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El baño de sangre

Analistas nicaragüenses y de otros países califican como baño de sangre, la represión contra el pueblo que la dictadura de Daniel Ortega ha perpetrado desde el 18 de abril y sigue ejecutando.

Según las informaciones, hasta el domingo 10 de junio llegaba a por lo menos 135 la cantidad de víctimas mortales de la represión orteguista, pero ese mismo día se reportaron varias muertes más en Jinotega, Sébaco y Las Maderas.

El canal europeo de televisión, Euronews, informó que este domingo se había “elevado a 139 el número de personas que han muerto durante los 54 días de protestas que vive el país”. Y agregó que “gran parte de los asesinatos cumplieron un patrón similar: heridas de bala de gran calibre en la cabeza, el cuello o el torso, (lo que) hizo que tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como Amnistía Internacional empezasen a hablar de ‘ejecuciones extrajudiciales’ llevada a cabo por la Policía Nacional y ‘fuerzas parapoliciales’”.

En realidad, sin exagerar se puede decir que la represión de la dictadura orteguista contra la demanda pacífica de libertad y democracia, es una orgía de sangre. Inclusive, la cantidad de muertos que ha causado y sigue causando la represión del régimen de Daniel Ortega contra los estudiantes y población en general, es mayor que la cifra de fallecidos en el hecho histórico que dio origen a la tristemente célebre expresión, “baño de sangre”.

Este concepto, que denomina una gran masacre, fue originado por un sangriento hecho ocurrido en Europa del Norte en el siglo 17, conocido en la historia como “el baño de sangre de Estocolmo”. Este ocurrió en noviembre de 1520, cuando un ejército de Dinamarca invadió Suecia, ocupó su capital, Estocolmo, y asesinó a un centenar de personas indefensas, casi todas miembros de la nobleza y del clero, a quienes les había prometido amnistía.

Pero la verdad es que desde entonces han ocurrido peores baños de sangre que el de Estocolmo. Entre ellos cabe destacar el que perpetró la dictadura comunista de China el 3 de junio de 1989, cuando una multitud de personas que ocupaban pacíficamente la plaza de Tiananmén, en Pekín, demandando libertad y democracia, fueron ametralladas por fusilería e inclusive por tanques de guerra.

Nunca se informó oficialmente cuántos muertos dejó el baño de sangre de Tiananmén. El gobierno comunista habló de “varios centenares”, una fuente anónima de la Cruz Roja aseguró que los fallecidos fueron alrededor de 2,600 y el embajador de Inglaterra en China señaló en un informe clasificado enviado a su Gobierno, que más o menos 1,000 ciudadanos habían sido asesinados ese día por el Ejército.

El baño de sangre perpetrado por la dictadura orteguista, que comenzó el 18 de abril y todavía no termina, ya superó la cantidad de víctimas mortales en la masacre de Estocolmo. Pero no llega a la enorme cantidad de muertos que dejó el espantoso baño de sangre chino de Tiananmén. Y Dios quiera que Daniel Ortega no esté aspirando a igualar y aún superar aquella masacre china de 1989, que quedó en la impunidad.

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