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No más infamia y abuso

La política siempre tiene un velo solapado y en los regímenes autoritarios es peor. ¿Por qué? Porque los regímenes autoritarios actuales tienen una profunda necesidad de aparentar y seguir al pie de la letra la liturgia democrática, aunque la desprecian. Siempre inventan excusas para destruirla. Los regímenes autoritarios viven aquejados por la incertidumbre porque saben que viven en un mundo de lealtades falsas y de reconocimientos mediatizados por la necesidad de los que muestran lealtad.
En los últimos tiempos la discusión sobre la participación de los jóvenes en la transformación del país ha sido muy intensa.

Debo confesar que existen algunas interpretaciones sobre los jóvenes que nunca me han gustado, pero que algunas veces utilicé: que los universitarios, en los tiempos del comandante Ortega y la compañera Rosario, nunca protestarían contra su gobierno. Esto se reforzó cuando vi convertirse la biblioteca de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en un antro de la Juventud Sandinista. Igual percepción tenía de la Universidad Agraria. Pero olvidé una máxima política básica, que en política es más importante lo que no se ve o no se dice, que lo que se ve o se dice.

Ese fue mi error, creer que en las universidades públicas los jóvenes no se estaban enterando de los desmanes del régimen. En buena hora me equivoqué y la rebeldía e intransigencia de la juventud volvió a aflorar o nunca se fue. No estaban adormecidas, más bien, desconfían del liderazgo tradicional que siempre ha traicionado a la nación y sus aspiraciones de libertad y desarrollo. Por eso la compañera Rosario no comprende la que pasa, porque cree que pueden comprar conciencias con un plato de lentejas. Lo mismo hacía Alemán, invitaba a los auténticos líderes del PLC a comer para informarles que él había decidido poner en la lista de candidatos a otra persona más dócil a sus intereses.

En otras palabras, las ansias de libertad, ver y sentir una patria mejor, siempre estuvieron dentro de los jóvenes. Los discursos vetustos, la palabrería sin contenido, el clientelismo y la manipulación descarada terminaron de cansar. La creencia que los jóvenes no veían la espantosa diferencia entre el discurso y la realidad de los supuestos líderes era falsa. Hay en nuestros jóvenes un sustrato ético que se expresó ante los más débiles: la naturaleza, los niños, los ancianos y las mujeres. Por eso la compañera Rosario no entiende qué ha pasado, por qué estos jóvenes son tan malagradecidos y no reconocen sus esfuerzos y desvelos.

Los acontecimientos muestran el final del engaño, de una política infame y abusiva, que al estilo orwelliano, llama a las cosas diametralmente de forma opuesta a lo que realmente son. Libertad a la dictadura, paz a la represión, convivencia familiar a un modelo familiar patriarcal y autoritario. Ergo, el modelo de los compañeros gobernantes hizo agua; se quedaron sin referentes, posiblemente, ya no entienden el mundo de las redes sociales de los jóvenes. Quedó en evidencia que el régimen cristiano, socialista y solidario es un fiasco, y que los jóvenes de hoy, son más exigentes con sus líderes.

Me imagino que el comandante y la compañera estarán añorando, como dice Sabina, algo que jamás sucedió, la Revolución. Especialmente, cuando salen de sus bocas todos esos calificativos floridos carentes de significado y desprovistos de escrúpulos y ética. Hemos despertado sabiendo que hay sueños nobles en nuestra juventud. O como dijo un día el rector Mariano Fiallos “la Universidad no puede aspirar a un clima de paz… Nada de eso. Porque también la realidad del mundo que nos rodea es de combate y beligerancia”.

El autor es politólogo.

Opinión democracia George Orwell PLC UNI archivo
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