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La primera comisionada Aminta Granera, jefa de la Policía Nacional, visitó a sus familiares enterrados en el cementerio Guadalupe de León el dia de los difuntos. LA PRENSA/E.LÓPEZ

La primera comisionada Aminta Granera, jefa de la Policía Nacional, visitó a sus familiares enterrados en el cementerio Guadalupe de León el dia de los difuntos. LA PRENSA/E.LÓPEZ

Aminta Granera, la jefa decorativa de la Policía Nacional

Granera Sacasa finalmente enterró el poco capital político que le quedaba cuando en septiembre del 2011, violando la misma Ley de la Policía, aceptó quedarse al mando

Nombrada como jefa de la Policía por el expresidente Enrique Bolaños en 2006, la primera comisionada Aminta Granera Sacasa se convirtió en uno de los personajes mejor valorados en las encuestas de opinión.

Incluso llegó a ser considerada una “figura presidenciable”. Su carisma como funcionaria pública y su efectividad en la lucha contra el narcotráfico, llevó a la Policía a convertirse en una de las instituciones de mayor confianza para la población.

Sin embargo, la figura de Granera Sacasa tuvo un vuelco con la llegada al poder del actual presidente designado Daniel Ortega en 2007. El proceso de degradación de la Policía, llevado a cabo por Ortega, se pasó llevando por encima a Granera Sacasa, quien se convirtió en una cómplice de los pecados y abusos de la institución.

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El punto de quiebre fueron las protestas por el fraude electoral en las elecciones municipales de 2008, cuando la misma Granera Sacasa encabezó las fuerzas de la Policía que bloquearon y reprimieron las protestas de los partidos políticos opositores. Fue la primera vez que el país vivió una de las grandes aberraciones del régimen orteguista, que fue ver como la Policía colaboró mano a mano en las agresiones y los actos vandálicos de las turbas paramilitares en contra de las manifestaciones que repudiaban el fraude electoral. Esto se convertiría en una constante en toda actividad de protesta o marcha en contra del Gobierno.

El presidente designado Daniel Ortega, junto a la jefa de la Policía Aminta Granera. LA PRENSA/ ARCHIVO

La corrupción tocó igualmente la puerta de Granera Sacasa, cuando una investigación del periodista Octavio Enríquez, publicada en LA PRENSA en 2010, reveló que el esposo de la primera comisionada, Oswaldo Gutiérrez, era “asesor puntual” de la empresa Farmacéuticos y Conexos SA, una compañía del conglomerado de sociedades comerciales que creció al amparo del régimen, beneficiado con contratos estatales.

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Los socios de la afortunada empresa era el instituto que administra las pensiones del Ejército, el de la Policía (presidido por Granera), y el Seguro Social. El círculo del conflicto de intereses era mayor dado que el negocio se montó sobre las viejas instalaciones de los desaparecidos laboratorios de la familia de la jefa policial.

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Según fuentes policiales, es probable que este año Aminta Granera deje dirigir la Policía Nacional. LA PRENSA/ARCHIVO

Granera Sacasa finalmente enterró el poco capital político que le quedaba cuando en septiembre del 2011, violando la misma Ley de la Policía, aceptó quedarse al mando de la institución, a pesar de que le correspondía pasar a retiro.

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Desde esa fecha, Granera Sacasa se convirtió en una completa figura decorativa en la institución policial, quedando relegada en la toma de decisiones importantes. La Policía entró en una espiral de abuso tras abuso, desde el carácter recaudatorio de las multas de tránsito, pasando por la golpiza que le costó las piernas a Juan Lanzas, hasta la masacre de Las Jagüitas, en la que una familia fue masacrada por agentes policiales, solo por citar algunos.

La primera comisionada Aminta Granera solo aparece en actos protocolarios. La cara visible es Francisco Díaz, subdirector de la Policía y consuegro de Daniel Ortega. LA PRENSA/ARCHIVO
La primera comisionada Aminta Granera solo aparece en actos protocolarios. La cara visible es Francisco Díaz, subdirector de la Policía y consuegro de Daniel Ortega. LA PRENSA/ARCHIVO

Sin embargo, la institución del orden tocó fondo en su proceso de descomposición, al ser la principal ejecutora de la matanza de abril y mayo de 2018, en la que murieron producto de la represión al menos 99 personas, según los datos confirmados por LA PRENSA. Además, luego de las sesiones del diálogo nacional, la Policía abandonó sus funciones para dejar al país a merced de fuerzas paramilitares leales al Gobierno, que, desplazándose en motos y camionetas, han cometido asesinatos de jóvenes con impunidad. Crímenes de los que también es responsable una institución al mando de la primera comisionada general Aminta Granera Sacasa, quien ha permanecido desaparecida del radar de actividades públicas, en medio de rumores sobre su renuncia.

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