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Sergio más cerca del Nobel de Literatura

Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, Nicaragua, 1942), novelista, cuentista, ensayista y periodista, se convirtió a finales del año pasado en el escritor nicaragüense más importante después de Rubén Darío (Metapa, 1867-León 1916), el primer centroamericano en ganar un premio Cervantes de literatura, galardón que recibe de manos del rey Felipe VI de España hoy 23 de abril en la Universidad de Alcalá de Henares.

Sergio ya entró a la historia de la literatura universal junto a otros Cervantes como Jorge Luis Borges, Octavio Paz, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, entre otros.

Con su Cervantes, el nicaragüense se acerca al Premio Nobel de Literatura, porque un buen número de escritores y poetas que han ganado el Cervantes también han sido galardonados con el Nobel de Literatura.

¿Por qué el Cervantes de Sergio no causó algarabía en Nicaragua?
Estaba en Managua, exactamente en la cafetería El Molino de Hispamer, cuando recibí la noticia del otorgamiento del premio Cervantes de Literatura 2017 al escritor nicaragüense, SRM, la mañana del jueves 16 de noviembre. A esa hora ya era de tarde en España y la noticia del nuevo Cervantes otorgado a un latinoamericano era destacada por las cadenas de noticias del mundo.

Como Hispamer es una librería frecuentada por escritores, poetas y gente de la política y del Gobierno, pensé que la noticia se convertiría en un reguero de pólvora, pero para mi sorpresa no fue así. A algunos de estos visitantes a Hispamer parecía no impactarle la noticia del Cervantes de Sergio. No hubo alegría ni muestra de júbilo como pensé que sucedería. Varios personajes a quienes le pregunté qué opinaban del premio a Sergio, solamente saludaban y me decían “está bien”, pero nada de un elogio más extenso.

Pensé que la fiesta estaba por venir y que ríos de tinta comenzarían a correr elogiando, criticando, destacando, analizando, la obra de Sergio y su carrera literaria y política que no puede extraerse cuando el personaje ha sido vicepresidente de un país.

Pero no ha sucedido así, los comentarios han sido reservados y los elogios al escritor sobrios. El Gobierno de Nicaragua ha guardado silencio al respecto y no hay indicios de algún homenaje gubernamental para el nicaragüense, ahora el más destacado después de Rubén Darío. Cabe aclarar que el Diario LA PRENSA, sí le dio cobertura al Cervantes otorgado al narrador masatepino.

Sergio terminó con mitos y leyendas
Sergio rompió el mito —muy difundido y practicado en Nicaragua— de que las grandes obras de los grandes poetas, cuentistas y novelistas se escriben en una mesa de tragos, como si la lámpara de Aladino infundiera al escritor sabiduría, creatividad y originalidad en un momento de locura intelectual.

Sergio demostró que la fórmula del éxito es la perseverancia y lógicamente una disciplina férrea para no sucumbir ante la tentación de la bohemia y la “dolce vita”. Ya Valentín de Pedro en su obra Vida de Rubén Darío, habla de la bohemia como nefasta para la producción literaria. “Para liberarse de la miseria, es decir la bohemia, Rubén Darío acudía a su pluma, a su trabajo; que, si bien era indolente por temperamento, cuando vencida la pobreza se ponía a la tarea, ya no ha abandonaba hasta haberla realizado a su satisfacción. Esto hizo que fuera muy considerable su labor periodística…”
Otro detalle importante para un autor es la vinculación con empresas periodísticas y literarias. Sergio igual como lo hizo Darío se promocionó, se vinculó con otros autores de su época y salió de Nicaragua para promoverse. Demostró que hay que promocionarse para ser conocido y dejar el anonimato provincial. Y para ser conocido hay que salir del encierro literario de Nicaragua. Sergio buscó la proyección internacional asistiendo a festivales y ferias de libros del mundo a la vez que escribiendo incansablemente construía una sólida carrera literaria.

Sergio ha demostrado que para vivir de la pluma —reitero— hay que ser disciplinado, constante, polémico, y lo más importante ser talentoso. “Yo tengo que estar en un espacio en solitario, sin distracciones, sin teléfonos: sumergirme en este mundo de la creación literaria, evitar las tentaciones de salirme de allí las cinco o seis horas que yo me encierro a escribir. La calle es muy llamativa, los pretextos para levantarse de la silla son muchos”, ha dicho.

La gran lección del Cervantes nicaragüense es que la creatividad no cae del cielo. Hay que quemarse las pestañas leyendo para adquirir conocimientos.

Destaco este aspecto —la disciplina— porque es lo que ha faltado a muchos de los escritores contemporáneos de Ramírez Mercado que, orillados por los años, siguen sin publicar y siguen quejándose de su mala suerte en lugar de dedicarse con disciplina a escribir, escribir, escribir.

Contaba Sergio en una entrevista que tiene un horario estricto de trabajo que no deja casi por nada.

Otro aspecto vital —del que se quejan algunos escritores— es que hay que comenzar a publicar desde joven. Rubén Darío y Sergio Ramírez comenzaron sus carreras literarias desde la juventud. En el caso de Darío desde niño. Y aunque murió prematuramente —a los 49 años— su legado literario es: “Siete libros de versos, dos que mezcló prosas y versos, doce de prosa, sin contar folletos, poemas sueltos, prólogos y una porción considerable de escritos dispersos” (Noel Rivas Bravo-Tierras solares). En el caso de Sergio, este ha dicho que solamente la queda por escribir su obra maestra. Sergio todavía sigue buscando su obra cumbre, su novela clásica, en fin, su obra inmortal.

Quizás logre un “trancazo” a última hora de su vida.

Sergio es ya junto con Rubén Darío una de las dos grandes referencias literarias de Nicaragua.
Sergio ya pasó a la historia literaria del mundo, aunque algunos de sus detractores ignoren esta realidad histórica.

El autor es periodista y poeta nicaragüense.

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