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Vista del Monte Everest desde el Monasterio de Rongbuk, en el lado tibetano de la montaña sagrada. LA PRENSA / iStock

Vista del Monte Everest desde el Monasterio de Rongbuk, en el lado tibetano de la montaña sagrada. LA PRENSA / iStock

Tour | Visitar el monte Everest

Admirar la magnificencia del Monte Everest, el pico más alto del mundo, desde el pie de la misma montaña sagrada, podría ser el viaje de su vida.

Ir a la montaña más alta del planeta no requiere ser un alpinista profesional, pues no hace falta conquistar su pico para disfrutar de su imponente presencia ni para decir: “Yo estuve allí”. Año con año, cientos de turistas visitan el Campamento Base del Monte Everest, y atestiguan inolvidables albas y crepúsculos al pie de la montaña sagrada, protegidos por el misticismo de un templo tibetano.

Por “pie de la montaña” entiéndase el lugar más cercano y seguro donde los turistas pueden hospedarse, ubicado a cinco mil metros de altura sobre el nivel del mar, y a unos pocos kilómetros de la montaña más alta de la Tierra.

Para ir hasta el Campamento Base se recomienda tomar un tour de entre ocho y 12 días para acostumbrarse al poco oxígeno, pero esto no suele ser problema para los viajeros que llegan al campamento de turistas y alpinistas, y al Monasterio de Rongbuk, el templo religioso que está a mayor elevación en el mundo.

Una de las rutas más usadas por los visitantes que no suben a la cima del Everest pero lo saludan desde el “balcón” de tiendas de acampar y chozas de aclimatación, es yendo por las ciudades tibetanas Lhasa y Shigatse, hasta llegar al Everest. Se trata de un camino inolvidable por su geografía quebraba y sus templos centenarios.

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La capital del Tíbet

El Templo de Potala, en Lhasa, fue la casa del Dalai Lama por siglos. LA PRENSA / iStock
El Templo de Potala, en Lhasa, fue la casa del Dalai Lama por cinco siglos. LA PRENSA / iStock.

El Tíbet es una región autónoma del suroeste de China continental. A Lhasa, su capital, se puede viajar por avión desde las ciudades más grandes de China o se puede ir en tren. Una vez aquí la opción para acercarse al Everest es con un tour oficial. No es necesario que sea en grupo pero sí con un vehículo y guía reconocidos por elgobierno chino. También se puede ir a un campamento por Nepal, pero la ventaja de conocer el Campamento Base por el lado tibetano es que se puede hacer todo en automóvil serpenteando carreteras en buen estado. Por el costado nepalí la única vía es el senderismo de altura.

En Lhasa, la primera parada del viaje, hay mucho por ver. El Palacio Potala, construido sobre una elevación que vigila la urbe de 280 mil personas, fue la casa del Dalai Lama desde su construcción, en el siglo XVII, hasta 1959, cuando el décimo cuarto líder espiritual tibetano huyó a India. También está el Templo de Jokhand, el centro budista más famoso del Tíbet. Ambos lugares son Patrimonios de la Humanidad de la Unesco y representan visitas muy atractivas para los días previos a conocer el Everest. Unos tres días aquí son recomendados.

La segunda parada es Shigatse, una ciudad de 700 mil habitantes con rango de prefectura del Tíbet. Aquí también hay varios templos por visitar. Algunos se alzan sobre altas colinas que les otorgan un aspecto señorial en el horizonte citadino. Las operadoras de viaje suelen otorgarle dos días a este lugar.
La tercera y última parada es Rongbuk y el Campamento Base tibetano.

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La silueta del Monte Everest vista desde un campamento de Nepal. LA PRENSA / iStock.

El Campamento Base

El Monasterio de Rongbuk, casa de unos 30 monjes budistas, está a cinco mil metros de altura, es decir, 200 metros más abajo que el Campamento Base del Everest, pero desde allí se observan los picos de tres ochomiles o montañas que superan los ocho mil metros de altura sobre el nivel del mar, además de las cimas de varios sietemiles. El hotel del monasterio está tres kilómetros al norte del edificio, en el campamento mencionado. Es un lugar de carpas, cabañas y chozas acomodadas para turistas.

Según el sitio especializado en estas visitas, The Land of Snows, los mejores meses para visitar el monasterio por los cielos despejados son abril, mayo, octubre, noviembre y diciembre.

De acuerdo con el portal Viaje a China, el Campamento Base del Everest no es tan frío (temperaturas bajas pero no bajo cero) ni suele estar nublado. En el campamento hay una oficina de correos desde la cual los turistas envían postales a sí mismos en sus países o a amigos y familiares como un “precioso recuerdo”, describe el sitio web.

Por las noches de cielo despejado las estrellas parecen cobrar vida y el brazo de la Vía Láctea se divisa fácilmente sobre la silueta del Everest, más oscura que el firmamento. Quienes han hecho el viaje lo atesoran entre sus más caros recuerdos.

 

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