farfán y Francisco (Paco) Ibarra Mayorga, quienes fueron elementos claves en la formación de este movimiento.

La “rebelión de abril” pudo haber alcanzado el objetivo de derrocar a la dictadura somocista, pero un traidor se infiltró en el movimiento y el complot fue aplastado por el régimen somocista con un baño de sangre. Se conoce que el mismo hijo del dictador, “Tachito”, con una bayoneta le cortó la lengua a Pablo Leal Rodríguez y a Jorge Rivas Montes se le paraba sobre el pecho, le propinaba puntapiés y le halaba sus partes nobles con un mecate. Al aguerrido chontaleño Adolfo Báez Bone le aplicó una muerte feroz, pero la indefensa víctima armada de coraje le escupió la cara. Somoza Debayle tuvo que ser llevado a una clínica de los Estados Unidos para curarlo del trauma sicológico que le causaron las valientes advertencias que le hiciera Báez Bone, en los momentos culminantes del calvario que le tocó sufrir en los tenebrosos sótanos de Casa Presidencial, donde los prisioneros políticos de abril de 1954 fueron sometidos a brutales tormentos y después asesinados, llenando de dolor y luto a muchas familias nicaragüenses que lloraron la pérdida de sus amados seres.

Los complotistas de abril salieron de Quinta California, sobre la Carretera Sur que conduce de Managua a Montelimar. El objetivo era tomar posiciones estratégicas que hicieran factible el secuestro y posteriormente la ejecución del dictador Somoza García, cuando se desplazara a su aristocrática mansión para resolver una querella de familia. Pero el viaje a Montelimar se suspendió porque a Somoza García le avisaron vía telefónica, desde el antiguo Aeropuerto Internacional de Las Mercedes, que fuera a recibir un lote de caballos de raza que le remitía de obsequio su colega dictador de Argentina, Juan Domingo Perón.

En la rebelión de abril cayeron inmolados en el altar de la patria: Ernesto Peralta, Juan Ruiz Traña, Pedro José Reyes, Rafael Praslin, Carlos Ulises Gómez, Pablo Leal Rodríguez, Antonio Velásquez, Francisco Granillo, los hermanos Adolfo y Luis Felipe Báez Bone, Humberto Ruiz, Edgard Gutiérrez, Amado Soler, Manrique Umaña, José María Tercero Lacayo, Optaciano Morazán, Francisco Madrigal, Luis Felipe Gabuardi, Guillermo Gutiérrez, Agustín Alfaro, Francisco Caldera, Edgard Gutiérrez, Juan Martínez Reyes y Miguel Ramírez.

A 64 años, que justamente se cumplen hoy, de la gesta heroica y libertaria del 4 de abril de 1954, los mártires de aquella histórica rebelión siguen siendo referencia en la lucha por construir una nueva Nicaragua, en la que se acaben las desigualdades, odios y rencores, y en la que nazca la justicia sin banderas partidarias para beneficio de todos los ciudadanos.

El autor es periodista de Somoto.

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