Anastacia Morales Centeno, de 96 años, desde el pasado viernes espera a las afueras de la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como El Chipote, que liberen a su nieto Bernardo Jarquín, de 27 años, quien fue secuestrado por paramilitares orteguistas en una camioneta frente al centro comercial Multicentro, en Bello Horizonte, Managua.
Morales ha tenido que dormir una silla de plástico esperando alguna respuesta. “No me voy sin mi nieto, es injusto que esté preso. Él solo iba a traerme a la sucursal del INSS en Multicentro donde andaba trayendo mi pensión, se dio una balacera y él (Jarquín) fue corriendo a traerme y ahí, en la calle, se lo llevaron”, dijo Morales.
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Junto a Morales está María Irene Jarquín, tía de Jarquín, quien asegura que las autoridades no le han explicado las causas de la detención de su sobrino.
Juana María Duarte Molina, originaria de Boaco, también espera la liberación de hijo William Efraín Picado Duarte, de 25 años, desde hace 20 días. William fue detenido en Rivas cuando trabajaba como promotor de derechos humanos y está siendo procesado sin pruebas. Los familiares de Picado solo lo han visto una vez.
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“Hago un llamado a las autoridades de Boaco, directamente a Manuel Fuertes, secretario político del FSLN, en Boaco; a la alcaldesa, Carla Espinoza, y a trabajadores que se han prestado para hacer acusaciones contra personas inocentes. Humildemente ruego que dejen de decir falsedades, sin valor y que solo nos hacen daño a las madres”, expresó Duarte.
A Duarte le preocupa la salud de su hijo. “No me gustaría que a mi hijo me lo saquen muerto porque mi hijo William es enfermo, sufre ansiedad y problemas cardíacos y necesita medicina y no se la he podido tomar”, dice mientras muestra la fotografía de su hijo.
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A las afueras de El Chipote hay alrededor de 30 personas, todos familiares de ciudadanos que fueron detenidos por participar en las protestas contra el régimen orteguista o que fueron secuestrados por paramilitares en sus casas o en los barrios.