De la estación policial de Masaya nadie sale ni entra desde la madrugada del lunes pasado, cuando se cerró un fin de semana de terror en la ciudad: diez pobladores asesinados y más de sesenta heridos de bala.
Las puertas y ventanas de la comisaría han sido selladas con cartones, papeles y algunas pizarras de corcho. Los oficiales no salen del todo.
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El edificio, que colinda al oeste con el Instituto Central Carlos Vega Bolaños, y al este con el Mercado de Artesanías y otras tiendas comerciales, luce desolado y lúgubre.
Para vigilar los movimientos en el exterior, los oficiales dispusieron de espejos pendidos de algunas ventanas. En las torres y techos de la estación se pueden observar a vigías armados, por lo que pocos pobladores se atreven a pasar por el sector, de hecho, los transeúntes evitan caminar por las aceras a la orilla del edificio y lo hacen en las de enfrente.
Sin salidas
Todas las posibles rutas por donde podría salir una unidad policial están cercadas por barricadas. Los cuatro puntos cardinales que bordean el edificio fueron bloqueados como una forma de protección ante los ataques en conjunto con paramilitares orteguistas.
Los masayas, como una alternativa para evitar más saqueos, se organizaron el viernes 1 de junio y levantaron barricadas e hicieron guardias para cuidar sus barrios.
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Se decidió que a las 6:00 de la mañana se levantarían los bloqueos para que la población lograra salir. Sin embargo, esa acción permitió que grupos de antimotines en camionetas entraran a la ciudad y reprimieran a los manifestantes.
El saldo solo del fin de semana fue de diez muertos, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH).
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La víctima 11 cayó en una de las barricadas que está a una cuadra del Mercado de Artesanías; la misma ciudadanía dijo que, presuntamente, un francotirador jaló el gatillo y acabó con la vida de Jorge René Zepeda Carrión, de 33 años, conocido en su barrio Países Bajos, como comandante Chabelo.
Aunque la Policía no ha vuelto a salir a las calles, la ciudadanía no baja la guardia y se mantiene vigilante ante una nueva represión.
Fuerza desmedida
De acuerdo con Álvaro Leiva Sánchez, secretario ejecutivo de ANPDH, la forma en la que se comporta el cuerpo policial frente a la protesta cívica es desmedida.
“Es una fuerza policial que no está respetando la Constitución, las leyes ni los protocolos que deberían de utilizarse para garantizar el control de la protesta cívica”, dijo.
“Cada vez que hay una incursión policial hay ejecuciones, es decir, hay muertos y eso es una preocupación profunda que existe en la ciudadanía masayense”, agregó.
Antes que la delegación policial de Masaya estuviera cercada, a Monimbó no podía entrar ningún oficial debido a que la ciudadanía ha sido testigo del actuar represivo por parte de la institución, además de fuerzas paramilitares.
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En Masaya el sentir es de poca credibilidad y confianza hacia la Policía Nacional.
Asimismo, les molestó que el comisionado general Ramón Avellán, jefe de investigaciones de la Policía Nacional, dijera, en un video que circula en redes sociales, que los participantes en las manifestaciones eran drogos y borrachos.
Francotiradores
Leiva expresó que otro elemento que les preocupa es la supuesta presencia de francotiradores en algunos puntos de la ciudad. Han tenido notificaciones de francotiradores “acantonados, que eso es nocivo a la vida y peligroso a la integridad física de las personas”, argumentó.
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En este sentido, destacó la muerte de Zepeda Carrión, de quien aseguró que fue evidente el uso de una mira telescópica, acto que calificó que no corresponde ni a control de protesta, sino a “ejecución, de asesinato a mansalva contra un ciudadano que está indefenso frente a un control, a una mira telescópica que lo tiene emboscado”.