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Aníbal Toruño, director de Radio Darío, asegura que el incendió dejó unos 450 mil dólares en daños. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Aníbal Toruño, director de Radio Darío, asegura que el incendio dejó unos 450 mil dólares en daños. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Infierno en León: el ataque a Radio Darío

La noche del viernes 20 de abril una turba de encapuchados enviados por el Frente Sandinista intentó quemar Radio Darío con las personas que se encontraban trabajando dentro. Dos de los atacantes murieron quemados

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La puerta principal es derribada de una patada y al menos una docena de hombres encapuchados, cargando galones llenos de combustible, irrumpe en Radio Darío. Son las 8:00 de la noche en León. En la recepción el único que aguarda es Raúl, el ahora tembloroso guarda de seguridad al que acaban de encañonar para que no se mueva. El plan está en marcha y va saliendo según lo esperado.

En la cabina y el cuarto de controles hay otra docena de hombres trabajando que aún no advierten lo que pasa. Escucharon un estruendo, el de la puerta, pero asumieron que se trataba de otro mortero y no prestaron mayor atención. En las calles de León se libran enfrentamientos entre estudiantes que salieron a manifestarse pacíficamente y policías que los reprimen. Han transmitido casi ininterrumpidamente durante miércoles, jueves y viernes. En la ciudad las manifestaciones no cesan. Ya quemaron el CUUN y los ataques y saqueos continúan.

El director Aníbal Toruño, sus periodistas, técnicos, trabajadores, su hijo y su sobrino están encerrados en las instalaciones de la constantemente perseguida y amenazada Radio Darío. Se preparan para empezar a transmitir cuando una explosión los ensordece. De pronto el fuego y el humo lo nublan todo. Tienen pánico, están confundidos y sienten que se asfixian. El plan sigue su rumbo y está casi completo.

Es la sexta vez que la radio es atacada. Lo hizo Anastasio Somoza Debayle en 1979, lo hizo el Frente Sandinista con sus características asonadas durante los gobiernos de Violeta Barrios de Chamorro, de Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños. Y ahora, otra vez, lo vuelve a hacer el Frente Sandinista, pero esta ocasión desde la Presidencia y con un objetivo más vil que los anteriores: quemar la radio entera y con esta a cualquier persona que se encuentre adentro.

La noche del ataque

Así quedó la radio después del incendio. Toda la estructura está quemada y destruida. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Los encapuchados se escabullen por el techo y por todos los rincones de la radio, bañando de combustible cada esquina. Raúl, el guarda de seguridad que estaba quieto por la amenaza de un tiro en la cabeza ante el más mínimo movimiento, ahora se ha quedado solo gracias al compromiso que el resto de hombres tiene para cumplir el trabajo para el que han sido contratados y que vienen planeando desde hace días.

Las amenazas por mensajes de texto a la Radio habían comenzado el miércoles y se extendieron hasta jueves y viernes; incluso recibieron una llamada al aire de alguien gritando que los iban a “fregar”. “Era obvio que nosotros estábamos en una posición difícil, porque hablábamos y criticábamos abiertamente”, dice Aníbal Toruño, director de la Radio. Sin embargo, ya bastante acostumbrado a los intentos de coerciones contra la Radio por la naturaleza crítica de esta, Toruño no concibió la idea de que alguna de las amenazas se fuese a concretar.

Pero el jueves en la noche recibió una llamada que sí lo alarmó, se trataba de una persona muy cercana al Frente Sandinista que le advirtió que algo se estaba planeando contra Radio Darío. “Mirá, Aníbal, tené cuidado. Existen planes de hacer un atentado contra la Radio”, dijo el sujeto.

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Llegó el viernes. El día fue intenso y difícil. Los jóvenes se enfrentaban a las turbas y eran reprimidos por la Policía Nacional. Hubo saqueos en casas comerciales, jóvenes y periodistas apresados, quemaron el mercado y el CUUN. Todos los empleados de la Radio estaban trabajando: transmitían en vivo, cubrían incidentes, hacían entrevistas. Unos nueve periodistas estaban en las calles reporteando.

Eran las 7:15 de la noche cuando Aníbal Toruño recibió otra llamada de la misma persona que le había hecho la advertencia un día antes. “Te puedo asegurar que el atentado está en marcha”, sentenció. El director reunió a todo el personal de la Radio y les habló del peligro que corrían. “Los que quieran conservar sus vidas deben hacerlo ahora, porque recibí una llamada a la que tengo que darle mucho crédito. Tengo la sensación muy fuerte de que vamos a ser atacados y los que quieran irse, que se vayan”, les dijo. Todos decidieron quedarse.

