Querida Nicaragua: Tal como lo prometió a los señores obispos luego del último diálogo secreto en la Casa de los Pueblos, Ortega cumplió dos días más tarde lo prometido. La respuesta fue más que clara. La misma noche del día siguiente las turbas atacaron furiosamente uno de los tranques de la UNAN y produjeron un muerto, un joven de 19 años. Después los ataques han sido continuos en Las Banderas donde las turbas antimotines aterrorizaron a toda la población y destruyeron el tranque que el pueblo había levantado y resultaron otros dos muertos. La noche del domingo recién pasado las turbas sembraron el terror en varios barrios entre ellos El Paraisito y sus alrededores, inclusive recorrieron casa por casa buscando a los muchachos que habían levantado los tranques, sin respetar la privacidad de los vecinos del lugar.
Esa fue la respuesta que Ortega dio a los señores obispos. Estos le presentaron en el diálogo mencionado un documento que desactivaría las protestas y que consiste en iniciar los esfuerzos para buscar la democratización y la justicia en nuestra nación. Ortega y doña Rosario cambiaron impresiones con los obispos durante unas dos horas y al final don Daniel les dijo que les resolvería en un par de días. La respuesta real fue la intensificación de la violencia de las turbas gubernamentales.
Actualmente Nicaragua está perdiendo millones de dólares por causa de la inestabilidad en que se vive.
El Gobierno no parece tener más respuesta que la violencia de las turbas revueltas con policías vestidos de civil y con delincuentes a sueldo con órdenes de apalear y hasta matar a quienes hagan resistencia. Vivimos prácticamente un estado de guerra donde el pueblo armado de piedras y morteros se enfrenta a paramilitares del gobierno que usan armas de guerra y han matado ya cerca de 140 personas. Al parecer Ortega y Murillo piensan seguir gobernando en un triste cementerio, sobre cientos y cientos de cadáveres o quizás dejar el gobierno totalmente arrasado, en plena bancarrota, casi ingobernable.
Es curioso el contraste entre un presidente demócrata y uno seudocomunista como este. El expresidente Bolaños dejó el país en superávit, millones en el Banco Central, un Seguro Social bien manejado, ministerios en orden y todos ellos con fondos disponibles. Es famosa su expresión al entregar el poder: “Les dejo la mesa servida”.
La pareja gobernante de ahora parece que nos va a dejar la mesa totalmente limpia, arrasada y resquebrajada. Solo la deuda externa que nos dejarán el comandante Ortega y su pareja es de unos 11 mil millones y medio de dólares. Esta gente no quiere a Nicaragua, antes por el contrario, la odia.
El autor es director general de Radio Corporación.