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/ Justo Pastor Ramos

Nuestra Tierra

En estos días se ha celebrado en Managua bajo el auspicio de los jóvenes ambientalistas el Día Internacional de la Tierra, con la XVII edición de la Feria Nacional de la Tierra en la que estos jóvenes pusieron de manifiesto su vocación ambientalista, preocupados por la defensa y protección de la tierra: “Nuestra tierra”; una actividad ecológica que desde sus inicios ha venido promoviendo cada vez en mayor grado la educación para la conservación del medioambiente, labor de carácter nacional, por cierto sumamente interesante como importante para la sensibilización y la educación ambiental tanto a nivel nacional como internacional, por cuanto trata del deber que nos obliga al cuidado y protección de la Madre Tierra creada por Jehová Dios, para morada nuestra y el desarrollo de la vida de acuerdo con las leyes de la historia.

El lema de esta feria: “Nuestro presente, nuestro futuro, nuestra casa”, no podía ser más elocuente y acertado, porque en sí expresa muy sabiamente su objetivo y su finalidad. Nuestro presente nos invita a todos a participar en una acción que podemos desarrollar para beneficio de todos, caminando hacia nuestro futuro. Los jóvenes ambientalistas a través de su trabajo, de sus exposiciones científicas y de su entrega a la integridad del ambiente nos han hecho un llamado sobre tomar conciencia en este bregar social de tanta trascendencia en nuestro ámbito donde hace falta la presencia de una instancia independiente que trabaje por la protección y preservación del planeta, máxime cuando la comunidad científica ha evidenciado el peligro creciente de que el calentamiento de la tierra amenaza con el incremento de afectaciones negativas, las que pueden desviarse en la aceleración de un proceso crítico.

Sin embargo en Nicaragua el bosque está siendo depredado por una atrevida e irregular explotación maderera ejecutada por la ambición, el afán de lucro y por la irracionalidad de quienes no tienen conciencia del daño que provocan hoy, y que afectará irreversiblemente el futuro. Es una actitud grosera como un proceder irresponsable cuyas consecuencias las asumirán las nuevas generaciones. Grave error; más aún cuando estamos ciertos que nos enfrentamos a complejas y numerosas variables ambientales de las que podemos imaginar su evolucionar, insinuándonos a preguntarnos cómo será nuestro futuro. Realmente, un caso que demanda una reflexión, recurriendo a pasadas experiencias de impactos que tanto daño y luto han traído; bien recordamos el doloroso suceso del Casita en Chinandega y de otros que nos llevan a establecer hipótesis sobre qué pasará el día de mañana, cómo mitigar estos impactos y qué hacer.

Si mantenemos la misma actitud no hay duda, continuaríamos viviendo igual situación. De manera que debemos reflexionar en el escenario próximo con una capacidad de análisis y de proyección; el calentamiento global, reiteramos, representa una amenaza seria; es lo primero en la lista de las preocupaciones globales, los diferentes climas producto de la interacción entre la energía, el aire, la tierra y el agua se manifiestan generalmente entre nosotros en los fenómenos meteorológicos, alterando los ciclos naturales que ocasionan daños irreparables en nuestra vida.

Finalmente, luego de lo anterior bueno sería comprender que la sustancia natural de nuestra tierra se agota, ante lo cual poco o nada se hace, y lo decimos cuando observamos el descuido que ocasionó la quema en la Reserva Indio Maíz. Cuando miramos la destrucción del bosque, la deforestación, el despale, la erosión de los suelos. La extinción de la biodiversidad y los humedales, la contaminación de las aguas y la expansión de la agricultura cuyas prácticas de mal manejo ponen en riesgo el ecosistema.

Sin otra cosa más que agregar y quedando muchas otras por decir, espero en Dios obtener un día una tierra sana, libre de impactos contaminantes y de riesgos mortales; una tierra donde cada día al despertar el alba nos levantemos con el cristalino canto del clarinero y el enamorado gemido de la alondra campeando con el murmullo del caudaloso río que entre la verde vegetación corre bajo la sombra de los árboles del bosque.
El autor es historiador.

Opinión Nicaragua reserva Indio Maíz tierra archivo
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