14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

El hijo de María Magdalena Saldaña estuvo detenido durante 10 días ilegalmente. LAPRENSA/O.Navarrete

Las madres que lloran a sus hijos afuera de El Chipote

El antiguo centro de tortura de Somoza ha cobrado más protagonismo en estos días. Decenas de personas, en su mayoría mujeres, bajo lluvia y sol esperan ver salir vivos a sus familiares detenidos de esta temida cárcel El Chipote.

Con la noche llegan los zancudos carniceros, el frío de la altura y los ruidos que a esa hora cortan el aliento: la explosión de un mortero, la sirena de una ambulancia, el frenazo de una camioneta, una motocicleta entrando por los portones; un lamento que puede venir de aquí o de allá. Solía abrumar la oscuridad, pero María Magdalena Saldaña aguantó de todo con tal de ver a su hijo, por fin, salir de El Chipote.

Wilder García, hijo de Saldaña, estuvo detenido por más de 10 días. Fue capturado sin orden de captura, sin haberlo sorprendido haciendo un delito. Lo atraparon, como a decenas de jóvenes más, el miércoles 13 junio, el día que las fuerzas de la Policía y paramilitares ejecutaron la “operación limpieza” en los barrios orientales de la capital.

Lea también: La represión orteguista deja una legión de torturados en Nicaragua

Desde que atraparon a su hijo, Saldaña no se fue de El Chipote. No se preocupaba por bañarse, casi no comía y dormía cuando el sueño la dominaba; a veces en la tarde, a veces a media mañana; en la acera, o en los portones. Siempre había alguien que le prestara una hamaca o un colchón. Casi nunca le daba sueño en la noche, dice Saldaña, porque es cuando acostumbran a liberar a algunos detenidos.

“Yo no me voy a ir de aquí hasta que liberen a mi hijo”, gritaba llorando Saldaña, una señora de más de 50 años de edad, cabello rojo, que en la última semana fue muy común verla dando entrevistas a los noticieros y periódicos del país. “No me quiero ir porque no puedo estar en la casa sabiendo que él (su hijo) está aquí. En cualquier momento me pueden llamar y yo tengo que estar con él”, dijo.

Como ella, en las últimas semanas, ha habido decenas de familiares, en su mayoría mujeres, que permanecen en las afueras de El Chipote, bajo sol, lluvia, frío y hambre, esperando noticias de los detenidos por la Policía. “Estoy preocupada porque es hipertenso y no sé si lo han maltratado. Si está sufriendo y se puede enfermar. No lo sé”, dijo Saldaña, mientras lloraba, debajo de los carteles llenos de fotos de García.

“Necesito que hagan justicia con mi hijo porque es inocente. Si pensara que es culpable no estuviera acá. Lo que pido es justicia porque creo que en Nicaragua no la hay. Lo que han hecho con las madres es desesperante”, dijo Saldaña en el portón de El Chipote.

Anastacia Morales, de 96 años de edad, era la encargada de preguntar por su nieto Bernardo Jarquín Urbina, quien fue liberado finalmente el viernes 22 de junio. LAPRENSA/O.Navarrete

Personajes en El Chipote

Daniel Ortega tiene una cicatriz en su cara por la tortura recibida en los calabozos de El Chipote durante la dictadura de los Somoza.

Ortega fue capturado en 1967 junto a otros centenares de presos que formaban parte del Frente Sandinista, en ese entonces un movimiento de rebelión contra la dictadura.

Lea también: La nueva generación de lisiados que provocó la represión orteguista

Además de Ortega, otros personajes que también cayeron presos fueron los ahora expresidentes Arnoldo Alemán (1997-2002) y Enrique Bolaños (2001-2007), así como el exdiputado y en contralor general Agustín Jarquín, Byron Jerez y el fundador del diario La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro.


De casa presidencial a centro de tortura

Hay pocos que se atreven hablar sobre lo que han vivido en El Chipote, pero casi todos conocen que ha sido utilizado históricamente como un centro de tortura. Ubicado sobre uno de los puntos más elevados de Managua, estas instalaciones fueron construidas en 1931 para ser el palacio presidencial de José María Moncada.

