Hasta el 2010, la historia de España en Copas del Mundo era irrelevante.
España podía acoger la mejor liga del mundo, con los más brillantes jugadores extranjeros, pero también con fantásticos talentos locales y sin embargo no era capaz de articular un equipo con oportunidades reales.
Su mayor éxito era el cuarto lugar conseguido en Brasil, en 1950. Luego de eso no había nada, sino frustración y tristeza generalizada tras sus participaciones. España no había dejado huella en los Mundiales.
Todo cambió a partir del 2008 con el aterrizaje de Luis Aragonés y la implementación del famoso “tiqui-taca” que no solo permitió sacar provecho a jugadores de escaso vigor físico, sino que sedujo al mundo con un juego participativo de pases cortos y mucha posesión, ejecutado todo con una precisión exquisita.
Fue así como alcanzó la cima en Sudáfrica en 2010, ya con Vicente del Bosque a la cabeza, Casillas bajo los palos, Puyol, Ramos, Capdevila y Piqué dando firmeza atrás, Busquets, Xavi Hernández y Xabi Alonso hacían daño desde el mediocampo, más Iniesta, David Villa y Pedro adelante.
Cuando este triunfo llegó, España ya había penetrado hondo en el sentimiento popular de los nicaragüenses, a través del Real Madrid y del Barcelona, dos clubes con una popularidad increíble en nuestro país.
Después de su vergonzoso papel en Brasil 2014, donde terminó en el puesto 23, en su peor actuación en Mundiales, España pretende volver por sus fueros ahora en Rusia y para muchos es un legítimo candidato al título.
Julen Lopetegui ha logrado ensamblar un gran equipo, en el que se conserva mucho futbol en Iniesta y Busquets, pero agrega juventud con Koke en el mediocampo, más Isco, Asensio y Aspas en el ataque, junto a Diego Costa en la punta.
Ya veremos si en efecto España está de vuelta.
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