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Esa otra Nicaragua

En esta nueva Nicaragua, la última versión del rostro de nuestra Patria, ya no hay cabida para el régimen genocida Ortega-Murillo

La “otra Nicaragua” que surgió el 18 de abril, no duró en su nueva y recién estrenado estallido. Porque desde el dolor de nuestro primer muerto que fue masacrado por las fuerzas del mal de los Ortega-Murillo el 19 de abril, el sentimiento de necesidad de transformar Nicaragua en “otra Nicaragua” ha evolucionado. Porque cada muerte nos obliga a luchar por una Nicaragua distinta a la del día anterior.

Y es así, “golpe a golpe”, muerto a muerto, que ya es historia aquella Nicaragua que vimos asomarse el 18 de abril. Ya es historia la que se vislumbró el 19 de abril. Ya es historia la que despuntó cuando las víctimas aparecieron con la marca diabólica de ojos vacíos. Ya es historia la que surgió cuando los desaparecidos aparecían torturados salvajemente. Ya es historia la Nicaragua que sufrió quemas y destrucción en edificios emblemáticos y la que vio por primera vez francotiradores apuntando y asesinando a targets humanos. Ya es historia aquella Nicaragua que, el 30 de mayo de 2018, en la “Marcha de las Madres de Abril”, sufrió lo que en ese momento creímos era ya demasiado, cuando el mundo entero se estremeció por los 18 muchachos que cayeron muertos a los pies de sus respectivas madres, sumando dolor y desolación.

Los 215 muertos, las marchas autoconvocadas, el diálogo, los tranques, el paro nacional, la desinformación y falsedades del gobierno, las fuerzas del mal multiplicadas, los ataques parapoliciales que ya no solo atacan en las calles sino que entran a las viviendas, nos confirman día a día que esa “otra Nicaragua” ya es historia. Y dentro de la historia, con sangre se sigue escribiendo; asedios con resultados macabros. Muerte por doquier. Muerte y más muerte, que es lo que transmuta día a día nuestra historia.

Nicaragua, colmada de dolor y llanto, sangre y ataúdes, se transformó para sellar el nunca volver los pasos atrás. Ante la mirada del mundo, Nicaragua sufre la tragedia más inverosímil, dantesca y diabólica, que jamás nadie pudiera haber sospechado, menos imaginado: la vivienda de una familia de ocho personas, incendiada con ellos adentro. Solo dos sobreviven; los otros seis murieron quemados. Imágenes de una niña de tres años y un bebé de cinco meses, con sus cuerpecitos totalmente quemados, recorren el mundo como pólvora encendida. Hoy, junto a sus padres y abuelos, descansan en paz.

La Nicaragua anterior ya es historia. Hoy, Nicaragua es otra y los nicaragüenses, aunque somos los mismos, al despojarnos del miedo, y a punta de sufrimiento, en estos dos meses, nos hemos transformado y junto a la evolución dolorosa del suelo patrio, las necesidades requeridas al comienzo, se han venido convirtiendo en demandas, hasta llegar a ser exigencias justas y necesarias para la preservación de la vida.

En esta nueva Nicaragua, la última versión del rostro de nuestra Patria, ya no hay cabida para el régimen genocida Ortega-Murillo.

La autora es escritora.

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