A través de su sitio de Facebook, la Asociación Nicaragüense de Escritoras (Anide), dio a conocer el lanzamiento virtual de su libro Nunca más este abril, texto intenso y dramático que reúne poemas de varias generaciones de escritores, así como dolorosos testimonios sobre las protestas de abril y mayo reprimidas por el Gobierno.
“Este es un libro homenaje a los jóvenes nicaragüenses que a partir del mes de abril han llevado sobre sus hombros la dignidad del pueblo en defensa de la libertad de expresión y los derechos humanos en general”, destacó la escritora Marianela Corriols, presidenta de esta organización literaria.
En su texto de presentación del libro, Corriols “lamenta la pérdida de valiosas vidas, el sufrimiento de los heridos, de las personas encarceladas y desaparecidas”, asimismo abraza el luto de las familias que lloran a sus muertos.
Las cifras de los últimos 47 días revelan que al menos 107 ciudadanos han sido asesinados y los criminales siguen impunes.
Países y organizaciones internacionales de derechos humanos, grupos de solidaridad, así como personalidades como el papa Francisco, desde el Vaticano, se unieron al dolor e instaron al régimen de Daniel Ortega a respetar “la vida y la libertad de los nicaragüenses”.
Homenaje literario de Nicaragua y el mundo
El lanzamiento de este libro es un homenaje específico de Anide (Asociación Nicaragüense de Escritoras) en la que participan 34 escritoras de Nicaragua, Chile, Inglaterra, Estados Unidos, Francia y Costa Rica, explicó Corriols.
Los poemas que aparecen en esta sección son recientes, escritos por mujeres a raíz de todo lo que ha pasado recientemente, otros fueron retomados de los años setenta y ochenta.
Este libro cuenta además con una sección en la que también colaboró gente para seleccionar escritores de las generaciones anteriores, incluyendo a escritoras fallecidas como Vidaluz Meneses, Ana Ilce Gómez y Claribel Alegría.
Por igual se podrán encontrar poemas en la sección Las generaciones que anteceden saludan a los jóvenes, y figuran 18 autores de varias partes del mundo, con temas alusivos a la libertad de expresión y la lucha de los jóvenes en todas las épocas.
Reúne testimonios
Asimismo cuenta con la tercera sección, Jóvenes: las voces dignas testimonian “donde personas que no son escritores, o fueron víctimas de la violencia, han escrito sus experiencias, entre ellos estudiantes de medicina o de otras universidades”.
El libro cierra su homenaje con el poema Hoy es un gran día para morir, de uno de los jóvenes asesinados, Franco Alexander Valdivia Machado.
“Este fue uno de los jóvenes que murió el 20 de abril, era un estudiante de Derecho, y escribía canciones de rap, su nombre artístico era Renfan, su poema era premonitorio, y lo escribió en su WhatsApp el 18 de abril, dos días después fue asesinado por una bala frente a la Alcaldía de Estelí”, comenta Corriols.
Recibirán nuevos escritos
Esta sección de testimonios continúa abierta a las colaboraciones de las personas que siguen escribiendo sobre hechos recientes.
“Vamos a realizar versiones actualizadas sobre los testimonios”, dice la escritora y pueden enviar sus escritos al correo: [email protected]
“El objetivo final de este libro es mandarle un mensaje a la juventud de que no están solos, que los apoyamos, porque esta es una lucha de todos los tiempos, una lucha por libertad y derechos”, explica Corriols.
Por el momento esta presentación es solo a través del Facebook de Anide (https://www.facebook.com/notes/anide-asociaci%C3%B3n-nicarag%C3%BCense-de-escritoras/anide-presenta-libro-homenaje-nunca-m%C3%A1s-este-abril/987051358143142/).
Esperan en el futuro publicar una versión impresa y entregarla a las madres y jóvenes, autofinanciada por las mismas escritoras. Se anunciará la fecha de presentación y la entrega simbólica del libro Nunca más este abril.
Cuatro poemas de Nunca más este abril, publicado por Anide
Canto de esperanza
Daisy Zamora
Algún día los campos estarán siempre verdes
y la tierra será negra, dulce y húmeda.
En ella crecerán altos nuestros hijos
y los hijos de nuestros hijos…
Y serán libres como los árboles del monte
y las aves.
Cada mañana se despertarán felices de poseer la vida
y sabrán que la tierra fue reconquistada para ellos.
Algún día…
Hoy aramos los campos resecos
pero cada surco se moja con sangre.
¿Dónde están?
María del Carmen Pérez Cuadra
Llegó cuando menos lo esperaba.
Pero era mío. Lo único que era mío.
“Leé, preparate y cambiá la historia”, le dije.
Salió a buscar educación, pero le entregaron una bala servida en su propia cabeza.
Le dije muchas veces que un universitario debe saber escribir, hablar,
pero también escuchar.
Que: “lla yego la ora de exijir justizia”. Fue su última broma en mensaje de texto.
Después se repitió la historia maldita:
Una llamada, un silencio brutal que se tragaba mi vida entera.
Ya voy, no soy nada, no importo, solo vivo si es para quererte, mi chiquito.
Entonces, mientras recibía las condolencias, recordé a la madre aquella,
la mujer extranjera que buscaba el cuerpo de su hijo,
y recordé a la otra madre indígena que meses atrás reclamaba por sus hijitos
desaparecidos.
Lamenté tanto no haber puesto atención suficiente
a sus manos sujetándose las mandíbulas
como para contener la cara en su sitio.
Hoy comprendo qué es lo que ella sentía.
A mí no me sirven las manos para sujetar este rostro de mantequilla amarga.
¿Dónde están esas otras madres? ¿Las has visto? Quiero ir con ellas,
acompañarlas hasta que encuentren el último hueso de sus hijos.
Dolor de matria
Martha Cecilia Ruiz
Ninguna bandera alcanza para cubrir el dolor de una madre, ni las balas, ni los pregones, ni las consignas, ni los sonidos de la vida cotidiana, hoy tan lejana. Nada puede acallar la ausencia del hijo asesinado. Es más grande el dolor de una madre que los kilómetros cuadrados de una patria, que las palabras de los poderosos, que los titulares en las noticias y los virales en las redes sociales. Tan solo hablar es un acto cruel ante la carencia de la voz del hijo amado. Un niño, eternamente niño, expuesto anticipadamente ante el ángel de la muerte por las huestes del mal, adoradores del poder y enfermos de idolatría. Nunca se apaga el dolor por el hijo ausente, nadie puede con ese llanto, ni siquiera todas las voces que dicen ¡Patria!
La paz camina
Ericka Picado
La lluvia cae, sin luces.
Me asfixia.
La señal es un diálogo,
sin fragmento,
con un lapicero rojo.
Intento pintar
La paz
La paz
La paz
La luz, la luz, la luz.
Tocando el cielo intento cantarle
al sol, arde y quema a las luciérnagas mágicas,
canta su canción.
Nunca intento dudar
de tu coraje, pero sí de algún golpe, del mar.
La paz camina aceradamente con la luz del sol.