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Luces y sombra de un Cardenal

El cardenal Miguel Obando y Bravo falleció en la madrugada de este domingo 3 de junio de 2018, a los 92 años de edad.

En la nota informativa puesta en el sitio web de LA PRENSA, poco después del deceso del cardenal Obando, el periodista Octavio Enríquez informa que el también arzobispo emérito de Managua “fue uno de los protagonistas de la historia de Nicaragua desde los años setenta del siglo pasado, cuando el país estaba en pie de lucha para derrocar a la dictadura de los Somoza, y también por su posición crítica al primer gobierno sandinista, instalado posteriormente”. Y señala el paradójico hecho de que el cardenal Obando muriera “a la sombra de su alianza con el presidente designado por el poder electoral, Daniel Ortega”.

En marzo de 2016, cuando el régimen orteguista lo declaró “Prócer de la Paz y la Reconciliación”, el cardenal Obando aseguró que nunca había pedido honores y distinciones. Y citó al santo católico carmelita Juan de la Cruz, quien dijo que “en el ocaso de nuestras vidas seremos juzgados por el amor misericordioso de Dios y llegar a la meta en la esperanza de la resurrección y la vida eterna junto al Señor”.

Ciertamente, no somos nosotros quienes debemos juzgar al extinto cardenal Miguel Obando y Bravo. Él fue un hombre de fe y de la Iglesia católica, en la cual escaló posiciones hasta llegar al cardenalato, que es la más alta antes del papado. Y es Dios quien ahora debe juzgar sus obras religiosas y civiles.

En realidad, el cardenal Obando tuvo además de la función religiosa una destacada trayectoria política no partidista, como mediador en graves conflictos durante las dictaduras somocista y sandinista y aún en el período democrático de los años 90. Por sus méritos políticos como mediador en favor de la paz y la reconciliación, el cardenal Obando recibió varios premios internacionales aunque él mismo dijera que “nunca pidió honores, ni distinciones, ni primeros lugares”.

Lamentablemente para los sectores democráticos de la sociedad nicaragüense, en la última etapa de su vida el cardenal Obando se alineó con la nueva dictadura de Daniel Ortega, convirtiéndose prácticamente en un “capellán del orteguismo”, como lo lamentara una teóloga católica laica.

Como referencia de esa sorprendente conversión política, el periodista Octavio Enríquez recuerda en su nota informativa sobre el deceso del cardenal Obando, que en octubre de 2002 “los votos de los contralores de (Daniel) Ortega salvaron de ir a juicio al protegido del religioso, el magistrado electoral Roberto Rivas Reyes, quien se encontraba involucrado en irregularidades administrativas al frente del Consejo Supremo Electoral”.

Pero eso ya es historia. El cardenal Obando y Bravo ha fallecido y nosotros no lo juzgamos. Solo deploramos que por la razón que fuese apoyara a la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo, aunque confiamos en que no haya querido o podido avalar las despiadadas masacres orteguistas de abril y mayo.

De cualquier manera, que descanse en paz el cardenal Miguel Obando y Bravo.

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