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Los valores de la Resurrección

La paz es el saludo del Resucitado. Jesús saluda sus discípulos deseándoles: “La paz esté con ustedes” (Jn. 20, 20.21.26). Inmediatamente les da su Espíritu y les dice que sean “comunidad de perdón”: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados, les serán perdonados” (Jn. 20, 22-23) y termina luego diciéndoles: “Bienaventurados los que crean sin haber visto” (Jn. 20, 27).

Los cristianos necesitamos reflexionar en este mensaje de Jesús resucitado: “Paz, paz, paz”. No podemos estar gritando que somos cristianos y, a la vez, ser sembradores de divisiones, rencores y resentimientos. No podemos tener en la boca el nombre de Dios y, a la vez, pretender hundir a los que no piensan como nosotros o no son de nuestro partido, color o religión. Quien cree en Jesús resucitado, es gente de paz y de reconciliación; no de guerrilla, pacífica; no divide, une; no aísla, construye comunión.

Quien cree que Jesús ha resucitado, es gente de paz, fomenta la unidad y sabe que solo dando la mano al otro es como se hace fuerza. ¡Paz, paz, paz! Paz luminosa. Una vida de armonía sobre una tierra dichosa. Paz sin fin, paz verdadera. Paz que al alba se levante y a la noche no se muera.

La fe en Jesús resucitado nos lleva a creer en el Dios de la paz (Is. 26, 12; Jn. 20, 20) y ser constructores de paz. Quien cree que Jesús ha resucitado, respeta al otro, precisamente como otro y perdona siempre al otro. Quien no sabe respetar, sigue creando Viernes Santos crucificando a los demás porque no entiende de misericordia.

Quien cree en Jesús resucitado, brinda siempre el perdón y es misionero del perdón; construye comunión y misericordia y erradica toda clase de odios y rencores. Como decía la Madre Teresa de Calcuta: “El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”.

Es con la fuerza del Espíritu que seremos verdaderos mensajeros del perdón; por eso, les dice a sus discípulos: “Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les serán perdonados…” (Jn. 20, 22-23).

La Iglesia que no sabe perdonar es una Iglesia que no se deja llevar por el Espíritu. Cristiano que no sabe o no quiere brindar el perdón, no se deja conducir por la fuerza que da el Espíritu. El perdón brota del Espíritu de Dios porque donde está el Espíritu, allí se hace presente el perdón.

Lógicamente, paz sin perdón no es paz; pero el perdón y la paz solo son consecuencia de una verdadera fe. Pero no una fe al estilo de Tomás: “Si no veo, no creo” (Jn. 20, 25), sino esa fe que surge del corazón: “Bienaventurados los que creen sin haber visto” (Jn. 20, 29), como decía Jesús resucitado. Bello el evangelio y su mensaje lo tenemos que hacer siempre una realidad en nuestra vida. Necesitamos paz, necesitamos darnos mutuamente la paz porque mutuamente nos perdonamos y reconciliamos. Necesitamos creer como Jesús creyó y ser fieles como Él lo fue. Necesitamos ser gente nueva, gente resucitada, gente con una fe como la de Jesús, el primero de los creyentes.

Nunca pierdas la fe aunque los problemas sean difíciles. Aunque las nubes oscuras no dejen ver la luz, levanta el ánimo, toma aliento en Dios, Él nos ha dicho que con nosotros estará. Con paciencia enfrenta la prueba, y con su fortaleza la superarás. Levanta tu mirada al cielo; confía en que mejores momentos vendrán. No pierdas la fe, grandes cosas Dios te dará. Recuerda los grandes valores de la Resurrección que nunca debemos perder: paz, perdón y fe.

El autor es sacerdote.

Opinión Jesús Resurrección archivo
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