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Cartas al director

Cartas al Director

Debe de estar decepcionado Sandino de estos neosandinistas que hoy reprimen a los ciudadanos de su tierra natal Niquinohomo

Encrucijada fatídica de Nicaragua

Ortega y su mujer son dueños de un cinismo espeluznante. Ttienen una mentalidad perversa y retorcida, hasta el punto de dárselas de cruzados de las causas más nobles. Basta con calcular el grado de corrupción e inmoralidad que arrastra la familia Ortega-Murillo y sus comparsas. Sin mencionar los años ochenta, la plaga de los noventa gobernando “desde abajo”, más de una década de desaciertos y errores por los cuales no rinden cuentas ni renuncian por decoro, ya que el decoro no entra en sus números. Qué descaro con su manipulación acerca de los acontecimientos históricos para hacer creer que ellos son una fuente de salvación. Cmo justificando sus acciones de hoy, en su perorata se alarga hasta los “timbucos” y “calandracas” como si él no fuera un heredero de tales especímenes, con sus mismas mañas y astucias. Derechas e izquierdas “ideológicas” que son la vergüenza de un país en que se ha derramado tanta sangre y soportado tanta corrupción que ha obstaculizado su avance al desarrollo humano y el crecimiento sostenible

La manera de Ortega para contrastar y vincular las vandálicas fuerzas de choque con la pacífica y generosa actitud de ciudadanos con la certidumbre de luchar por la verdad y la justicia, es de un desparpajo insoportable. Los ciudadanos, estudiantes, trabajadores, adultos mayores, “no tienen derecho a conspirar para destruir”, dice Ortega sin ningún rubor cuando la realidad nos indica que quienes conspiran son ellos, el orteguismo y sus matones. El ciudadano no hace más que ejercer su derecho constitucional a manifestarse en contra de un mal gobierno. Sus sicarios, junto con la Policía y el Ejército, hacen de una pacífica protesta un caos, siembran el terror y destruyen la propiedad. Provocan, matan, golpean, hieren, apresan, etc. para después inventar una descomunal mentira que nadie cree ni por asomo: los malvados son los estudiantes y los agredidos son los motorizados, auxiliares de la Policía. ¿Por qué serán tan necesarios para la Policía? Como expresara Fabián Medina, los garroteadores son también garroteados por los caciques de un régimen con delirio de poder y dominio total, sostenido por fuerzas represivas y oscuras.

¿En qué momento hubo frases de condolencia por los muertos, jóvenes nicaragüenses? Ni siquiera por el policía que perdió la vida. Tal es el cinismo de Ortega que citó angelicalmente la letra de nuestro himno y el poema de Rubén, Los motivos del lobo. Mencionó el odio de los opositores cuando apenas horas antes la Murillo disparaba frases plagadas de odio y desprecio para ciudadanos considerados sus enemigos. ¿Y qué podemos observar por la cadena televisiva? A representantes no del pueblo sino de un partido populista, clientelista y prebendario, con expresiones faciales indiferentes, destempladas, inexpresivas, impasibles, hoscas, con cara de yo no fui y miradas vacías de quien se sabe culpable.

Porfirio J. Gómez.

El poder y la paranoia de colores

En Niquinohomo, tierra natal del general Sandino, el azul y blanco se convirtieron en colores subversivos, pero son los colores de nuestra Bandera Nacional.

El azul armoniza con nuestro deseo de paz y tranquilidad. Es un color único que nos sugiere la no violencia y la serenidad de espíritu. Cuando hay actos de violencia desatada por antimotines con ayuda de turbas de la Juventud Sandinista, monseñor Silvio José Báez nos advierte: “No respondan con violencia…”. Y el pueblo acata con humildad y obediencia su mensaje.

Somos un pueblo hospitalario y de paz. También ennuestro Himno Nacional se expresa nuestra vocación de paz. En él se celebra que “… en tu suelo / ya no ruge la voz del cañón / Ni se tiñe con sangre de hermanos / tu glorioso pendón bicolor”.

Entonces, ¿por qué nos seguimos matando? ¿Por qué matan a nuestros estudiantes…? ¡Por qué! La lucha de los estudiantes es justa, pacífica y ha logrado movilizar al país entero en forma cívica y ejemplar.

Qué colores prefieren los amigos de la muerte, del odio, del dolor y de las flores para coronas fúnebres. Qué color prefieren los que tienen colmillos, garras, ojos rojos, cachos y pelos, y que son dominados por los más bajos instintos. Deben ser colores que huelen mal, a maldad o crueldad. Sin embargo, todos los colores son bellos siempre y cuando no provoquen paranoia o estimulen que se pierda la razón por símbolos del poder.

En esta lucha, los del Movimiento “Autoconvocados”, civilistas y pacíficos, pintan en azul y blanco el pedestal del monumento de Sandino, las turbas orteguista llegan, borran y lo pintan en rojinegro, colores del sandinismo; los “Autoconvocados” borran y lo pintan en azul y blanco.

Los bandos en disputa acuerdan un color neutro: el gris, pero las turbas rompen el acuerdo y lo pintan en rojinegro. La espiral de violencia se dispara sin control, animada por la promesa de impunidad para el bando de las turbas orteguistas. Finalmente, Sandino queda pintado en azul y blanco.

Sigamos pintando Nicaragua con los colores azul y blanco, porque son los colores de nuestra bandera; la bandera que nos cobija, que nos une, que nos identifica, que nos hermana, que nos emociona e inspira. Que nos acompaña en la lucha diaria y, sobre todo, cuando nuestra libertad se encuentra amenazada. Sigamos en la calle coreando nuestras consignas y agitando la bandera patria, para lograr el cambio hacia la democracia.

Emigdio Quintero Casco

Sandino, el niquinohomeño

Como creen que tuviera su corazón el niquinohomeño, General de “Hombres y Mujeres Libres”, Augusto César Sandino, al ver que su pueblo ha sido oprimido, reprimido y asesinado desde los años ochenta por unos que se dicen ser sandinistas que han utilizado el nombre y la lucha de Sandino para vivir bien y reprimir a su pueblo.

Debe de estar decepcionado Sandino de estos neosandinistas que hoy reprimen a los ciudadanos de su tierra natal Niquinohomo.

Dicen los historiadores que a Sandino le dolió en su corazón ver como pasaban los restos del general Benjamín Zeledón Rodríguez cuando era llevado por marines norteamericanos.

Me imagino que de igual manera le hubiera dolido el corazón a Sandino cuando en los años ochenta, estos que se llaman hijos de Sandino, con la ayuda de marines soviéticos, cubanos, libios y de otras naciones comunistas oprimían y asesinaban a su pueblo, de igual manera le estuviera doliendo hoy el corazón al ver como su pueblo es reprimido y asesinado por aquellos que dicen seguir su legado de libertad.

Creo que si Sandino estuviera entre nosotros en las montañas de Nicaragua ya le hubiera ordenado a Pedrón Altamirano que terminara con estos falsos sandinistas que hoy manchan su nombre y su lucha.

Máximo M. Castillo (Mexicano)

Error en título

En la edición de este martes, al artículo del señor Javier Argüello Lacayo publicado en las páginas de Opinión de este Diario se tituló erróneamente: El diálogo es para acordar la transición, siendo que su título correcto era: República del cinismo.

Ofrecemos disculpas por las molestias que hayamos ocasionado con este error.

El editor.

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