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Zoilamérica Ortega Murillo

Zoilamérica Ortega Murillo tiene 50 años. Es socióloga e investigadora. LA PRENSA/ Uriel Molina

Zoilamérica Ortega Murillo: “Ellos se han erigido como dioses”

Zoilamérica Ortega Murillo dice que su madre, Rosario Murillo, y a su padrastro, Daniel Ortega, están viviendo este momento como “dioses heridos” y que “son capaces de todo por no dejar el poder”

Zoilamérica Ortega Murillo sigue con el alma desde Costa Rica los acontecimientos del último mes en Nicaragua. Allá ella misma participa, sin buscar protagonismo porque considera que cargar con los apellidos Ortega Murillo despierta “la ira” de ciertas personas.

Ella que conoce bien a su madre, Rosario Murillo, y a su padrastro, Daniel Ortega, expresa que ellos están viviendo este momento como “dioses heridos” y que “son capaces de todo por no dejar el poder”. De su madre dice que toma los derrumbes de los árboles de la vida como un insulto y una provocación personal.

De la protestas manifiesta, en esta entrevista realizada por teléfono desde Costa Rica: “Si nos detenemos nos aplastan”.

¿Cómo está viendo lo que sucede en Nicaragua?

Desde mi propia historia yo viví sentirme atrapada y ahora me toca vivir desde fuera que el país pasa la misma catástrofe que yo pasé en muchos sentidos. Estamos viviendo un momento difícil, complejo. Estamos ante una grave amenaza de que un conflicto se vuelva a repetir en las dimensiones de lo que hemos tenido.

¿Cómo se explica esta situación? ¿Por qué cree que la población reaccionó así ante los abusos si los abusos ya sucedían desde antes?

Todo esto se venía acumulando en cada uno de nosotros, en cada una de las personas que están allá. Pero creo también que iba creciendo la dosis de abuso de poder, de imposición que estaba alcanzando la pareja presidencial. En este caso, la capacidad que empezaron a mostrar con la intención aplastante de imponer decisiones. Ellos jamás pensaron que el pueblo podía ir adquiriendo la capacidad de determinar dónde no se puede pasar. Se equivocaron creyendo que el pueblo iba a aguantar siempre y que el sometimiento del pueblo iba a ser eterno. Esa creencia solo es posible dentro de ese pensamiento mesiánico que hay en ellos.

¿Cree que esta situación los tomó de sorpresa o estaban preparados para un escenario así?

Creo que no, porque el realismo se perdió. Desde un pensamiento mágico, desde un pensamiento seudorreligioso, mesiánico, ellos se han venido justificando a sí mismos ser dueños de Nicaragua y ser los elegidos para estar al frente del país. Desde esa posición de ungidos no podían admitir que el pueblo iba a rebelarse ante ellos. Esto es peligroso, porque todas las reacciones que hemos visto es la de los dioses heridos. Dioses que el pueblo les ha venido diciendo con cada protesta, esta es la realidad, Nicaragua no es de ustedes. Toda la realidad contradice ese pensamiento, y por supuesto que no vamos a encontrar una respuesta con lógica política. Vamos a encontrar una respuesta mesiánica, de la arrogancia propia de quienes se han autoerigido como los dioses.

Si Daniel Ortega, dice usted, se cree dios, ¿qué cree que estaba pasando en su mente cuando en el inicio del Diálogo Nacional un estudiante lo cuestionó fuertemente en su cara?

Para mí, cada episodio, de estos días ha sido muy difícil. Porque es estar ante la admiración de cada uno de los hechos que han pasado, estos muchachos, las personas que han estado a la altura de este momento, y del otro lado estar viendo la capacidad que tienen de fabricar maniobras. Ese día ellos dos estaban sintiéndose expuestos. ¿Por qué Daniel Ortega no da entrevistas? Ellos no tienen un entorno social como cualquier ser humano, porque ellos son personas que están en un altar, por lo tanto estaban (ese día) sin cristales ante el pueblo. Ellos han sido los dueños de la verdad y esta vez fueron los muchachos quienes los pusieron frente a la verdad. Tenés dos reacciones soberbias. Cada una a su manera, pero soberbias. Esa paciencia que pudieron ver, con dosis de ceremoniosidad de él y en algunos momentos permitiéndose responder directamente es una actitud también soberbia de quien dice “yo no escucho lo que dicen, yo tengo algo que decir y aquí lo voy a continuar diciendo”. La reacción de la señora en todo el sentido corporal era de una furia reprimida, de quien continúa pensando cómo va a avanzar en sus planes.

