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Daniel Ortega, reformas

Carta a Ortega: Sin miedo no funciona este modelo de gobierno

Sin miedo se acabó el modelo de gobierno que a usted le gusta. ¿Cuántas personas más tendría que matar, comandante Ortega, para reinstalar el miedo que se perdió el 18 de abril?

Carta a Ortega

Comandante Daniel Ortega, hasta el 18 de abril de 2018, usted lo sabe mejor que yo, el Frente Sandinista gobernó Nicaragua bajo la premisa de premio y castigo. Fueron sus buenos tiempos. Por un lado compró a quien pudo comprar, ya sea con puestos de trabajos, sentencias judiciales, curules, negocios o favores, y del otro uso el garrote en esta escala: primero con la amenaza de agresión para que desistieran quienes pensaran reclamar; segundo, con la agresión misma para los que se atrevieran; tercero, con juicios y represalias, para los incómodos, y por último, con la vieja tesis confiable que siempre funcionó: “Háceles un muertito y vas a ver como todos salen corriendo”.

Estallido

Este modelo, comandante, le funcionó durante once años. Parecía infalible. Y se confiaron. Creyeron que el pueblo podría aguantar todo, porque efectivamente nadie quiere guerra ni muertos. Entonces se robaron una y otra vez las elecciones, se autorregalaron Nicaragua con el cuento de un canal, extorsionaron a los ciudadanos en nombre de las multas de tránsito, le subieron a su gusto al combustible y a la energía eléctrica, nos sangraron, y nos quitaron todos los derechos, y parecía que estábamos resignados, porque el final, usted sofocaba todo esgrimiendo el garrote. Lo que no vio, comandante, es que cada una de sus acciones iba inflando la chimbomba del descontento hasta que estalló el 19 de abril, cuando ya ni matando a la gente usted pudo detener la furia de un pueblo que ya no lo aguanta a usted y a su familia.

Diálogo

No es cierto que la solución a esta crisis es un diálogo multisectorial, como usted y su gente quiere hacerlo ver, ni es cierto que la gente está inconforme por que se “rompió el modelo de consenso” que había manejado con el Cosep, como usted ha dado a entender. Para que el diálogo tenga sentido, de un lado de la mesa debe estar usted, su gobierno, y del otro quienes con sus reclamos los sentaron ahí. Se trata de oír los reclamos de los descontentos y buscar una solución pacífica a la crisis antes de que el baño de sangre sea mayor.

Vulgareo

Ya meter al diálogo a Luis Barbosa, sindicalista blanco, a Telémaco Talavera, su navaja suiza, o a los dirigentes de la UNEN, representantes del gobierno ante los estudiantes, es vulgarear el asunto porque ellos nunca se han quejado de su gobierno. Al contrario. Si la intención es resolver la crisis, siéntese con los muchachos, oiga sus reclamos y corrija el rumbo que lleva el país. Si el asunto es hacer un simulacro para ganar tiempo, siéntese con doña Rosario en el corredor de su casa a dialogar entre ustedes que al final es lo mismo que hablar con Telémaco y similares.

Matarife

¿Puede alguien acusar de violenta a una vaca que patea al matarife que quiere degollarla? Eso es lo que hace usted y los suyos. Cuando acusan de violentos a quienes protestan, en realidad se están quejando de que estos muchachos no se hayan ido a su casa después de la primera apaleada que los suyos le dieron cuando protestaban pa-cí-fi-ca-men-te en Camino de Oriente la tarde del 18 de abril pasado. Siguieron protestando. Y ustedes fueron a más. Ustedes usaron balas vivas. Ellos solo tenían las piedras que da la calle para defenderse. Fue una masacre. Mire los números: al menos 40 muertos confirmados y es posible que la cifra final supere a los 70. Esos muertos son su responsabilidad. Usted pudo detener la matanza con una orden y no lo hizo. Al contrario, la alentó al llamar delincuentes a los estudiantes. En serio, comandante, ¿va a acusar el matarife de violenta a la res que no se dejó degollar tranquilamente?

Matones

Usted comenzó a disparar contra estos muchachos desde que creó, entrenó y emplanilló a ese ejército de matones que llamamos “los motorizados”. Grupos paramilitares cuya existencia solo se justifica por su necesidad de crear miedo entre los ciudadanos que quieran reclamar sus derechos.  Grupos que actúan cobardemente contra personas indefensas, amparados en las ventajas que les da su armas, la protección policial que reciben y la impunidad que usted les promete. Sin miedo se acabó el modelo de gobierno que a usted le gusta. ¿Cuántas personas más tendría que matar para reinstalar el miedo que se perdió el 18 de abril? Así las cosas, solo le quedan dos opciones: o regresa a Nicaragua los derechos robados, incluyendo el de elecciones libres y de justicia para las víctimas, o ahoga en sangre este país como lo hizo Somoza en su momento.

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