La UNAN, recién estrenada su autonomía universitaria (25 de marzo de 1958), tuvo que enfrentar una situación en que tenía que demostrar que realmente sabía ejercer, con valentía y responsabilidad, su calidad de institución de educación superior autónoma y su fidelidad a su nuevo lema “A la libertad por la Universidad”.
Esto fue con motivo de la masacre de estudiantes universitarios del 23 de julio de 1959. Efectivamente, ese trágico día cuatro jóvenes estudiantes fueron asesinados por los soldados de la Guardia Nacional somocista y cuarenta y tres heridos de gravedad mientras participaban en una marcha estudiantil pacífica, en protesta por los sucesos de El Chaparral. Era entonces rector de la UNAN el doctor Mariano Fiallos Gil, y quien escribe su secretario general.
Ante semejante crimen, el rector Fiallos, de inmediato convocó a una reunión urgente de la Junta Universitaria que expidió el siguiente pronunciamiento, aprobado por todos los decanos y los representantes estudiantiles. El histórico pronunciamiento dice así, en sus puntos principales: “La Junta Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, en presencia de los dolorosos sucesos ocurridos en la tarde de ayer, 23 de julio, que han conmovido la entraña misma de esta Alma Mater y de la Patria y durante los cuales resultaron cobardemente asesinados por miembros de la Guardia Nacional, cuatro estudiantes universitarios indefensos y heridos, cuarentitrés más, algunos de ellos gravemente”, acuerda: “—Condenar enérgicamente el crimen perpetrado ayer en las personas de numerosos estudiantes que sin haber hecho uso de violencia física alguna, fueron sacrificados en un acto sin precedentes en la historia de Nicaragua”. “—Exigir al Gobierno de la República, el ejemplar castigo de los que resulten responsables de tan vil atropello, para que la conciencia universitaria y nacional, que clama por pronta y enérgica justicia, sea satisfecha”. “—Protestar ante la conciencia de América por la violación de los derechos fundamentales que sostienen nuestros ideales de Cultura y Libertad”.
La UNAN demostró que su autonomía era una realidad y que sabía ejercerla con entereza cuando las circunstancias así lo exigían. Días después, el rector Fiallos Gil viajó a Buenos Aires a una Asamblea General de la Unión de Universidades de América Latina (Udual), en cuyo seno denunció el horrendo crimen cometido por la Guardia Nacional, al servicio de la dictadura somocista. La UNAN recibió el pleno respaldo de casi un centenar de universidades del continente, que condenaron enérgicamente el crimen. El rector Fiallos fue electo como miembro del Consejo Ejecutivo de la Udual y el 23 de julio fue proclamado como “Día del Estudiante Universitario Latinoamericano”, en homenaje a los estudiantes muertos en la masacre de León.
Ahora, que más de cuarenta personas han sido asesinadas por policías y miembros de turbas motorizadas, la mayoría de ellos estudiantes universitarios y hay, además, estudiantes presos o desaparecidos, nos preguntamos: ¿Dónde está el pronunciamiento del Consejo Nacional de Universidades condenando enérgicamente este crimen que supera el ocurrido en la época somocista? Hasta el momento, solo hemos escuchado las dignas protestas del rector de la UAM, doctor Ernesto Medina Sandino y del padre José A. Idiáquez, rector de la UCA. ¿Es que ya se perdió la autonomía universitaria, cuyo 60 aniversario conmemoró tan solemnemente el Consejo Nacional de Universidades hace apenas pocos días?
Estos crímenes tienen que ser investigados por una Comisión de la Verdad integrada por los organismos nacionales de Derechos Humanos y la presencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y del Relator Especial para Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El autor es jurista y catedrático.