Durante la dictadura somocista se luchó con la memoria histórica de “Patria libre o morir”, heredada de A. César Sandino cuando le contestó así al cuerpo de marines de los Estados Unidos en 1927. Se consideraba como la frase de la dignidad de un pueblo que no se entregaría ni se rendiría a fuerzas invasoras. Era el significado de no tener miedo a luchar por lo que se creía hasta afrontar las últimas consecuencias como era la de entregar la propia vida por una causa. Esta frase perseveró en el tiempo y quedó grabada en la lucha de miles de nicaragüenses que dieron su vida por una revolución que derrocó a la dictadura somocista en julio de 1979 con la participación popular de gran parte de la población.
Muchos logros se obtuvieron con la revolución sandinista, así como desaciertos. Se luchó sabiendo claramente lo que no se quería después de vivir bajo una dictadura de cuarenta años aún si era más fácil acostumbrarse a normalizar conductas opresivas que no a rebelarse. Quienes se opusieron mayormente fueron la juventud y las clases populares. Luchar contra una dictadura, quería decir ir al encuentro de encarcelamientos y torturas. Los jóvenes pasaron por esto pero ganaron junto a todo un pueblo que les apoyó. De hecho, a raíz de la revolución, Nicaragua tuvo el gobierno con la edad media más joven del siglo XX.
La lucha contra la dictadura somocista y la guerra sucesiva durante el período del gobierno sandinista, dejó muchos traumas que aún no se han procesado por las mismas circunstancias históricas que hemos vivido.
Se esperaba que las nuevas generaciones no sufrieran más traumas de los ya heredados transgeneracionalmente.
Se creía también que la juventud de hoy, no iba a sentirse tan comprometida por nuestro país. Es así que se creó un pensamiento “adultista” hacia los jóvenes, pensando que no eran capaces de asumirse responsabilidades tan comprometedoras. Con los acontecimientos de esta última semana, los estudiantes nos han demostrado todo lo contrario, con un gran sentido crítico de responsabilidad y de generosidad.
Una parte importante de la juventud, no normalizó este tipo de democracia, fue más allá.
Ya llevamos tres generaciones donde se repiten las escenas de violencia, pero esta vez es más compleja y difícil de comprender porque se luchó precisamente por el sueño de conquistar la libertad y la justicia social.
Una parte del mundo juvenil no se conformó con esta democracia dominada por el mundo adultista que le impedía el pensamiento crítico y la libertad de expresión. Se empezó a rebelar y a perder el miedo de hablar.
Es así que a raíz del impedimento a realizar una manifestación pacífica a favor de la conservación ecológica de la reserva Indio Maíz, los estudiantes se empezaron a organizar para que su voz fuera escuchada.
Bastaba irles al encuentro brindando informaciones claras con detalles importantes para comprender la magnitud del incendio, explicar las consecuencias del evento, escuchar las preocupaciones e inquietudes de los jóvenes. Pero esto no ocurrió.
Para sorpresa de los políticos y de la sociedad en general, la juventud fue de nuevo protagonista y las universidades fueron nuevamente los puntos de referencia para reclamar los derechos ciudadanos. Esta vez, para unirse al reclamo de los jubilados por el mantenimiento de sus pensiones para una vejez con dignidad. Lo que resulta más evidente, es que el pensamiento crítico es el arma más poderosa para un cambio: No necesita de las armas, ni de la violencia, ni de los chantajes y manipulaciones. El pensamiento crítico de las y los jóvenes universitarios ante la problemática nacional, se manifestó a través de pancartas, consignas y una mochila con agua.
Esta parte de la juventud, perdió el miedo de hablar, así como en el pasado lo hicieron sus antecesores, teniéndose que proteger de las fuerzas antimotines que querían privarles la libertad de expresión.
Lamentablemente, después de tantos años, de nuevo se vive la violencia para llegar a acuerdos. ¿No se podían evitar tantos muertos y heridos por estas reivindicaciones?.
La necesidad del diálogo y del respeto a la diversidad de opinión y expresión es indispensable. Pero ¿cómo lo podían hacer los jóvenes si sus voces no fueron escuchadas? Las protestas de la juventud estudiantil son más amplias ya que el mundo tecnológico ha cambiado. A través de las redes sociales se transmiten en tiempos reales lo que los jóvenes no logran decir a través de los medios oficiales. Son los nuevos interlocutores que el Gobierno tendrá que tomar en cuenta y que va más allá de los partidos políticos ya que sus luchas son por el respeto del medioambiente, los derechos sociales, la libertad de expresión. Las nuevas luchas son políticas, pero no partidarias.
La juventud estudiantil crea movimientos, redes, organizaciones, pero no partidos. Para acostumbrarse a esta nueva forma de estructura social, se requiere mayor flexibilidad, apertura, sensibilidad, ya que en esta nueva visión, no se trata solo de morir por la libertad, sino de vivir con dignidad.
La autora es doctora en Psicología.