Usted en algún momento relató que Daniel Ortega dejó de salir a la calle porque no soporta que lo encaren ciudadanos comunes.

Por eso te mencionaba esta reacción. Ellos no se exponen a la posibilidad de que alguien les diga la verdad. Algo que para ellos no es lo que merecen además. Ese halo de arrogancia y de poder, eso es así. Hace unos años, en un restaurante, él fue confrontado por una persona y reaccionó muy violentamente a ese gesto. En este caso, sabiéndose expuesto a cámaras de televisión, quizás operó algo de la racionalidad que tiene, sin embargo no fue una paciencia genuina. En estas irrealidades para estos señores, el pueblo tiene personas ignorantes que se equivocan, porque ellos nunca se equivocan, por lo tanto la misión en este momento es encarrilar al pueblo, que vuelvan al redil los que se han rebelado. Por eso ella decía que le devuelvan la Nicaragua de antes, es decir, devuélvanme mi reino.

Zoilamérica Ortega Murillo dice que su madre, Rosario Murillo, y su padrastro, Daniel Ortega, están viviendo este momento como “dioses heridos” y que “son capaces de todo por no dejar el poder”. LAPRENSA/ Archivo

Los árboles de la vida se han constituido en una especie de símbolo personal de Rosario Murillo. La población ya ha botado más de 20. ¿Cómo ve usted eso y cómo cree que lo toma la señora Murillo?

Esto se convirtió en un gran insulto a sus símbolos. Cuando recuperan el poder político vi como el color fucsia, rosado chicha como le llama ella, empezaba a invadir Nicaragua, y recuerdo que las puertas de la última casa que tuvimos en los tiempos de mi niñez ella las pintó en fucsia, por lo tanto era ponerle a Nicaragua los colores que ella un día tuvo en su casa. Y luego esos árboles gigantes con luces, es lo que hizo en la residencia de don Jaime Morales, inundó todo el patio de luces y luego todo eso se empezó a ver alrededor de Managua. Es empezar a trasladar tus creencias, lo que podés hacer en tu casa, hacerlo en el país. Es una forma de marcar territorio. Para ella, que le destruyan sus símbolos tiene que ser un acto de provocación muy fuerte. Con esos árboles de la vida estamos quitando esa acta de propiedad, ese decir “esto me pertenece y por eso esto está aquí”.

¿Tiene esto también una explicación religiosa?

Yo no creo que el tema de los amuletos y todo ese mundo ella lo aplique a sí misma. Es que ellos, al ser los ungidos ni siquiera reciben malas vibras de algún tipo que vayan contra ellos. Lo reciben como un acto de provocación.

¿Usted en algún momento pensó que serían capaces de una respuesta así? Más de 70 muertos.

Es una pregunta muy difícil. Denunciar a Daniel Ortega fue difícil no solo por los años de abuso sexual sino también por esa complicidad que ella tenía, que mi madre tenía en todo esto, y que esa complicidad tuvo tintes de crueldad, tuvo tintes de indiferencia, no ser capaz de sentir el dolor de otro que no sea aquel que está de su lado. Vi esa misma actitud hacia mi abuelo, en las maneras en que pasaba la cuenta a quienes la desafiaban. Incluso para mí que haya intentado hacerme daño físicamente en Nicaragua, que lo que pasara conmigo o mi familia podía ser una actitud personal por un hecho que no tuvo la altura de asumir, el abuso sexual en la familia, pero ellos son capaces de todo por no dejar el poder. Y eso es lo que más preocupa, que no terminemos de ver los riesgos. Si nosotros nos detenemos en este momento ellos nos van a aplastar. Si nos detenemos ellos va a continuar y a agravar el abuso de poder como una lección a quienes hemos salido en desobediencia.

Evidentemente se venía trabajando en la figura de Rosario Murillo como sucesora de Daniel Ortega. ¿Usted ve eso posible aún?