Completamente destruido por el terremoto de ese mismo año, fue reconstruido tres años después por el general Anastasio Somoza García, quien lo nombró La Curva y lo hizo su residencia durante muchos años.

Antes de que estallaran las protestas de abril, los centros de derechos humanos recibían denuncias de torturas en El Chipote. LAPRENSA/Archivo

En estas instalaciones, que posteriormente eran llamadas como la Loma, Somoza mandó a construir unos sótanos donde toda la dictadura cometió torturas contra los presos que llevaban, entre ellos, los comandantes sandinistas Daniel Ortega, actual presidente, y Tomás Borge, fundador del Frente Sandinista, quien incluso en ese lugar escribió el poema “Mi venganza personal”.

Anastasio Somoza Debayle y otros jefes de la Guardia Nacional aplicaron torturas a los capturados de una fracasada rebelión del 4 de abril de 1954, en la que pretendían emboscar a Somoza García en la Carretera Panamericana cerca de Carazo, según documentos de una iniciativa de ley enviada a la Asamblea Nacional en 2013 para cerrar El Chipote.

Lea también: Radiografía de la masacre orteguista en Nicaragua

A pesar de haber combatido contra la dictadura somocista, los sandinistas utilizaron los sótanos de La Loma durante los años 80 como mazmorras, donde se llevaban para torturas a presos políticos y guardias que una vez sirvieron al somocismo.

Lo único que cambió del lugar fue el nombre: dejó de llamarse La Loma y fue bautizado como El Chipote, el mítico cerro de Nueva Segovia donde el general Augusto C. Sandino tuvo su cuartel general y libró encarnizadas batallas contra el Ejército de Estados Unidos.

En las últimas semanas, decenas de madres esperan a sus hijos en las afueras de El Chipote.LAPRENSA/O.Navarrete

El portón de los lamentos

Después de preguntar en el portón, Telma Martínez, bajo un toldo, se sentó en un banco. Saludó a otras señoras, de rostro acongojado, a quienes platicó cómo le fue en la noche. “Mi niña (de dos años) todos los días me pregunta por José (Martínez). Que cuándo va a venir a jugar, que dónde está. Y no sé qué decirle”, dijo Telma.

José Martínez, de 15 años de edad, es sobrino de Telma. El pasado 15 de junio, José se asomó para ver la invasión de la Policía y paramilitares en la cuadra del barrio Santa Rosa, de Managua, donde vive, y fue capturado por ellos. “No lo he visto desde ese día. No sé cómo está ni si le pasan la comida que le traigo”, refiere Telma.

Lea también: Álvaro Conrado, el niño mártir de las protestas en Nicaragua

El miércoles pasado llegó a El Chipote el cantautor nicaragüense Carlos Mejía Godoy. Llegó para acompañar a su amigo Milciades Poveda, fundador del grupo Palacagüina, quien tiene un pariente, Joel Moraga, detenido desde el miércoles pasado. Mejía Godoy dedicó un par de canciones a las madres y lloró mientras preguntaba, sin obtener respuesta, a los oficiales que custodiaban los portones.

Al día siguiente los que llegaron fueron dos grupos de predicadores evangélicos. En medio del sol de las 10:00 de la mañana, alabaron, oraron y pidieron por la libertad de los arrestados de la última represión.

Está aquí para consolar / está aquí para liberar / está aquí para guiar, el espíritu de Dios está aquí…

Cinco personas cantaban con las manos hacia arriba. Pedían que se acercaran los familiares. Algunos llegaron tímidos y otros solo miraron desde lejos mientras intentaban seguir el coro.

El hijo de María Magdalena Saldaña estuvo detenido durante 10 días ilegalmente. LAPRENSA/O.Navarrete

“Mi miedo es que me digan ‘está muerto’ o ‘no está aquí’”, dijo Telma, mientras se le ponían los ojos llorosos. “Yo soy como su mamá, después de que su papá se hiciera cargo por competo de él, yo prácticamente me he quedado a cargo de él y lo considero mi hijo”.

