14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El caso de Lula

Sobre el caso de Lula se han dicho demasiadas cosas sin fundamentos, ajenas a la verdad y al sentido común, y con total irrespeto de los hechos y de la realidad. Se ha manejado con frivolidad ideológica, populista y fascistoide. Se ha dicho mucha mentira y mucha bobería.

Se ha afirmado que lo de la prisión de Lula es un complot para evitar que fuera candidato. ¿Y por qué no era ni fue complot cuando se condenó a José Dirceu? Este fue la mano derecha y primer ministro de Lula, en su primera presidencia, durante la cual sobornó a congresistas —el Mensalão—, de lo que su jefe, el presidente, no estaba enterado (ni sorprendido, por los votos amigos de sus opositores). ¿Por qué no, cuando fue condenado Antonio Palocci, quien fuera ministro de Hacienda de Lula? ¿Por qué no, cuando fue condenado el exdiputado Eduardo Cunha, quien como jefe de la Cámara propició la destitución de Dilma Rousseff? ¿Por qué no, cuando fueron procesados y condenados los más fuertes empresarios del Brasil? ¿Por qué no, cuando fue procesado José Neto, tesorero del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula? Todo el mundo aceptaba y reconocía la labor de jueces y fiscales.

El complot comenzó, aparentemente, cuando la justicia impidió que Dilma designara a Lula como jefe de su gabinete para escapar, fueros mediante, de la justicia. Fue recién entonces, cuando le fracasó esa maniobra de clara obstrucción a la justicia, que Lula, con siete juicios abiertos por corrupción, resolvió ser candidato presidencial y que surgió la “figura” del complot.
¿Qué no contó con garantías? Falso. No ha habido nadie en la historia de Brasil que haya contado con tantas garantías procesales ni tanta transparencia como Lula. Ni han habido tantas maniobras dilatorias como las perpetradas por la defensa de Lula. Con los otros procesados y condenados, ni cerca.

En juego, la honestidad de los jueces. En este caso ¿y en los anteriores? Ridículo. Una buena parte de los jueces actuantes en las diferentes instancias fueron designados por Lula o el PT.

Que sacó a 28 millones de la pobreza. Es cierto que les alivió la situación repartiendo plata dulce. Pero igual de cierto es que no aprovechó el buen viento y las consecuencias las comenzó a pagar la propia Dilma: recesión económica por primera vez en 80 años. A los que les fue mucho mejor fue a los hijos de Lula, a sus amigos de la construcción, a sus amigos banqueros y empresarios que le pagaban cientos de miles de dólares por sus conferencias, a su amigo Marcelo Odebrecht, a quien patrocinaba además fuera de fronteras. A estos sí que les fue bien con Lula. Y a Lula también.

Que otros corruptos están libres; es así, como el caso del propio presidente Michel Temer (integrante de la fórmula presidencial y por tanto socio y aliado político de Lula y Dilma). Es un sálvese quien pueda. Temer no hace otra cosa que lo que Lula —con cara de “yo no sé”— hizo cuando fue preso sus amigos Dirceu, o Neto, o Palocci u Odebrecht.

Que según las encuestas es el favorito. El 87% de los brasileños reclama que el futuro presidente “sea un hombre honesto”, el 80% opina que Lula “sabía todo” y más de la mitad piensa que no debe ser candidato. La intención de voto por el PT es del 19%.

El apoyo a Lula asciende a un 37%, pero en encuestas en que no aparecen candidatos ni contrincantes de los dos grandes partidos brasileños —MDB de Temer y el PSDB—. El cotejo es con el diputado Jair Bolsonaro, de ultraderecha. Por ahora son encuestas-ficciones.

Elecciones sin Lula son un fraude, dicen sus seguidores. No es así, pero dejará secuela: transformará en una verdad el mero eslogan de que “hubiera ganado”.

Elecciones con Lula, en tanto, no se ajustarían a las leyes ni a la Constitución en el marco de la cual Lula fue presidente por dos periodos. Solo servirían para confirmar aquella vieja profecía del mismo Lula —cuando era obrero— de que en Brasil solo van presos los ladrones de gallinas, y que los ricos y los políticos cuando roban pasan a ser ministros, o candidatos a la Presidencia, como en su caso.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP.

Opinión Brasil Lula da Silva archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí