Aunque según la etiqueta los tres tótems que se exponen en el museo Quai Branly de París son una “donación”, su país de origen, Benín, pide la restitución de lo que considera un tesoro robado durante la época colonial.
“Estatuas del reino de Dahomey, donación del general Dodds”, dice la etiqueta para describir estos tótems medio humanos, medio animales.
En realidad, estas imponentes estatuas fueron robadas en 1892 por las tropas francesas del general Alfred Amédée Dodds durante el saqueo del palacio de Abomey, la capital histórica del actual Benín.
“He venido para aprender como se usaban estos objetos, más que la forma en que llegaron aquí”, comenta Michael Fanning, un estudiante estadounidense de Nueva Orleans, admirando las estatuas. “Pero, efectivamente, creo que deberían ser devueltas a quienes las fabricaron”.
Según Benín, en Francia hay entre 4.500 y 6.000 objetos que pertenecen al país, incluyendo tronos, puertas de madera grabada o cetros reales.
Del British Museum de Londres al museo Tervuren de Bélgica, numerosas colecciones europeas rebosan de objetos de arte llamados “coloniales”, adquiridos en condiciones a menudo discutibles.
En aquella época, militares, antropólogos, etnógrafos y misioneros que recorrían los países conquistados volvían a casa con recuerdos a menudo comprados o intercambiados en trueque, y otras veces robados.
Incluso el exministro francés de Cultura André Malraux fue condenado en los años 1920 en Camboya por haber intentado arrancar los bajorrelieves de un templo jemer.
La controversia no es nueva y no concierne únicamente a África. Grecia lleva décadas reclamándole a Reino Unido la restitución de los frisos del Partenón, en vano.
Pero el continente negro se ha visto especialmente afectado.
“Hemorragia” patrimonial
“África padeció una hemorragia de su patrimonio durante la colonización e incluso después, con el tráfico ilícito”, lamenta El Hadji Malick Ndiaye, conservador del museo de arte africano de Dakar.
Más del 90% de las piezas importantes de África subsahariana se encuentran fuera del continente, según los expertos. Por su parte, la Unesco apoya desde hace más de 40 años la lucha de esos países para que les restituyan sus bienes culturales desparecidos durante la época colonial.
Para Crusoe Osagie, portavoz del gobernador del estado de Edo, en Nigeria, no es normal que sus hijos tengan que irse al extranjero para admirar el patrimonio de su país. “Esos objetos nos pertenecen y nos los quitaron por la fuerza”, subraya.
Igual que Benín, cuya petición de restitución fue rechazada por Francia en 2016, otros países africanos han recibido negativas.
Ha habido sin embargo algunas excepciones, como en 2003, cuando el museo etnológico de Berlín devolvió una preciosa estatua de un pájaro a Zimbabue, una excolonia británica.