La idea de la sucesión de Rosario Murillo nunca fue realista ni posible. Cuando uno piensa en el momento en que su autoritarismo alcanzó la magnitud a la que ha llegado, esto fue cuando fue proclamada candidata a vicepresidenta. No hay que olvidar que su candidatura no tuvo consenso y que ella debió ser impuesta por una resolución del secretario general. Su intento de crear discípulos entre los jóvenes y la nueva generación, los que desgraciadamente hoy son paramilitares, nunca alcanzó el reconocimiento suficiente porque lamentablemente, mientras más poder tiene, más lo utiliza de manera avasallante, errático e implacable.
Su mayor adversario para lograr ser la sucesora de Daniel Ortega ha sido ella misma y su implacable manera de usar el poder. Su forma de aplastar con palabras y silenciar con crueldad. Su forma de eliminar a todo aquel que piensa diferente. Su decisión de cercar a Daniel Ortega de sus propios adeptos para evitar sublevaciones internas. El juego cruel de generar dependencias y complicidades para garantizar lealtades.

¿Ha tenido comunicación con su familia este último mes?

Absolutamente. Yo no tengo ningún vínculo con ellos. Es complejo, porque el final que van a tener no los incluye exclusivamente a ellos dos. Han atraído a mis hermanos a un sistema de poder corrupto y han arrastrado a niños que son parte de esa generación.

Habla de “el final que van a tener”. ¿Qué final ve usted para la familia Ortega Murillo?

No lo puedo decir. Hace tiempo, cuando yo hice la denuncia, Rosario Murillo, en un repliegue pidió perdón al pueblo de Nicaragua por haber tenido una hija como yo, y aun en este momento tengo que mantener mi sentido de ética humana y decir que acepto que tengo un vínculo con ellos, me refiero al vínculo sanguíneo. Además duele ver en lo que se han convertido y duele anticiparse a ese final. Definitivamente que el final va a tener la dimensión de sus propios actos y sus propias responsabilidades. Para mí y para mis hijos sigue siendo un tema difícil porque aceptamos con realidad que existe (el vínculo sanguíneo) y que uno no debe perder esa ética ante lo humano.

¿Ha pensado venir a Nicaragua en estos momentos?

No puedo, porque tengo limitaciones de seguridad para poder ir.

¿Qué significa para usted cargar con los apellidos Ortega Murillo?

Cuando yo participo en estos actos de protesta, me toca a mí también entender que llevar los apellidos me expone a que la gente también exprese su ira, su furia. Yo debo respeto a esa reacción merecida que la gente pueda tener hacia ellos y que de una u otra manera también uno la siente. Mi participación en cualquier iniciativa allá, incluso aquí, debe estar considerada dentro de ese acto de respeto que yo le quiero dar al pueblo. Si no quieren ver ningún Ortega Murillo, en todo caso yo respeto esa reacción que para unos me incluye y para otros no. Yo respeto eso y también espero que nunca se piense que mi interés es buscar protagonismo, y sería un asunto también cruel que una persona que lleva los apellidos que yo llevo quiera en estos momentos tomar protagonismo cuando por
el otro lado también asumo el vínculo que tengo con quienes hoy están llevando a Nicaragua a esta tragedia.


 Plano personal

En mayo de 1998 Zoilamérica Ortega Murillo acusó a Daniel Ortega de abuso sexual contra ella.

No pudo recuperar el apellido de su padre biológico porque dice le impidieron tener un juicio de desadopción de su padrastro Daniel Ortega.

Tiene 50 años. Es socióloga e investigadora. Tiene tres hijos.

En Nicaragua trabajó en una ONG enfocada en Educación e Investigación para la paz y derechos humanos. Actualmente en el exilio, es docente universitaria, y asesora de planes de estudio de educación superior.

Dice que su día empieza y termina con el ejercicio y algún devocional bíblico.

Gusta el café. “Mi compañero inseparable, además de Dios, es el café. El café representa todo para mí: energía, una buena conversación”.

El whatsapp es su red social favorita. “Dedico tiempo a ciertas rutinas familiares por whatsapp con mis hijos mayores, mis tías maternas y mis primas. En Costa Rica fui bautizada como “la profe”. Estoy 24 horas para mis estudiantes regulares y algunos tesistas que en Costa Rica disfrutan que yo sea “whatsapera”.

Le gusta cocinar postres porque dice ser “terriblemente dulcera”.


 

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