Aníbal Toruño advirtió que él no se iría de la Radio. Era la herencia de su padre e iba a defenderla con todo y las adversidades que eso representara. No era la primera vez que la Radio se encontraba en la mira de los políticos y poderosos. El primero en lidiar con eso fue Juan Toruño, quien además de ser su padre es el fundador de Radio Darío, el tercer medio de comunicación más antiguo de Nicaragua, advierte su hijo, después de LA PRENSA y Radio Mundial.

Los dorados años 40

La Radio Darío fue fundada en 1949, por Juan Toruño, un herrero que se enamoró de la radiodifusión. Este es una placa ubicada en la pared de la entrada de la radio. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

El joven Juan Toruño trabajaba como herrero, pero era un eterno enamorado de la radiodifusión. Se dio cuenta de que no podía estudiar ningún curso de Comunicación, Radiotécnica o Televisión porque cuando decidió inscribirse a uno de los cursos por correspondencia se dio cuenta de que tenía conocimientos muy básicos al respecto.

Le pidió al profesor Tomás Sarria, un conocido suyo al que él solía llamar maestro, que lo preparara para poder hacer uno de esos cursos de Radio con los que soñaba. El maestro aceptó, pero el joven Toruño salía muy tarde y entraba muy temprano a su trabajo como herrero, así que durante dos años, recibió clases desde las 2:00 hasta las 5:00 de la mañana, hora a la que debía irse a la herrería a trabajar.

Aníbal Toruño, director de Radio Darío, asegura que el incendió dejó unos 450 mil dólares en daños. LA PRENSA/ Óscar Navarrete
Aníbal Toruño, director de Radio Darío, asegura que el incendió dejó unos 450 mil dólares en daños. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

Finalmente el joven Toruño hizo su curso y su primer transmisor lo construyó él mismo. “Se escuchaba en una manzana, y él con sus amigos experimentaba. Ahí comenzó su sueño. En 1949 compró un transmisor y sacó su licencia”, dice Toruño, mientras advierte que quizás ese documento original de su padre, la licencia de la Radio, estaba entre los documentos que quedaron calcinados en el incendio.

Era la época dorada de la Radio. No había televisión y la sensación del momento eran las radios de onda larga. Desde entonces, la historia de la Radio estuvo marcada por los vejámenes de los gobiernos y dictaduras que Nicaragua ha tenido en los 69 años de existencia de la Radio. Juan Toruño fue exiliado, encarcelado y torturado por Somoza en varias ocasiones. Dos de estas después de la aventura de Pedro Joaquín Chamorro —de quien era amigo— en Olama y Mollejones y después del ajusticiamiento de Anastasio Somoza García, por el poeta Rigoberto López Pérez, con quien Toruño estuvo el mismo día de la muerte de ambos.

Liliam Fuentes es una de las vecinas que vio el incendio. Ella ha sido testigo de los ataques que la radio ha recibido desde que se trasladó a las afueras de León. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

En 1978, cuando la sede de Radio Darío estaba ubicada detrás de la iglesia San Juan, sufrió un ataque por parte de la Guardia Nacional. “Llegó una tanqueta, sacaron a todo mundo y comenzaron a torpedear, a tirar las bombas de la tanqueta a la Radio. Se quemó y se destruyó”, cuenta Aníbal Toruño.

Con el incidente, la Radio se trasladó a su actual sede, en Fundeci, un barrio ubicado en las afueras de León. Liliam Fuentes tiene uno de los vecinos más incómodos que pueden existir. Es una viejita que ronda los 70 años y vendiendo confites en la acera de su casa ha sido testigo de algunos ataques de los que ha sido víctima el medio de comunicación. “Últimamente así estamos siempre… Una vez venían pasando por la carretera en una camioneta y dispararon. Esa vez estábamos afuera y cuando oímos los disparos nos metimos en carrera. Ni supimos quiénes fueron, don Aníbal”, dice la viejita.

La última vez que la Radio había sido atacada fue en 2008, para las elecciones municipales. Un comando de diez personas irrumpió en la Radio, encañonaron al personal y empezaron a rafaguear todos los equipos. Sin embargo, Toruño no titubea al decir que este último, sucedido hace 16 días, ha sido el más grave de todos, porque el objetivo no era solo destruir, era matar.

