Oficialmente dio inicio la campaña electoral en México y las encuestas dan una cómoda ventaja de entre 10 y hasta 20 puntos a Andrés Manuel López Obrador (AMLO) respecto de su contrincante más cercano. Si bien es cierto restan tres meses de campaña, el posicionamiento de AMLO preocupa a algunos, pero sorprende a menos y nos guste o no, el resultado de esta elección afectará a Nicaragua.
México es un país de contrastes, a pesar de ser una de las economías más grandes del mundo (decimoquinta) y ser uno de los principales destinos turísticos (octavo), poco más de 4 de cada 10 mexicanos vive por debajo de la línea de pobreza, la inseguridad asociada al crimen organizado y la corrupción son posiblemente los principales retos que enfrenta el país. Pero estos problemas han estado presentes en la vida democrática del país y a pesar de la alternancia política entre el PRI y el PAN es poco lo que se ha hecho para atenderlos, esta situación aunada a década y media de campaña electoral permanente de AMLO, han centrado las expectativas de cambio en él.
La popularidad de AMLO no es un tema de masas, hace un par de meses la encuesta del diario Reforma reveló que la brecha entre AMLO y sus contrincantes se amplía cuando los encuestados tienen estudios universitarios, prácticamente uno de cada dos profesionales en México votarán por él. En 2012, durante una visita a mi universidad tuve la oportunidad de escucharle hablar y no puedo describirlo como una persona brillante o que cuente con un discurso muy elaborado, pero siempre me ha inquietado la admiración que sienten por él, personas a quienes respeto intelectualmente.
También he conocido amigos personales de AMLO, quienes le describen como obstinado, trabajador incansable, honesto y congruente. Aunque no puedo dar fe de ello, llama la atención que pese a su larga trayectoria no ha salido a la luz pública un caso de corrupción que le vincule directamente aunque fue jefe de Gobierno de la Ciudad de México y casos de corrupción de sus funcionarios (caso Bejarano), han sido perseguidos por la justicia.
México es uno de los principales países con inversión extranjera directa en Nicaragua y si bien la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo prácticamente no tiene presencia en el país, sí la tiene en temas de seguridad y migración en el triángulo norte de Centroamérica. Actualmente su cooperación se limita a proyectos concretos como programas de becarios para estudios de posgrado en México (unos 40 nicaragüenses, principalmente médicos).
Ortega no tiene interés en las relaciones con México, hace una década nombró como embajador al matagalpino Horacio Brenes y tras su muerte en 2011 le sucedió su esposa en el cargo. Las relaciones entre ambos países entraron en crisis en 2016, para no perder la costumbre, la policía golpeó a un ciudadano mexicano y poco tiempo después apresaron y expulsaron del país a otros jóvenes ambientalistas. La reacción de México fue emitir una alerta de viaje a Nicaragua, en un hecho sin precedentes citaron a la embajadora a la Secretaría de Relaciones Exteriores y en agosto de ese año, México alzó su voz de preocupación en la OEA por la arbitraria destitución de los diputados de oposición.
México es sumamente influyente en el plano internacional y particularmente en el plano regional, tenerlo como aliado, más que importante, es estratégico. Con independencia de los resultados en las elecciones, una cosa debe quedar clara, para México es prioritaria la relación con Estados Unidos y no la pondrá en riesgo por estrechar las relaciones con el régimen de Ortega, por lo tanto, la mera inercia en la política exterior mexicana no apuntala a la mejora entre las relaciones de ambos países.
El autor es maestro en Derechos Humanos