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Secuestro de la libertad

Los tres miembros de un equipo periodístico del diario El Comercio, de Ecuador, fueron secuestrados el 23 de marzo pasado en una conflictiva zona fronteriza de ese país con Colombia, donde cumplían una misión informativa.

El redactor Javier Ortega Reyes, el fotógrafo y camarógrafo Paúl Rivas Bravo y el chofer Efraín Segarra, fueron atacados y secuestrados en la población de Mataje, provincia ecuatoriana de Esmeralda, por disidentes armados de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

En un video divulgado en Colombia, uno de los rehenes dijo que los secuestradores quieren intercambiarlos con tres miembros del grupo colombiano armado que están presos en Ecuador; y exigen la anulación de un convenio que Ecuador tiene con Colombia para acabar con el terrorismo.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a la que pertenece el diario El Comercio lo mismo que LA PRENSA de Nicaragua, ha condenado el secuestro de los tres miembros del equipo periodístico ecuatoriano y exige su inmediata liberación. El presidente de la SIP, el periodista peruano Gustavo Mohme quien es director del diario La República de Perú, expresó que “más que el secuestro de tres trabajadores de prensa lo que se ha secuestrado en el Ecuador es la libertad de prensa y el derecho del público a estar informado”.

En realidad, el secuestro de toda persona, cualquiera que sea su profesión, oficio, condición social, afiliación política o creencia, es un acto criminal abominable, un ultraje extremo a la dignidad del ser humano. Sin embargo, cuando los secuestrados son miembros de organismos humanitarios que prestan auxilio en zonas de conflicto, o periodistas, el hecho criminal tiene una mayor significación.

Al respecto el diario La Nación, de Argentina, dijo en uno de sus editoriales de ayer, miércoles 4 de abril, que “el periodismo es un ejercicio que aboga por las libertades individuales, el respeto de los derechos humanos, la defensa del bienestar común y la democracia. Su misión histórica ha sido y seguirá siendo la de proveer información veraz y oportuna. Por lo mismo, no se puede servir de él como sujeto de intermediación para la reivindicación de causas de ninguna especie que, de antemano, vienen cobijadas con el manto trágico e inhumano de la privación de la libertad”.

Es obvio que el valor de esos principios fundamentales de la prensa libre y el periodismo independiente, no es reconocido por terroristas, criminales comunes de cualquier tipo y gobernantes autoritarios. Estos más bien dictan leyes de censura, controlan la información y reprimen a los periodistas independientes, inclusive de manera criminal, con asesinatos y secuestros, con el fin de impedir que salgan a luz la corrupción y que se denuncien los abusos del poder.

La prensa de Ecuador está saliendo de una etapa muy difícil, de censura y la persecución gubernamental del expresidente autoritario de izquierda, Rafael Correa, amigote de Daniel Ortega. Ahora, con el secuestro del equipo periodístico del diario El Comercio, la prensa ecuatoriana enfrenta una grave situación que debe ser atendida por el nuevo Gobierno de Ecuador de manera inteligente, con la responsabilidad primordial de preservar la vida de las personas secuestradas.

Editorial Ecuador El Comercio periodistas archivo
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