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Cortesanas de París

En las afueras occidentales de París, queda Bougival. Lugar donde se encontraba La Máquina de Marly, inaugurada en 1684 durante el reinado de Luis XIV. Acueducto que sirvió de primer eslabón para llevar el agua del Sena hasta las fuentes del Palacio Versalles.

En el siglo XIX Bougival se convirtió en un centro de moda y en la cuna del impresionismo. Famosos pintores tales como Monet, Renoir y Sisley expresaron en sus lienzos con magistral pincel la luz reflejada en el cielo, en las aguas y en la naturaleza de estos parajes.

Este ambiente bucólico de la época monárquica francesa es reflejado en los poemas de Darío: Era un aire suave y Margarita, partes de su libro Prosas profanas.

Darío, en Era un aire suave describe las escenas pastoriles de la región, las costumbres de la Bella Époque mencionando a la Madame Pompadour, la amante más célebre de Luis XV.
“¿Fue acaso en el tiempo del rey Luis de Francia, / sol con corte de astros, en campos de azur? / ¿Cuándo los alcázares llenó de fragancia/ la regia y pomposa rosa Pompadour?” (Darío).

Alexandre Dumas (hijo), en su obra La Dama de las Camelias (1848), relata una historia de amor entre Armand Duval y Margarite Gautier e inspirada en su propia experiencia con Marie Duplessis, una joven cortesana de París. A su vez Margarite la protagonista de Dumas leía Manon Lescaut del Abbé Prévost, novela francesa publicada en 1731, e inspirada al igual en otro amorío entre el caballero Des Grieux y Manon Lescaut quien era otra cortesana.

El enamorado Armand, relata su vida al narrador para que este la escriba.

El narrador había comprado el ejemplar de Manon como parte de las pertenencias de Margarite, las cuales fueron puestas en subasta pública a su muerte. La amistad entre ellos nace cuando Armand llega a buscar el paradero del libro, único recuerdo de Margarite, el cual contiene su dedicatoria. Así comienza la obra La Dama de las Camelias.

Margarite vivía entre los torbellinos agitados de la vida nocturna parisina. Frecuentaba todos los estrenos del teatro acompañada de sus gemelos, sus bombones, y un ramo de camelias a veces rojas o blancas. Era de libre vivir, buscaba nuevos placeres y alegrías y nunca había conocido al verdadero amor, hasta que encuentra a Armand.

Renunció a sus lujos, fiestas suntuosas, y falsos honores. Era una esclava de su belleza. Cuando conoce el amor se van a vivir a la casa de campo en Bougival y hacen planes para casarse.
Durante el verano Margarite y Armand son felices a la orilla del río Sena, “cinta de un blanco tornasolado” rodeados de una vista magnífica.

Armand olvida el traumático pasado de Margarite. El amor lo puede todo. Ella calma a Armand con su grata sonrisa y sus bellos cabellos.

El padre de Armand muy preocupado, pide en secreto a Margarite que deje a su hijo para salvar el prestigio familiar. Margarita era noble, y renuncia a su verdadero amor, abandonándole. Al poco tiempo muere, pero en su agonía soñaba con Armand y escribe una misiva revelándole el motivo de su drástica decisión. Esta, llega tarde, pues, la muerte la reclama.

“No soy apóstol del vicio, pero me haré eco de la desgracia noble dondequiera que la oiga implorar” (Dumas).
Darío, en Margarita, con su mágica pluma describe a la perfección este maravilloso amor que fue interrumpido por el destino.
“¿Recuerdas que querías ser una Margarita / Gautier? […]
Tus dedos deshojaban la blanca margarita, / Sí… no… sí… no… y ¡sabías que te adoraba ya!”
[…]

Y en una tarde triste de los más dulces días/ la Muerte, la celosa, por ver si me querías / ¡Como a una margarita de amor te deshojó!”

La Traviata (1849), ópera musicalizada por Giuseppe Verdi con libreto de Francesco Maria Piave fue basada en esta novela. Desde entonces ha permanecido en la popularidad hasta en la actualidad. Franco Zeffirelli en 1982 y Sofía Coppola en 2017 la llevaron al cine.

Rubén Darío evoca y admira el mundo cortesano versallesco francés de estos siglos dejando reflejado el ambiente, sus costumbres, fiestas suntuosas con sus melodías y el buen vestir de la alta nobleza parisiense.

La autora es máster en Literatura Española.

Opinión Cortesanas Francia París Rubén Darío archivo
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