Las fuerzas represivas del régimen de Daniel Ortega atacaron ayer de manera brutal a la heroica población de Masaya, que se defendió como pudo, con piedras, morteros y bombas caseras.
Los masayas —y en particular los indígenas de Monimbó— tienen una larga historia de rebeldía y disposición combativa. En las insurrecciones populares de 1978 y 1979 contra la dictadura somocista, hicieron épicas demostraciones de coraje y heroísmo, que ahora las están repitiendo contra la dictadura orteguista.
Los masayas se han puesto de nuevo a la vanguardia del pueblo nicaragüense en la rebelión desarmada contra la dictadura de Daniel Ortega, quien, para tratar de sofocarla ha matado ya a alrededor de 200 nicaragüenses, incluyendo niños y bebés.
Cabe advertir que el ataque de ayer contra Masaya fue después que la población anunciara la formación de un autogobierno para sustituir al alcalde orteguista, que huyó de la ciudad.
Al tratar de someter a la población rebelde de Masaya, Ortega pretende impedir que otras poblaciones insurrectas del país sigan su ejemplo y se decidan también a formar sus propios autogobiernos locales.
Pero sobre todo Ortega quiere impedir que Masaya sea proclamada territorio liberado de Nicaragua, y que se establezca allí la sede de un gobierno provisional de toda la nación, como lo fue en 1979 la ciudad de León donde se instaló la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional creada por el Frente Sandinista.
Actualmente, diversas organizaciones sociales y políticas que adversan a la dictadura orteguista están planteando en las redes sociales, la necesidad de crear cuanto antes una junta de gobierno provisional. Un gobierno provisional, según la clásica definición y la experiencia histórica, es aquel que asume el poder cuando es derrocado o se derrumba el régimen establecido —que generalmente es una dictadura, como la de Daniel Ortega—, y lo ejerce hasta que se redacta una nueva Constitución y se configuran “las instituciones del nuevo régimen que sustituye al antiguo”.
El experto nicaragüense en Derecho Constitucional, doctor Gabriel Álvarez, considera que la voluntad de ciertas poblaciones nicaragüenses de desconocer al régimen orteguista y autogobernarse, tiene fundamento jurídico en el derecho constitucional y en la misma Constitución Política de Nicaragua.
Esto debe preocupar a Daniel Ortega, porque al declararse un territorio liberado en Nicaragua y establecerse allí un gobierno provisional democrático, este puede pedir reconocimiento internacional y que se desconozca y repudie al régimen orteguista, que por sus crímenes de lesa humanidad contra el pueblo nicaragüense ha perdido toda autoridad política y moral para seguir gobernando.
Por eso, seguramente, es que Ortega ha ordenado atacar a los masayas con toda la fuerza de su maquinaria represiva. Quiere aplastar a Masaya a como sea, para impedir que sea proclamada sede de un gobierno democrático transitorio de Nicaragua.