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Costa Rica, elecciones

Las enseñanzas de Costa Rica

Entre muchos otros factores, en el éxito del proceso electoral de Costa Rica es clave la existencia de una segunda vuelta electoral

Creo que muchos nicaragüenses hemos seguido con fascinación y entusiasmo el recién terminado proceso electoral de Costa Rica. Y es que estas elecciones presidenciales en nuestro vecino del sur nos dejan muchas lecciones no solo para Nicaragua, sino para varios países de Centroamérica también.

Ante todo creo que se impuso la tradición democrática costarricense, donde más del 67 por ciento del padrón electoral asistió a votar en unas elecciones altamente polarizadas. Y las instituciones democráticas estuvieron a la altura, dando como resultado un proceso donde:

1. Nadie cuestionó el resultado de las elecciones
2. Se conoció rápidamente al ganador
3. Inmediatamente el perdedor reconoció su derrota y el ganador llamó a la unidad nacional

Todo en un ambiente de fiesta, con alta participación ciudadana y pluralidad de opciones políticas dónde escoger. Me llamó poderosamente la atención incluso un mensaje de un delegado de la OEA que dijo: “A Costa Rica venimos a aprender, no a denunciar”.

¿Dónde radica la diferencia entre este proceso electoral y los sostenidos en Honduras, el año pasado, y en Nicaragua, un año antes, que fueron experiencias diametralmente opuestas?

Entre muchos otros factores, en el éxito del proceso electoral de Costa Rica es clave la existencia de una segunda vuelta electoral. Luego de lo desgastante y fraccionado de los resultados de la primera vuelta, donde Carlos Alvarado, el ahora presidente electo de Costa Rica sacó apenas el 21 por ciento de los votos, aun debajo de Fabricio Alvarado, que con el 24 por ciento de los votos fue el candidato más votado. En la segunda vuelta Carlos Alvarado remontó y ganó con un sólido 60 por ciento de los votos. La segunda vuelta permitió limpiar de la contienda a aquellos candidatos (y sus mensajes) que no lograron entusiasmar suficientemente a los costarricenses para enfocarse luego en las dos fuerzas más importantes. La segunda vuelta contribuyó decididamente a despejar las dudas que pudiese existir del primer ejercicio electoral, permitiendo a los votantes de los candidatos no electos a expresar sus preferencias y con ello se alcanzó un ejercicio democrático más sólido y respetado por todos los participantes. Así funciona la democracia y funcionó a la perfección. La inclusión, y no la exclusión de los votantes representados en la participación de diferentes partidos políticos, fue la clave para el respeto a los resultados.

Hoy Costa Rica sale de un proceso electoral fortalecida en la seguridad que el ganador fue el que el pueblo quería luego de una contienda dura. Poniendo de lado las preferencias por uno u otro partido, el pueblo y las instituciones de Costa Rica dieron una demostración de democracia y madurez política que bien debemos entender y aprender en Centroamérica. Pues en un ejercicio democrático no se trata solamente de ganar una elección, sino de cómo se gana esa elección. La legitimidad del gobernante elegido resulta de la aceptación del pueblo de su gobierno y eso pasa porque los que no lo apoyaron en su elección lo reconozcan como el verdadero ganador de la contienda. Ese proceso de “sanación de las heridas electorales” o de madurez del pueblo gobernado es la piedra angular de la democracia. Es la base en que todo sistema democrático se sostiene, es el Gobierno de las mayorías, pero aceptado por todos. El éxito de la democracia no está en el consenso, sino en el debate libre de ideas. La democracia no es solo ir a elecciones cada cierto tiempo, sino lo que pasa en esas elecciones y cómo convivimos entre elecciones. Al nuevo Gobierno de Costa Rica le tocará hacer muchas alianzas para poder gobernar, en la asamblea solo tienen 10 diputados de 57, no podrán gobernar solos, no habrá poder absoluto. Así lo quiso el pueblo de Costa Rica, así funciona la democracia y aunque para algunos la democracia no es el sistema político más eficiente, es definitivamente mejor que las alternativas.

Por último, comparemos con lo ocurrido en Honduras el año pasado o en Nicaragua el año anterior, una elección marcada por la violencia y las acusaciones de fraude y la otra por el desencanto y la falta de participación política y ciudadana. En Honduras con amplios disturbios políticos y en Nicaragua con poca aceptación y credibilidad del resultado electoral. No solo se trata de ganar, sino de cómo se gana, por esto es clave la importancia de las instituciones democráticas, sus candados, sus filtros, sus instituciones y sus mecanismos de operación. Temas como la segunda vuelta, el mínimo de votos para acceder a la Presidencia, el voto de los ciudadanos en el exterior, la libre inscripción de candidatos sin partidos tradicionales, así como la madurez e independencia del Consejo Supremo Electoral son factores clave para promover la confianza, la participación ciudadana y el interés en cualquier proceso electoral.

Luego de este gran ejemplo de Costa Rica la única pregunta que me hago es: ¿cuándo comenzamos a hacer los cambios que necesitamos en Nicaragua?

El autor es expresidente de Amcham.

Columna del día Costa Rica elecciones archivo

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