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“No te vas, te quedás”

Como vemos con un ejemplo histórico, Anastasio Somoza Debayle pudo irse de otra manera, de una forma más digna y menos sangrienta.

Platicaba con mi amigo Alfonso Callejas López sobre quién sería la persona idónea para que le dijera a Ortega y doña Rosario que tenían que irse, alguien que él escucharía y yo le dije que tenía que ser un general para que él escuchase, porque habrán muchos serviles insensatos que, como cuando Somoza, le dirán “no te vas, te quedás”, ya sea en privado o en una plaza pública, como le corearon a Somoza dos meses antes que se fuera, el 1 de mayo de 1979.

¿Quién será la persona idónea para decírselo? Fue entonces que Alfonso me trajo a colación un anécdota histórica de su padre, Alfonso Callejas Deshon, prominente liberal chinandegano distanciado entonces de Somoza, sobre la venida de la “Misión Mediadora de alto nivel de la OEA”, que arribó al país inmediatamente después de la insurrección de octubre de 1978.

La misión era presidida por William Bowdler, embajador de los Estados Unidos en la OEA; el almirante Ramón Emilio Jiménez, embajador de la República Dominicana, y Francisco Obiols, de Guatemala, y arribó al país con el fin de persuadir a Somoza que abandonara el poder para evitar más derramamiento de sangre.

Bowdler preguntó a Callejas, según su criterio, ¿cuál sería la forma más adecuada de resolver el problema político de Nicaragua? ¿Quién sería la persona adecuada para pedirle su renuncia? Díck, un funcionario de la embajada de los Estados Unidos, sugirió que pudiera ser el doctor Luis Manuel Debayle, su tío y consejero… ¿Y usted qué opina, señor Callejas?, insistió Baudler.

Callejas respondió: “yo con el perdón de Dick no creo que el “tío Luz” sea el indicado, primero porque creo que ya abandonó el país; segundo porque no creo que lo haría y tercero porque el general Somoza no le haría caso. Además, el doctor Debayle no tiene nada que ofrecerle. Me parece que sería más adecuado un militar norteamericano de alto rango. Podría ser uno de sus profesores de West Point”.

Esta vez Bowdler acogió la idea: “me parece que es una brillante idea, vamos a estudiarla”, respondió. En otro encuentro, Mr. Bowdler, relata Callejas en sus memorias, me confió que el militar escogido para la misión con el general Somoza era nada menos que el general jefe del Comando Sur en Panamá”.

Callejas relata en sus memorias que un par de días después, Bowdler le confía que ya se había dado la entrevista entre los generales y que parecía que las noticias eran promisorias. Pero en realidad no lo eran.

Bowdler al parecer agarró mal la seña de aquella entrevista de los generales y se va donde el propio Somoza y le dice, según el canciller doctor Julio Quintana que estaba presente: “Presidente, he sido informado que usted está dispuesto a hacer un acto patriótico renunciando a su cargo para evitar más derramamiento de sangre. Yo, como Jefe de la Misión de la OEA vengo a solicitarle que me dé por escrito la renuncia”.

Quintana —que estaba presente— le cuenta a Callejas que él le replica: ¿cómo se atreve usted, un extranjero, a pedirle la renuncia al Presidente de la República constitucionalmente electo por el pueblo, retráctese y váyase de aquí. Tacho reaccionó y le dijo: “usted ha mal entendido una conversación que yo tuve con uno de sus compatriotas. Yo jamás voy a abandonar al pueblo que me eligió. Voy a cumplir con mi deber hasta el último día de mi período para el que fui electo por ellos”. Bowdler se marchó sin decir esta boca es mía, como un perro humillado, con el rabo entre las piernas.

Como vemos con un ejemplo histórico, Somoza pudo irse de otra manera, de una forma más digna y menos sangrienta, pero por los que a sus oídos le gritaban o aconsejaban “no te vas, te quedás”, no lo hizo hasta que habían muerto muchos más nicaragüenses y dejando el país estaba destruido y ensangrentado.

Ni un general del Ejército de los Estados Unidos, como él, también graduado de West Point y jefe del Comando Sur, fue capaz de persuadirlo, mucho menos el embajador de este país ante al OEA. He traído esta historia a colación porque es de un pasado que siempre será de actualidad y del cual quizás aún estamos a tiempo de aprender.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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