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La CIDH y el diálogo

Daniel Ortega aceptó por fin invitar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), para que “en el menor tiempo posible venga a observar in loco (en el lugar de los hechos) la situación de los Derechos Humanos en el país”. Esto es un triunfo inobjetable de los estudiantes, la Iglesia católica y los diversos sectores que han exigido este requisito para que pueda comenzar el diálogo entre la sociedad y el Gobierno.

La gente cifra esperanzas en el diálogo porque quiere una solución pacífica y democrática de la crisis. La visita de la CIDH y el informe que esta levante de las violaciones de los derechos humanos cometidas por la dictadura orteguista en la represión de las protestas, es una premisa para que en su momento se pueda hacer justicia.

Esta sería la tercera vez que la CIDH viene a Nicaragua para investigar la situación de los derechos humanos y las denuncias de atropellos gubernamentales. La primera fue en octubre de 1978 y el informe que presentó sobre las violaciones masivas cometidas por el presidente Anastasio Somoza Debayle, sirvió de base para que la OEA lo condenara, le exigiera la renuncia y contribuyera de manera decisiva al fin de la larga dictadura somocista.

La segunda visita de la CIDH a Nicaragua ocurrió también en octubre, pero de 1980, por invitación del gobierno provisional que instaló el Frente Sandinista al derrocar mediante la guerra a la dictadura somocista. En esa segunda visita la CIDH constató las violaciones de los derechos humanos que cometía el régimen sandinista, en particular contra personas que pertenecieron a la Guardia Nacional pero también contra ciudadanos disidentes o críticos de la revolución. Sin embargo la CIDH fue benigna con el régimen sandinista, lo que justificó por “las dificultades que tuvieron que afrontar las nuevas autoridades al hacerse cargo de un país prácticamente destruido por una guerra civil”, y por darle crédito al gobierno sandinista que prometió “respetar los derechos humanos”.

Estamos claros de que la visita de la CIDH no resolverá el problema de fondo de Nicaragua, que es la falta de justicia y de auténtica democracia. Pero es una derrota de la dictadura de Daniel Ortega que se negaba a invitarla, quizás porque teme que un informe de la CIDH podría ser, como fue el de 1978 contra la dictadura somocista, la base para que la OEA lo condene y lo sancione.

Como se sabe, después de anunciar el Gobierno la invitación a la CIDH los obispos convocaron a la instalación del diálogo para este miércoles 16 de mayo. Esto a pesar de que la represión continúa en diversos lugares del país. Quizás los obispos esperan que al instalarse el diálogo el régimen dejará de reprimir. Y aunque los invitados de la sociedad al diálogo consideran que no hay plenas condiciones, decidieron acudir a la convocatoria del miércoles de manera que el evento podrá arrancar.

En cualquier caso, los estudiantes y las fuerzas cívicas que están en la calle luchando por la libertad y la democracia no deben desmovilizarse. Como hemos dicho, y lo reiteramos, Ortega y Murillo solo van a ceder ante una poderosa presión nacional pero también internacional.

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