La explosión

Una fotografía de Rubén Darío daba la bienvenida en la entrada de la Radio. Cerca de ella se encontraba Raúl, el guarda de seguridad que fue encañonado por los encapuchados que entraron a la radio. LA PRENSA/ Óscar Navarrete

El comando de hombres llega a la Radio a eso de las 8:00 de la noche. Van en dos camionetas que se estacionan en el parqueo del lugar. Bajan los galones con gasolina y los dos sacos de bombas para morteros. Abren la puerta de una patada y empiezan su labor.
El hombre encapuchado que amenazaba con un arma a Raúl, el indefenso guarda de seguridad, debe unirse al resto del grupo para vaciar los galones de combustible lo más rápido posible. Raúl está solo. La única puerta que da acceso a la cabina está rodeada por los encapuchados; lo único que Raúl puede hacer es golpear el vidrio, pero nadie lo ve ni lo escucha.

En días anteriores, como precaución ante las amenazas, Aníbal Toruño había cubierto de cartulinas toda la ventana transparente desde donde podía verse la cabina, porque en caso de que entrara un hombre armado, no pudiera verlos y dispararles a los periodistas y al personal desde la entrada. “Para evitar la tentación de que nos barrieran con un AK”, explica Toruño.

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La turba ya terminó su labor. Los recipientes están vacíos y es hora de iniciar el fuego. Salen apresurados de la Radio y agarran un mortero con el que van a disparar hacia el interior del lugar bañado en gasolina, para finalizar el trabajo que les habían encargado. “La operación, cómo la hicieron, denota indudablemente un afán enfermizo del Frente Sandinista de destruir la Radio. Pero esta vez quería destruir a su director —seguramente tenía informes de que yo estaba ahí— y a todos los que estábamos”, dice Aníbal Toruño, director de la Radio.

Se colocaron a tres metros de la entrada de la Radio y con el guarda de seguridad y todo el equipo dentro de esta, encendieron la mecha y detonaron el arma. Lo siguiente fue una explosión. “Caía el cielo raso, había fuego por todos lados. Era un caos. Tratamos de salir por la puerta y no se podía, había fuego. Yo sentí en ese momento que íbamos a morir quemados”, cuenta Toruño.

Raúl es el guarda de seguridad de la Radio Darío. Resultó con quemaduras en el rostro, las manos y las piernas. Cuando incendiaron la casa, él se encontraba en la entrada de esta. LA PRENSA / Óscar Navarrete

“Nosotros nos dimos cuenta hasta que explotó. Fue algo de gran magnitud, porque fue con combustible, porque dejaron algunos galones de combustible tirados ahí. Cuando explota se va la luz, se vuela el techo. De todas las veces que han destruido la Radio, es la primera vez que yo estoy presente. Y creo yo que ha sido una de las más agresivas, porque no solo querían callar la Radio, querían acabar con quienes estábamos adentro”, cuenta Aníbal Toruño Alonso, hijo del director de ese medio.

En las afueras de la Radio también había pánico. Apolonio Delgadillo, el encargado de disparar el mortero para incendiar la Radio, se estaba quemando. En su ropa había restos de gasolina y después de la explosión los gases los alcanzaron a él y a Jimmy Paiz.

Cuando a ambos los subieron a la camioneta, aún iban en llamas. Dos días después, ambos habían muerto.

Mientras la Radio se quema, Aníbal Toruño y todo su equipo busca un lugar por dónde salir. La puerta de salida arde y están a punto de morir quemados. Los vecinos fueron quienes acudieron a ayudarlos. Con baldes, panas y mangueras lograron apagar el fuego.
El equipo de la Radio pudo salir gracias a una puerta lateral que tiene la cabina. Siempre permanece enllavada porque conecta a la radio con una casa vecina que actualmente está deshabitada. Sin embargo, los vecinos lograron entrar a la casa, abrir la puerta y sacar a los trabajadores.

Cuando Aníbal Toruño salió de la Radio en llamas observó dos hogueras en el suelo. Al principio creyó que eran bolas de fuego que saltaron de la casa que ardía, pero gracias a un video que se hizo viral en redes sociales, se dio cuenta de que las marcas en el suelo las dejaron las dos personas que resultaron quemadas. “Era gente tan humilde y tan sencilla, excepto por Walter Malta, que es miembro del CUUN, que yo ya los perdoné. Era gente humilde, le pagaron 500 córdobas a cada uno”, cuenta Toruño.

