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El nicaragüense Paul Navarro, entrenador de los Padres de San Diego, estará en el cuerpo de trabajo de la Liga Nacional durante el Juego de Estrellas 2018 de las Grandes Ligas. LA PRENSA/CORTESÍA

El nicaragüense Paul Navarro, entrenador de los Padres de San Diego, estará en el cuerpo de trabajo de la Liga Nacional durante el Juego de Estrellas 2018 de las Grandes Ligas. LA PRENSA/CORTESÍA

Nicaragüense Paul Navarro participará en el Juego de Estrellas como entrenador

El nicaragüense Paul Navarro fue elegido para participar en el equipo de la Liga Nacional como trainer, durante el Juego de Estrellas de las Grandes Ligas

Nicaragua tiene segura su representación en el Juego de las Estrellas de las Grandes Ligas, el próximo 17 de julio en el Nationals Park, de Washington, a través de Paul Navarro, un matagalpino que es especialista en acondicionamiento físico de los Padres de San Diego y que de forma admirable y silenciosa se ha sostenido en las Grandes Ligas durante 13 años.

Navarro, de 44 años de edad, tiene el puesto de trainer en los Padres y se ganó su presencia en el Juego de las Estrellas que viene, con el equipo de la Liga Nacional, por su larga y exitosa carrera.

“Cuando se realizan las reuniones invernales de los equipos de las Grandes Ligas, también nos reunimos los miembros de la Sociedad de Entrenadores de Beisbol Profesional (PBATS, por sus siglas en inglés) y ahí, entre muchas actividades, se elige a los entrenadores que participarán en los Juego de las Estrellas y esta vez me tocó a mí, lo que me hace sentir orgulloso por tener la oportunidad de representar a Nicaragua y es algo que se lo dedico a todas las personas que me ayudaron y apoyaron para llegar aquí. No ha sido fácil. Estar fuera de casa durante las giras del equipo, es la parte más difícil de este trabajo”, expresa Navarro.

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Un requisito indispensable es tener al menos 10 años de experiencia de trainer en las Grandes Ligas, como prueba de consistencia y calidad, pues tomen en cuenta que cada equipo tiene tres entrenadores de este tipo y hasta hace poco solo eran dos, así que es cosa seria sostenerse en este puesto, ante tanta competencia.

“Este es un trabajo soñado, que todos en este oficio desean, porque los trainers tenemos los mismos beneficios que los jugadores al retirarnos, con derecho a una pensión si acumulamos 10 o más años de servicio”, explica el matagalpino que muy joven fue enviado por sus padres a los Estados Unidos en busca de un mejor futuro, y lo consiguió.

“De todas las cosas que se pueden lograr en mi profesión, la Serie Mundial, los playoffs y el Juego de Estrellas son las más especiales. Voy a ver si le pongo algo a mi gorra, un hastag o algo así en alusión a Nicaragua. No sé si eso es permitido, pero lo voy a intentar”, planea Navarro, quien en total tienen 19 años de experiencia en el beisbol profesional, porque los seis primeros los pasó en las Ligas Menores, siempre con San Diego.

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Casi se estanca

Navarro por poco pierde la fe. En sus tres primeros años con los Padres no avanzaba más allá de la categoría Rookie, porque habla español y resultaba muy útil por la gran cantidad de peloteros latinos que venían de la Academia de República Dominicana. Igual que los jugadores, los entrenadores desean ser promocionados y eventualmente llegar al equipo grande, así que un día decidió hablar con el director de Ligas Menores de San Diego.

“Le dije que si el propósito era dejarme abajo por hablar español, mejor renunciaba, entonces me respondió que el siguiente año (2004) me subirían de nivel (a Clase A) y me cumplieron”, y más rápido de lo previsto llegó al Big Show.

En agosto del 2005, en su segundo año con el equipo de Fort Wayne, de la Midwest League, Navarro recibió la llamada que todos desean. El asistente del trainer de los Padres enfermó y él fue seleccionado para reemplazarlo por el resto de la temporada, subiendo de esta manera a las Grandes Ligas.

“No tenía el puesto seguro para la siguiente temporada (2006) y fui uno de muchos que entrevistaron, y me eligieron para seguir y todavía estoy aquí. Tuve un rápido ascenso, porque la mayoría de trainers que llegan pasan de ocho a diez años en Ligas Menores. Cuando subí, le gustó a los jugadores mi manera de trabajar y esto me ayudó a ganarme el puesto”, afirma.

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El jugador es primero

De acuerdo a Navarro, la clave en este oficio es el trato al jugador. “En San Diego tenemos la filosofía que el pelotero es primero y hasta cierto punto muchos creen que los mimamos demasiado, pero es satisfactorio saber que cuando los jugadores se van, nos han dicho que les cuesta encontrar el mismo tipo de trato que damos aquí”, explica.

“La comunicación y la confianza son muy importantes y hace más fácil nuestro trabajo”, agregó.

Los trainers difícilmente obtienen reconocimiento por su labor, pero Navarro y su grupo de trabajo en San Diego ha sentido el respaldo de muchos, incluyendo auténticas luminarias como Greg Maddux.

“Maddux nos dio crédito mientras jugó aquí, porque le ayudamos en la recta final de su carrera. El bullpen de los Padres siempre es de los mejores de la liga porque mantenemos a los relevistas sanos. Ellos lanzan seguido y nuestro deber es mantenerlos en buena forma y saludables. Aquí no hay premios individuales, sino nos evalúan como equipo de trabajo, el cual está compuesto por tres trainers, un fisioterapeuta, un masajista y un entrenador de pesas”, apunta.

“Esta es una profesión en la que hay que estar en constante preparación y actualización para mantener la licencia. Desde que comencé hasta ahora, ha habido muchos cambios en la técnica y los instrumentos que se utilizan. Uno debe mantenerse al día. Muchos quizás subestiman esta carrera, cuando en realidad es de suma importancia para los equipos, porque estamos pendientes de la salud de los jugadores y si se enferma algún familiar cercano de ellos, también nos hacemos cargo”, aseguró Navarro.

Deportes Grandes Ligas Paul Navarro archivo

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