Solo un deporte como el boxeo es capaz de llenarse de tantas intrigas antes de cada combate. Los argumentos fluyen de una y otra parte y a esos terrenos entraremos de cara al que se perfila como el compromiso más importante en lo que va del 2018: el ucraniano Vasyl Lomachenko vs. el venezolano Jorge Linares la noche de este sábado en el Madison Square Garden de Nueva York, Estados Unidos.
Partamos mencionando que hay demasiado en juego. La pelea le llega a Lomachenko con ambos pies sobre la tierra prometida. Es considerado, hoy por hoy, el número uno libra por libra del mundo, a pesar de su corta pero homenajeada carrera. Está en una versión técnica que pareciera inmejorable y precisamente goza del aval de un público que celebra su brillantez escénica y precisión destructiva.
Del lado de Linares, un hombre de mucha más experiencia y contundente, asentado cómodamente en la división de las 135 libras en la que su cuerpo es una máquina en estado óptimo, de lo que seremos testigos es de una batalla bien condimentada. Los dos están a tope y eso es decir mucho. “El Niño de Oro” también pondrá en circulación el fajón de la AMB.
¿Quién es favorito? Lomachenko. Lo que hace peligroso son sus herramientas que dan vida a un boxeo rayano en la perfección. Tiene un juego de piernas por el que luego queda en una mejor óptica de ataque. Ahí usa por igual ambas manos con explosividad y si penetran el camino al daño está hecho. La única incertidumbre es qué ocurrirá si Linares rompe su esquema movedizo y esquivo y lo coloca en un escenario desconocido.
Aparte de esto, deberá asumir las desventajas de un Linares más alto y con un mejor armamento físico en esta categoría, a la que Lomachenko salta después de causar impacto en las 126 y 130 libras.
Distintos terrenos
Linares es esa clase de boxeadores que sube de nivel dependiendo del rival que tenga enfrente. La motivación de pelear con un Lomachenko virtuoso no será comparada nunca a la de sus pleitos anteriores. Asalto por asalto se va acoplando, distribuyendo con más soltura su ataque. El factor poder ciertamente está de su lado y con ello podría marcar una seria diferencia.
Lomachenko, desde su debut en octubre de 2013, solo se vio complicado con un Orlando Salido determinado a ir hacia adelante, con valentía y cuota elevada de golpes, para sacarle el resultado. Casi cinco años después de ese pasaje, no ha habido oposición conflictiva para “Hi Tec”, quien va adquiriendo esa fama de hacer que sus oponentes digan “no más” ante la frustración de ser alcanzados y no poderlo alcanzar, tal como les ocurrió al jamaiquino Nicholas Walters y al cubano Guillermo Rigondeaux.
“El Niño de Oro” se mantiene con la cabeza en movimiento, al igual que su cintura, marca adelante con el jab y tras esa acción conecta el uno dos arriba y remata con un gancho de izquierda al cuerpo, durísimo. Su labor estará enfocada en cortas salidas, calentar desde temprano y jugar con una estrategia inteligente, multidimensional, ante el boxeador más completo de estos tiempos.
“No voy a abandonar”, pregonó el venezolano en su campamento de Las Vegas, Estados Unidos, la semana pasada. La lectura que hace es que la batalla es primariamente complicada, pero además cree tener las herramientas no solo para hacer una actuación decorosa, sino para optar a la victoria, empujado por todo lo que implica la histórica cita.
Lomachenko es matemáticamente superior, pero la idea de descartar por adelantado a un boxeador cuatro veces campeón del mundo, con su arsenal bellamente pulido, es una mala opción. Las consideraciones están en este punto a horas de la batalla. ¿Será Linares freno de Lomachenko? La tarea se precia complicada, pero el boxeo es tan impredecible que un golpe basta para girarlo todo.