Al mando de toda la operación, según las mismas investigaciones de Toruño, iba Filiberto Rodríguez, diputado del Frente Sandinista y miembro de la Junta directiva de la Comisión de la Paz, Defensa, Gobernación y Derechos Humanos de la Asamblea Nacional. Jimmy Paiz, uno de los que fallecieron durante el ataque a la Radio, según investigó Toruño, pertenecía al grupo de excombatientes históricos de León, que tienen su residencia frente a la Catedral de León. Apolonio Delgadillo, dijo Toruño, tenía entre 45 y 50 años.

Una familia

De izquierda a derecha: Aníbal Toruño Alonso (hijo), Aníbal Toruño y Víctor Toruño. Todos se encontraban en la cabina de la radio al momento de la explosión. LAPRENSA/ Óscar Navarrete

El lugar está completamente destruido. Hay papeles, facturas, audífonos, guías telefónicas enterradas bajo pilas y pilas de escombros. Hay dos imágenes que impresionan: la primera, un póster de Rubén Darío pegado en una de las paredes de la Radio completamente quemado, en la que solo se puede notar el rostro del poeta. Y la segunda, una máquina de escribir derretida de algunos lados, llena de ceniza y a punto de caerse del estante en el que está, también destruido.

Aníbal Toruño se pasea de un lado a otro. Su rostro es una mezcla de decepción y rabia. Unas 21 personas trabajaban para la Radio antes de que fuera quemada. Toruño dice que aún no ha despedido a nadie y que nadie se quiere ir, porque han formado una familia. La Radio sigue funcionando muy rudimentariamente: graban audios y los envían a un transmisor para que los sigan escuchando. También está al aire en internet. Las pérdidas andan entre los 400 mil y los 450 mil dólares, calcula Aníbal, porque a diferencia de las otras ocasiones, esta vez absolutamente todos los equipos fueron quemados. Aún están tratando de “acomodarse” y ver cómo hacen para que Radio Darío vuelva a funcionar con normalidad. “No sé qué voy a hacer, pero no he pensado en correr a ninguno de mis colaboradores. Vamos a morir todos en el intento”, dice el director.

Toruño recorre las instalaciones de su Radio de un lado a otro. Es irónico pensar que escogió el 3 de mayo, Día Internacional de la Libertad de Prensa, para visitar su medio de comunicación que ahora es una pila de cenizas y papeles, con el techo destruido y anchas tiras de luz que se cuelan por los espacios donde el zinc se vino abajo completamente. “Yo me siento tranquilo, me siento en paz, me siento con Dios, convencido de que lo que hicimos fue correcto”, dice Toruño.

Raúl, el guarda de seguridad de la Radio ahora se encuentra en una clínica privada porque sufrió quemaduras en el rostro, en las manos y en las piernas. Después del incendio, un taxista oyente de la Radio trasladó a Raúl a un hospital, pero se sintió intimidado después que varios hombres llegaron a preguntar por él insistentemente. Mientras Aníbal Toruño daba una entrevista al Diario LA PRENSA, recibió mensajes de uno de sus periodistas, en los que el colaborador le decía que tenía miedo, porque afuera de su casa había hombres desconocidos preguntando por él.

Aún son perseguidos e intimidados. El plan de matarlos no se concretó porque dos de los atacantes resultaron quemados, pero si no fuese así, Aníbal Toruño y su equipo estuviesen muertos.

Después de apagar el incendio, se dieron cuenta que cerca de la Radio había dos bolsas con bombas para morteros. Eran libras y libras de pólvora que pensaban tirar al interior de la casa una vez que le prendieran fuego. Si hubiesen podido tirar toda esa pólvora al interior, los daños hubiesen sido aún más graves. Las personas que se encontraban dentro de la Radio estarían muertas. El incendio hubiese alcanzado las casas vecinas y pudo haber provocado más muerte y más destrucción. Todo por 500 córdobas.

Filiberto Rodríguez, diputado del FSLN, a quien el director de Radio Darío acusa de dirigir la turba que llegó a quemar la radio. La Prensa/Manuel Esquivel
Filiberto Rodríguez, diputado del FSLN, a quien el director de Radio Darío acusa de dirigir la turba que llegó a quemar la radio. La Prensa / Manuel Esquivel

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