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No toquen a nuestros muchachos

La chispa de la explosión comenzó con las reformas al Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS), que se sumó al incendio de Indio Maíz. Como se ha repetido a cántaros, fue la gota que rebasó el vaso. Pero ese vaso se venía llenando de arrogancia, soberbia, prepotencia, autoritarismo, concentración de poderes, favoritismo, derroche, engaños. Todo esto y más hizo que se desbordara en cataratas humanas, difíciles de contener, menos con un contexto de discursos y acciones contradictorias. Como la manifiesta intención de paz y los hechos sangrantes. Y tantas frases, imágenes, relatos, acciones inhumanas hasta lo increíble, que fueron la levadura para “el pan que saldrá mañana”.

Como profesora me encontré con respuestas inesperadas, a veces aparentemente contradictorias, con una gran sensibilidad en medio de la supuesta apatía. Por eso no sé si los estudiantes aprenden más que nosotras, porque los docentes aprendemos de cada uno. Tengo presentes hechos, trabajos, respuestas que me hacían girar el rumbo de la clase. O repensar la próxima. O simplemente reflexionar o disfrutar.

Recuerdo un trabajo de comunicación institucional. Un grupo buscó a los afectados por el Nemagón, ubicados frente a la Asamblea Nacional. Desde su elección transmitían sus nobles sentimientos. Descubrieron que la sociedad desconocía las razones por las que estaban ahí, las condiciones en que se encontraban, lo que necesitaban y lo que reclamaban. Vieron que no tenían quien hablara por ellos. Hicieron un video. Conmovieron la clase hasta las lágrimas, y recogieron víveres para llevarles. Dijeron que no era su trabajo final, sino que seguirían. Fueron más allá. Pero nadie se preocupó por retomar la iniciativa y apoyarlos. Terminó el curso y la profesora y la universidad los dejaron solos.

Y así tantas cosas que no comprendemos, y vemos apatía, pereza, despreocupación. ¿Pero, qué nos comunican, qué nos reclaman, acaso no somos los mayores los apáticos? ¿Qué nos dicen con la música a todo volumen? O con su mundo en los audífonos o en los celulares. Quizás quieren aislarse del entorno que no los entiende, y crean un muro acústico. ¿Qué nos falta a los mayores para entenderlos? O más bien, ¿qué hacemos? ¿Y si los escucháramos? Y si le pusiéramos atención a sus expresiones, a sus silencios, a sus canciones.

Como la mayoría, pensaba que estaban dormidos en sus pantallas. Sin embargo, los jóvenes se autoconvocaron y nos despertaron, comenzaron a protestar contra las reformas del INSS y a defender a los ancianos, que también participaban en las marchas. “No toquen a nuestros viejitos”, dijeron cuando inició la explosión social. Y así salieron expresiones, incluyendo citas bíblicas: “Te pondrás de pie en presencia de un anciano y lo tratarás con respeto; de esta manera honrarás a tu Dios”; o en otras palabras, “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano”. Una lección para las instituciones y la sociedad. Para todos.

Aprendiendo de ellos, yo digo: honremos la memoria y la sangre de los mártires. Pongámonos en el lugar de sus madres. Y tratemos con respeto a los héroes, que sin tener canas, se lo han ganado. Les debemos agradecimiento. Y apoyemos a los jóvenes, según nuestras posibilidades. Y, por el Dios de mis padres, ¡no toquen a nuestros muchachos!

La autora es docente jubilada.

Opinión Indio Maíz INSS muchachos archivo
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