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La venta de artesanías en Masaya está “caída”, como efecto de la crisis. LA PRENSA/CINTHYA TÓRREZ

Comercio de Masaya sufre con la represión

La mayoría de los tramos del sector ropa, calzado, artesanías y abarroterías del mercado Ernesto Fernández están cerrados

Desde antes que la ciudad de Masaya levantara barricadas para prevenir los ataques de fuerzas policiales y paramilitares, el comercio había sido golpeado por una ola de saqueos, que se logró detener, no así el impacto económico que afecta a los dueños de negocios y pequeños artesanos de la cabecera departamental.

Esa realidad se palpa solo con recorrer el mercado Ernesto Fernández. La mayoría de los tramos del sector ropa, calzado, artesanías y abarroterías están cerrados.

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Algunos comerciantes de productos perecederos se han apostado en la parada de buses. Ahí también se encuentra la dueña de un taller de zapatería, quien contó que antes a la semana vendía 150 pares de zapatos y ahora apenas llega a dos pares en el mismo período. Asegura que invirtió más de cincuenta mil córdobas en producto y ahí los tiene.

El queso, el arroz, los frijoles y el aceite se los llevan por grandes cantidades. De hecho, la libra de azúcar ha subido de precio, antes se obtenía a diez córdobas, pero ahora se cotiza a catorce y quince. “Ya no encontré azúcar”, le dice un comerciante a otro.

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A lo interno del mercado reina un silencio poco común. En el pasillo de las artesanías, donde antes se miraba a turistas fascinados por los productos que hacen los masayas y municipios vecinos, solo hay estantes y mesas vacías.

En una esquina, doña Amalia Jiménez está sentada, abrió su pequeño tramo. No pasa mucha gente por el sector, pero no pierde la fe de vender. En los buenos tiempos, a las 3:00 p.m. ya tenía recogido unos tres mil córdobas; la semana pasada no vendió nada, y esta pareciera que sigue ese mismo curso.

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Jiménez lo resume así: “Turistas no hay, no hay compradores. Nosotros venimos con el ánimo de vender, pero no se hace nada. Ya a las doce vamos de viaje”. Ella espera que el Gobierno dé una solución a la crisis, porque de su venta dependen sus dos hijos. Tampoco olvida que tiene compromisos con prestamistas. “Si no vendemos, cómo vamos a abonar”, pregunta.

Atrincherados

Este martes 12 de junio, la capital del folclor cumple doce días de estar atrincherada, una medida que funciona como barrera de contención ante la violencia desatada por fuerzas del gobierno de Daniel Ortega y paramilitares.

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En la ciudad, ubicada al oriente de Nicaragua, no hay forma de transportarse en vehículo debido a la cantidad de trincheras que los mismos pobladores han dispuesto, y las cuales vigilan día y noche. Desde que las barricadas se levantaron, los saqueadores no han violentando más negocios. “Le pedimos al Gobierno que sea flexible”, dijo el comerciante Carlos Navorío.

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