Minutos después unos sacerdotes llegaron a rezar con los familiares, mientras repartían sándwiches y botellas con agua. Telma Martínez recibió un plato empacado. “Uno se ayuda bastante con la comida que la gente viene a donar. Porque nosotros somos pobres y lo que le traemos (a los detenidos) con costo es arroz con frijoles, y los policías se burlan cuando revisan la comida”, aseguró Telma.

Antes del almuerzo, Telma recibió varios alimentos. Lo que no recibió fue una respuesta sobre el caso de su sobrino. “Yo trato de ser fuerte. De no llorar en la casa delante de mi mamá, que ya está viejita, y de mis hijos, pero a veces no aguanto”.

Telma se levantó varias veces a preguntar en el portón, y siempre, al igual que los demás familiares, recibió la misma respuesta: “Está en proceso de investigación”.

—Aquí podés llorar todo lo que querrás —le dijo la tía de Róger Gómez, otro de los muchachos capturados el viernes 15 de junio—. Desahogate todo lo que querrás para que no afectés a los niños en tu casa.

Telma lloró. No volvió a hablar. Sus lágrimas fueron vistas por otra madre. Se oyeron otros quejidos. Es lo que sucede todo el tiempo: el silencio tenso se interrumpe por un lamento y de pronto varios familiares empiezan a llorar. Ante una crueldad colectiva, el dolor ajeno se siente en carne propia. Llora una, lloran todas.

Cartel de José Martínez, adolescente de 15 años de edad, detenido en El Chipote ilegalamente durante ocho días. LAPRENSA/O.Navarrete

Tortura durante el orteguismo

A pesar de que en abril de 1990, la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro firmó un decreto presidencial en el que nombraba El Chipote como Parque Histórico Nacional Loma de Tiscapa, con el gobierno de Daniel Ortega ha vuelto a funcionar bajo el nombre actual de Dirección de Auxilio Judicial de la Policía Nacional.

Lea también: Infierno en León: el ataque a Radio Darío

Existen registros, desde 2011, que la DAJ se ha utilizado como centro de tortura. Esto fue confirmado por la visita que realizó el Subcomité para para la Prevención de la Tortura de la Organización de las Naciones Unidas en 2014, donde hizo “un llamado al Gobierno a fortalecer la protección de las personas privadas de libertad contra toda forma de maltrato”.

“La situación actual de las personas privadas de libertad en Nicaragua es sumamente preocupante”, expresó Enrique Font, jefe de la delegación del subcomité. “Confiamos en que nuestros hallazgos y recomendaciones serán utilizados por el Gobierno de Nicaragua para eliminar cualquier forma de maltrato en lugares de privación de libertad y para mejorar las condiciones en que se encuentran las personas detenidas”.

Desde 2014 el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) registraba que más del 50 % de las denuncias recibidas contra El Chipote estaban relacionadas con el incumplimiento de órdenes de libertad.

La Constitución Política de Nicaragua obliga a liberar a cualquier persona en un término de 48 horas o de lo contrario, ser remitido a cualquier instancia judicial que resuelva su caso. Pero la mayoría de los casos de las personas encerradas actualmente en El Chipote cumplen con esas leyes.

En 2015 el Cenidh recibió denuncias en contra de la Policía por la aplicación de métodos que evidencian el abuso policial, tales como: la tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes. La unidad más señalada fue la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), mejor conocida como El Chipote.

El 2 de agosto del 2015, el Cenidh conoció la denuncia pública del señor Ed Tiffer Campos, de nacionalidad costarricense. Tiffer fue enviado a El Chipote, donde lo mantuvieron 34 días detenido sin acceso a comunicación telefónica con sus familiares. Denunció que mientras estuvo en El Chipote le quitaron su ropa y dejaron en calzoncillos, tomaron sus huellas digitales y lo ubicaron en una celda muy pequeña.

