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Las protestas de la juventud

Las protestas juveniles contra la dictadura orteguista, por la catástrofe ecológica del incendio forestal en la Reserva Indio Maíz, han sido refrescantes y alentadoras.

Las protestas de los jóvenes se han producido no solo en Managua, sino también en otras ciudades del país, entre ellas algunas como León y Matagalpa que los orteguistas creen que son sus feudos políticos y así las manejan.

A pesar del desmesurado aparato represivo de la dictadura, integrado por antimotines, policías uniformados y encubiertos, miembros de la Juventud Sandinista y pandilleros motorizados, los jóvenes con conciencia ecológica y democrática no se han atemorizado.

En el curso de las protestas los jóvenes autoconvocados han rechazado la presencia de políticos profesionales, algunos de los cuales forman parte del sistema político orteguista pero presumen de ser opositores, quienes alegando que tienen derecho de participar en la defensa del medioambiente han querido aprovecharse políticamente de las movilizaciones juveniles.

Es cierto que cualquier persona tiene derecho de manifestarse por cualquier causa legítima. Sin embargo, los políticos partidistas deberían protestar en sus propios lugares de participación, en las sedes de sus partidos, en la Asamblea Nacional o en otros espacios públicos. Es un hecho que los jóvenes desconfían de los políticos tradicionales y los rechazan. Y no es tratando de imponer su presencia en las movilizaciones juveniles que estos políticos de carrera van a disipar la desconfianza de los jóvenes, a vencer su rechazo y ganarse su aceptación.

Por otra parte, aunque por ahora las protestas juveniles no continúen de manera sistemática, sin embargo han demostrado que hay en el seno de la juventud una valiosa reserva moral y que no es cierto que los jóvenes han sido aborregados por el régimen orteguista. Esto solo los de la juventud sandinista. Los jóvenes en general, igual que en el pasado son ahora el fermento de los cambios sociales y políticos, democráticos y culturales que tienen que ocurrir de manera inevitable en Nicaragua.

Zygmunt Bauman, eminente pensador polaco de origen judío y radicado en Inglaterra, fallecido a principios del año pasado, explicó que el comportamiento de los individuos y los grupos sociales descansa en impulsos innatos. Pero advirtió que el desarrollo de la conciencia es más lento que el avance de la realidad. Esto es lo que explica por qué hay períodos inclusive largos de inercia social y de indiferencia política, a pesar de que existen y se empeoran graves problemas sociales. Sin embargo, de repente —y a veces por un motivo inesperado— la gente se moviliza en defensa o por la conquista de sus derechos. Y por lo general el detonante social del cambio es la juventud, en particular la universitaria.

Así ha ocurrido en la historia de Nicaragua y no cabe duda de que así volverá a ocurrir. Movilizaciones como las de los jóvenes por el caso de la Reserva Indio Maíz, son señales inconfundibles de que hay un gran potencial de lucha en la sociedad y que en cualquier momento puede ocurrir un estallido que acabe con la dictadura.

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