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Nicaragua tiene cáncer…

Estoy viva porque, de todos los tratamientos que me ofrecieron, escogí aquel cuyas estadísticas de desterrar al monstruo, eran más eficaces

“Ortega tiene que irse del poder”, es el título del Editorial de LA PRENSA del 22 de abril. Sí. Tiene que irse. No hay de otra.

Hace poco, mi lucha contra el cáncer llegó a su fin. No había terminado de recuperarme, cuando mi hija también fue diagnosticada con cáncer. Y regresamos al campo de batalla. ¡Y una vez más, vencimos al monstruo!

Y aquí estoy hoy, después de una larga convalecencia, llena de vida, saludable y apoyando desde el alma, con mi más poderosa herramienta, a estos valientes jóvenes, que nos han inspirado. Que nos han señalado el camino para vencer a un monstruo mucho más dañino que las células cancerosas, que también he llegado a conocer.

Hoy, estoy viva porque tuve la suerte (digámoslo así), de haber detectado muy a tiempo el problema. Estoy viva porque, de todos los tratamientos que me ofrecieron, escogí aquel cuyas estadísticas de desterrar al monstruo, eran más eficaces. Hoy, estoy viva porque, aunque el tratamiento que escogí fue el más largo y complicado, es el que más me garantizaba un futuro con salud y libre del cáncer. Hoy, estoy viva porque decidí desterrar y exterminar al monstruo, atacándolo desde la raíz.

Nicaragua, desde hace varios años está enferma. Muy enferma. La democracia que pregonan, no existe. La corrupción es un mortal detonante, que ha comprometido el futuro del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), porque ha sido muy atractivo meter la mano como si fuera el INSS la caja chica del Gobierno. La violación a la Constitución, desde el fraude en las elecciones, hasta la violencia cuando de libertad de expresarnos se trata, es un tentáculo agresivo e invasor y hasta contagioso. Muertes sin sentido, han teñido de sangre nuestra bandera. Y ya no digamos la injusticia que prevalece… Y la lista sigue. Y sigue. Y sigue.

Nicaragua está enferma y si es cierto que sus males están bien definidos, el tratamiento que debemos de aplicarle, debe de ser aquel que, igual que un tratamiento para el cáncer, extirpa el mal desde su raíz. Y la raíz es Daniel Ortega.

Sí. Estoy de acuerdo con un diálogo, donde se discuta la extirpación del tumor maligno que está carcomiendo a Nicaragua.

Escojamos el más eficaz tratamiento, aunque nos tome unas cuantas jornadas. No queremos más pérdidas de vidas inocentes.

Aunque sea largo y tedioso, aunque sintamos los efectos secundarios, tenemos la certeza que, con elecciones libres y supervisadas, con un líder nato escogido entre la multitud que los jóvenes han inspirado, con garantías al respeto a nuestros derechos, unidos todos bajo un mismo sol, bajo la misma bandera, el monstruo de mil cabezas, será desterrado para siempre de nuestra patria.

No dejemos ir este momento histórico. Que no sea en vano la sangre derramada. No escojamos veredas flojas por intereses creados. Tenemos a la vista, algo dulce y maravilloso, como es el rayo incandescente de la esperanza, que tantos nicaragüenses hemos soñado y que jamás pensamos, se asomaría tan pronto. No lo dejemos escapar.

Daniel Ortega, es el cáncer que nos afecta. Y es un cáncer que mata.

La autora es escritora.

Columna del día cáncer Daniel Ortega archivo

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