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Mr. Trump, el muro no es la solución

Cuando el actual presidente de los Estados Unidos (EE. UU.), Donald Trump, se encontraba en campaña intentando convertirse en el siguiente inquilino de la Casa Blanca, lo hizo invocando los sentimientos y valores más íntimos del pueblo estadounidense. Entre sus promesas estaban la repatriación de empresas e industrias, la revisión del sistema de salud y reducir impuestos para fomentar fuentes de trabajo. De entre toda esa cantidad de promesas, me quiero referir a una que es la que motiva este artículo. Me refiero a la necesidad de la contención de la inmigración ilegal y la promesa de construir un muro para lograrlo.

En sus discursos cuando se refería a la inmigración ilegal, hacía alusión a lo que para él era la causa de la misma. La frase era: “La gente emigra ilegalmente a los EE. UU. porque sus países son un asco y es culpa de los corruptos que se roban el dinero. Si los países se manejaran bien, la gente se quedaría en su país”.

Cuando escuché en repetidas ocasiones esa expresión supe que los días de los dictadores y presidentes corruptos de América, así como de las inmigraciones ilegales, pronto llegarían a su fin. Hoy Mr. Trump es el presidente de los EE. UU. y en sus manos está la solución para detener esa inmigración. Pero la solución no es el muro que según expertos costaría más de veintiséis mil millones de dólares por lo extenso de la frontera México-americana, sino ayudarnos a que en nuestros pueblos se sacudan a los corruptos que disfrazados de políticos corrompen nuestras instituciones democráticas, poniéndolas al servicio de ellos y los suyos.

Son estos gobiernos la génesis de esa inmigración que preocupa tanto al presidente Trump. La Venezuela de Chávez y Maduro ha obligado a emigrar a casi dos millones de venezolanos, los que hoy se encuentran repartidos en los EE. UU., Colombia, Chile y países vecinos. Entre El Salvador y Nicaragua hemos exportado más de tres millones que se encuentran en EE. UU., Costa Rica y España mayormente y ni hablar de la Cuba de los Castro.

El 12 y 13 de abril se celebrará una cumbre de presidentes latinoamericanos en Lima, Perú, allí, en esos días, el gobierno de los EE.UU. le puede ahorrar a su pueblo esos 26 mil millones de dólares que costaría el famoso muro. Si bien es cierto que no estará el dictador más corrupto de América, sí estarán sus pupilos, los que le han servido de comparsa y no es por casualidad que también se encuentran entre los gobiernos más corruptos. Para detener la migración, el presidente Trump solo tiene que saber hacer uso del poder económico y político de su país. La información de inteligencia en gavetas con el sello de Top Secret, no son nada si no se exponen a la comunidad mundial para desenmascarar los ilícitos de los corruptos que empobrecen sus países amasando fortunas odiosas teñidas de sangre. El espacio para este artículo no me permite explicar en detalle la mejor forma de hacer uso de esa influencia y tampoco lo considero necesario, pues los miembros de su gabinete tienen la experiencia y saben cómo lidiar de la mejor manera con esa situación que tanto le preocupa.

Para finalizar, quiero compartir una vez más una frase de uno de los funcionarios más cercanos al expresidente Ronald Reagan, hoy miembro del cuerpo de asesores del presidente Trump: “Si el presidente nos deja, esta vez vamos a terminar lo que comenzamos en los ochenta”, dijo.

El autor es analista político.

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