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elecciones 2019

Diálogo para la democracia y la paz

El objetivo del diálogo es la construcción de la democracia en Nicaragua, de la nueva República, que solo se puede lograr si hay justicia ante tanta barbarie que ha venido a teñir de sangre —una vez más— nuestro glorioso pendón bicolor.

Son ya más de 48 los jóvenes asesinados que claman justicia, y en los albores del diálogo nacional, siguen cayendo las víctimas, como el joven Francisco Ponce Flores, quien en un dramático video viral, vimos agonizando en el puente de Sébaco, tras recibir un balazo en la cara la madrugada del lunes por parte de paramilitares del régimen que atacaron el tranque, pero el joven fue salvado posteriormente por un médico local que lo llevó al Hospital de La Trinidad.

Como bien lo señalaron la tarde del lunes, representantes de la Coalición Estudiantil, Sector Privado, Sociedad Civil y el Movimiento Campesino Anticanal, aún no se habían cumplido las cuatro condiciones mínimas que pidieron los obispos y es imposible que se concreten antes de las 10:00 de la mañana de hoy miércoles, hora en que la Conferencia Episcopal ha convocado a los actores del diálogo nacional.

En mi opinión, ya lo de la venida de la comisión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), tras haber sido invitada oficialmente, es una condición que se ha dado, ahora depende únicamente de ellos, cuándo y cómo se organizan para venir.

Lo que aún no se ha dado es el cese de la represión, del hostigamiento y los asesinatos. El lunes a mediodía cientos de antimotines atacaron a los manifestantes en Sébaco que tenían trancado el puente y se produjeron nueve heridos.
Tampoco se ha dado el desarme y desmontaje de los grupos paramilitares del régimen que continúan operando impunemente en diferentes departamentos como Santo Tomás, Chontales; Managua y Masaya, ni hemos visto evidencia del cese de la coacción a los empleados públicos para que asistan a las movilizaciones de la dictadura, pero estamos pronto.

Creo que las condiciones que propicien el diálogo se deben dar a lo inmediato para que todos asumamos un papel constructivo y por medio del mismo diálogo se logren otras condiciones que aún no están presentes, o sea que una cosa con otra son complementarias y no autoexcluyentes.

Monseñor Silvio Báez lo puso con mucha claridad en este tuit el lunes por la noche: “Los obispos hemos llamado al diálogo conscientes de que no hay condiciones óptimas. Habría que abrir una nueva puerta de denuncia que se añada a la presión popular. No es justificar la represión ni capitular ante el terror. En el mismo diálogo hay que exigir las otras condiciones”.

El objetivo del diálogo es la construcción de la democracia en Nicaragua, de la nueva República, que solo se puede lograr si hay justicia ante tanta barbarie que ha venido a teñir de sangre —una vez más— nuestro glorioso pendón bicolor. Solo con una democracia verdadera a como estaba contemplada en el Plan de Paz de Esquipulas II se podrá edificar una paz duradera.

El fin de semana pasado todo Nicaragua fue testigo de la heroica resistencia en Masaya que produjo dos nuevos mártires y muchos heridos. También fuimos testigos de cómo en presencia de la Policía, paramilitares armados dispararon con fusiles de guerra contra los manifestantes, allí están las fotos y los videos como pruebas a presentar a la CIDH de estos criminales disparando contra el pueblo.

También fuimos testigos de un gesto masivo de solidaridad suprema, cuando miles de ciudadanos de Managua marcharon en caravana hacia Masaya en una antítesis ética del repliegue sandinista, una fiesta etílica y musical en vistosos toldos de las instituciones del Estado.

La gigantesca y espontánea caravana azul y blanco de la solidaridad con el siempre heroico pueblo de Masaya fue saludada por miles de ciudadanos que salieron a la carretera desde sus casas con sus banderas patrias. La caravana se extendió por seis kilómetros antes de la entrada a Masaya, donde fue vitoreada por la atribulada ciudadanía de la “capital de la resistencia”.

Los tiempos se están agotando para la dictadura, ya todos absolutamente todos sabemos que no hay marcha atrás, que nada volverá a ser igual que antes del 19 de abril, pero para ver esa alborada de la nueva República que soñó mi padre se deben hacer todos los esfuerzos para detener el derramamiento de sangre. De allí la responsabilidad de los obispos que han puesto sus esperanzas en el diálogo nacional que hoy inicia.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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