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La imposición del miedo para el control social

Su fuerza paralizadora y capacidad de someter hacen del miedo el principal instrumento de dominación de los regímenes autoritarios en los que el control social es objetivo esencial; su uso del miedo en tales regímenes persigue el ejercicio de un absoluto dominio sobre los ciudadanos mediante la sumisión del individuo al disciplinamiento del dictador.

Nuestro gobierno ha demostrado un excelente manejo del miedo. Superando las enseñanzas de cubanos, soviéticos y alemanes orientales viene ejecutando mecanismos de dominación y represión mediante la imposición del temor, pavor a ser despedido de su trabajo, sospecha de estar siendo vigilado, miedo a ser excluido o aislado, a que se le niegue cualesquier beneficio o servicio social, a que se le castigue con la imposición de multas, en fin a que su disidencia e incluso su indiferencia le conduzcan al ostracismo y le impidan ganar el sustento necesario para su vida y la de sus familiares. La docilidad que produce ese temor otorga al gobernante capacidad movilizadora de los atemorizados individuos sometiéndolos para cumplir con sus designios.

En nuestro país la dictadura ha comprobado que la soledad es condición primaria para la sumisión total, la individualización extrema y constante fractura de grupos y partidos políticos mediante incentivos o amenazas ha logrado simular una oposición a la medida del dictador para ocultar que lo que existe en el país es un partido único que detenta el poder en base al fraude. Y simultáneamente estas fracturas consiguen el objetivo de confundir la opinión pública transmitiendo la idea de que la división es producto de ineficiencia de los opositores, no obstante saben perfectamente que para asegurar el control ciudadano en el nuevo contexto la dictadura requiere mejorar sus métodos de represión y dominación necesita de mayor rudeza o brusquedad que renueve el temor en la población, nuestros gobernante conocen que de la fase paralizante del mecanismo del miedo puede pasarse a la fase reaccionaria con su consecuente violencia contra el represor, salvo se potencie la fuerza paralizante del temor mediante prácticas más coercitivas.

La realidad social ha venido expresando al gobernante que su tiempo está agotándose, cada vez son más las protestas que aunque pequeñas, están volviéndose constantes y más diversas: protestas canaleras, mineras, ambientalistas, antihidroeléctricas, de transportistas, jubilados, abogados, feministas, motociclistas, trabajadores, desmovilizados.

La tiranía coincide con Maquiavelo en que el temor es rentable y que es mucho más seguro para el príncipe el ser temido que amado; con la aprobación de la Ley de Seguridad Soberana (Ley SS), el régimen viene preparándose para enfrentar las amenazas a su continuidad en el poder desarrollando su Sistema Nacional de Seguridad Soberana, con aumento de efectivos y medios para sus fuerzas policiales y militares y se prepara ahora para aprobar una Ley para el control de las redes sociales.

Policía y Ejército permanentemente en calles, carreteras y caminos son parte de la nueva política, violencia en las capturas, desprecio e irrespeto al ciudadano, injusticia en la aplicación de multas, decomiso indiscriminado de vehículos, falta de cortesía y explicaciones al ciudadano, falta de acceso a la justicia, ineficacia de las apelaciones y recursos de habeas corpus, desacato a órdenes de libertad, falta de investigación de las muertes resultantes durante los operativos, e impunidad de los actores; todo ello es parte de los nuevos mecanismos de imposición del miedo, aunados a la represión de las marchas, los impedimentos para circular en vías públicas, capturas, enjuiciamientos y persecuciones en el corredor de la Contra e inhumanas condiciones en centros de detención y cárceles, trato degradante y torturas constantemente denunciados; todo acompañado por un poder judicial politizado e injusto que hace sentir al ciudadano solo y desprotegido y que si es liberado no es porque la Ley lo autoriza sino por la generosidad del comandante y de la compañera a quienes debe agradecerles con total sometimiento.

El comportamiento de las fuerzas armadas es parte de los planes para mejorar el control social, pero como también expresara Maquiavelo, un poder que ejerce la crueldad sin prudencia se vuelve intolerable y fomenta la rebelión, que es el resultado de un nuevo impulso reactivo frente al temor mismo.

El autor es abogado.

Opinión José Pallais miedo Opinion archivo
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