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“…sí le robé, pero poquito…”

“El corrupto hace como que es una persona honrada, pero en el fondo tiene el corazón podrido” (papa Francisco 28-3-18).

En Nicaragua apropiarse de lo ajeno es una forma cotidiana de comportamiento en la gestión pública, los negocios privados y sus empresarios, los políticos. El mayor escándalo de corrupción puede ocupar los titulares en televisión, periódicos y medios, ser discutido en foros, y bastan pocos días para que el tema sea olvidado. Lo que hace particular daño a la comunidad es la impunidad y descaro de los malhechores. La Contraloría, Procuraduría, Fiscalía y Policía, parecen costosos ornatos del Estado pues tienen cero efectividad en capturar a los grandes delincuentes, llevarlos a los tribunales y hacerlos cumplir sus condenas.

El latrocinio y el crimen son delitos que regularmente corrompen la conciencia humana. Francisco Jirón, niño de 18 meses, desapareció en Siuna hace un año; Vilma Trujillo, fue quemada viva por un grupo religioso; Karla Patricia Estrada, recibió 59 puñaladas, fue decapitada y ocultada su cabeza; los niños de Elea Valle fueron masacrados por el Ejército; Jesbelin María Espinoza, 12 años, violada, asesinada y arrojada a un pozo; Juan Rafael Lanzas, amputado de ambos pies después de una paliza policial; Zoila Emilia Vargas fue torturada por su expareja, quien le proporcionó pastillas de curar frijoles; Zeyling del Carmen Zamora y Jamileth Ávila, fueron torturadas, asesinadas y quemadas en Jalapa; Marcia Lorena Benavides, asesinada en La Trinidad, por su expareja de 17 estocadas.

La crueldad contra las víctimas es indescriptible y la indolencia de las autoridades incomprensible. La escalada de violencia es patente en hogares, centros de estudio, lugares de trabajo. Desafortunadamente las cifras oficiales no son confiables.

Se vive en un carnaval, con máscaras y maquillajes, donde se muestra la ostentosidad de los poderosos y se da pan y circo para que los necesitados alivien sus penas. Los poderes Legislativo y Judicial están subordinados al Ejecutivo. La Asamblea Nacional aprobó 21 leyes en 2016 y 25 en 2017, la mayoría propuestas por el Ejecutivo con trámite de urgencia y, aprobadas sin ser debatidas. (Una ley cuesta en promedio C$25.5 millones).

Otros inverosímiles: reformas inconstitucionales a la Constitución de 1987; protección e inmunidad de Roberto Rivas; sorpresas de Albanisa (Rodrigo Obregón Robles, LA PRENSA 4-3-18); falta de rendición de cuentas en entidades estatales; hostigamiento a campesinos de parte del Ejército y la Policía; Mary Frinwie Atanga de Camerún, acusada de tráfico de migrantes, quien vino a obtener información sobre la muerte de su hijo Mbanga Atanga (29-9-17); negociados entre funcionarios públicos, grandes empresarios, caracterizados por sobornos y fraudes; usurpaciones de los socios mayoritarios de empresas a los minoritarios, evasión de impuestos, pagos indebidos de salarios, acosamiento a sus empleados.

El Código Penal contempla condenas para el crimen y el robo; las religiones también tienen preceptos que los prohíben. Para los católicos son los mandamientos, dados por nuestro Creador, que nos enseñan cómo vivir mejor en el presente y cómo agradar a Dios para la eternidad. El catecismo de la Iglesia católica al referirse al quinto mandamiento No Matarás dice: “La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin”. El séptimo mandamiento prohíbe robar. “El robo es la usurpación del bien ajeno contra la voluntad de su dueño. La justicia exige reparación e impone la restitución del bien robado”.

En el mundo de los improbables, ¿se imaginan la transformación social que se daría en Nicaragua, si los funcionarios públicos, empresarios y ciudadanos, devolvieran al Estado, empresas, socios y particulares los miles de millones de córdobas que por años los delincuentes de cuello blanco y otros han desfalcado a terceros?

Los estafadores han preferido “taparse los oídos para robar una campana”, quizá inspirados en la vieja historia china en la que un hombre decidió robarse una hermosa campana de bronce que colgaba sobre la puerta principal de una vivienda abandonada. Como era demasiado grande y pesada decidió romperla en muchos pedazos para llevárselos a su casa. La golpeó con un martillo, causando gran estrépito. Preocupado por el escándalo se le ocurrió la brillante idea de taponearse los oídos y continuó dándole martillazos, pensando en su limitada inteligencia que, si él no oía el estruendo, nadie más lo haría.

O tal vez preferimos tener funcionarios como: Hilario Ramírez Villanueva, presidente municipal de San Blas, Nayarit, México, en 2008, reelecto en 2014. A terminar su primer período dijo: “¿Que le robé a la presidencia? Sí le robé, sí le robé, pero poquito porque está bien pobre. Nomás le di una rasuradita”. En diciembre 2014 fue galardonado como “Alcalde del Año” por Global Quality Foundation.

Si deseamos cambios en Nicaragua, todos los ciudadanos debemos comprometernos a transformar la educación, así como tomar conciencia para erradicar la violencia, acabar con la corrupción y combatir la impunidad.

El autor es contador.

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