La visita de la CIDH en El Chipote es “para recibir información sobre la situación de derechos humanos de personas privadas de libertad en el contexto de las protestas iniciadas en abril”. LA PRENSA/Tomada del Twitter de la CIDH

“Lo golpearon con un bate envuelto en trapos, lo intentaron asfixiar con la aplicación de una llave en el cuello y le solicitaron información sobre las razones de su estadía en Nicaragua. Agregó que a medianoche solicitó agua y no le dieron, que a empujones lo llevaron a una área cerrada con puertas de hierro y al abrirla observó un corredor con celdas a los lados y lo encerraron en una muy pequeña y oscura, en la que no podía ni ver sus manos”, cita el informe.

Antes de que estallaran las protestas de abril, El Chipote había sido utilizado para encerrar a narcotraficantes y miembros del crimen organizado, pero también para amedrentar a personas opositoras al gobierno, como los campesinos anticanal, los protestantes de las zonas mineras o extrabajadores de los cañaverales, según el Cenidh.

Desde las primeras detenciones del 18 abril, hay personas en El Chipote preguntando por sus familiares que se encuentran detenidos. Según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), El Chipote fue uno de los centros de detención utilizados por la Policía Nacional en esta crisis.

Lea también: Los médicos que han salvado vidas en la crisis de Nicaragua

Durante la visita la CIDH recorrió el penal y certificó que “no reúne los estándares mínimos y el solo encierro constituye una forma de trato cruel, inhumano y degradante”, tal y como explicó en un correo electrónico a Efe el secretario del organismo, Paulo Abrao.

Desde 2013, diputados opositores crearon una iniciativa de ley que buscaba cerrar definitivamente las celdas de El Chipote; treinta páginas de exposición de motivos y artículos que no surtieron ningún efecto y la iniciativa no se aprobó por rechazo del Frente Sandinista de Liberación Nacional.


Castigos

La Policía Nacional ha rechazado y evitado que medios de comunicación y organismos de derechos humanos nacionales inspeccionen el lugar donde se denuncian constantemente abusos policiales.

En los casos específicos de El Chipote, las denuncias de secuestro y maltrato se han duplicado, según los centros de derechos humanos consultados.

En muchas de las denuncias se ha hablado de una celda a la que se le conoce por el nombre de la Chiquita, que la describen como un espacio tan pequeño donde apenas cabe una persona. Hay poca luz, es húmeda y se utiliza generalmente como un castigo de aislamiento para algunos presos.


Suspiros en la mañana

A las seis de la mañana había una fila de caras tensas para entregar el desayuno a los detenidos. Róger Antonio Gómez preguntó por su hijo, del mismo nombre, detenido desde el pasado viernes. Gómez suspiró cuando el guardia le recibió el paquete de alimentos y le dijo: “Todavía está aquí”.

“En la mañana hay mucha angustia. Porque a esa hora siempre nos dicen si sigue aquí o le formularon cargos para llevarlo a La Modelo”, relató Gómez, uno de los pocos hombres que se encontraban esperando a sus hijos.

Gómez, de 55 años de edad, no le gusta que le tomen fotografías porque teme que puedan vengarse contra él. “Yo sé que a veces ayuda hablar porque se pone más presión a la Policía, pero en este momento exponerse es demasiado peligroso”, añadió Gómez. “Hay madres aquí que miran a los medios y se sueltan a llorar, se tiran al suelo y se desmayan. Yo no las culpo, pero cada quien intenta lidiar con el dolor lo mejor que puede”, reflexionó Gómez, apenas sonriendo.

Algunas de las madres que perdieron hijos en las protestas de abril, se solidarizaron con los familiares en El Chipote. LAPRENSA/O.Navarrete

Si en la noche existe la esperanza de que entreguen al familiar detenido, en la mañana hay incertidumbre por si lo trasladaron a otra cárcel. Es por eso que ni María Magdalena Saldaña, Telma Martínez y Róger Gómez se movían de esta loma.

El viernes 22 de junio, en la Catedral de Managua, fueron liberados 15 detenidos en el Chipote, entre ellos Wilder García, hijo de María Magdalena Saldaña.

En el penal todavía quedan unos 15 detenidos, según dijeron algunos de los liberados. Hubo alegría por las madres que abrazaron a sus hijos, pero tristeza por las que se quedaron esperando.

El miércoles, mientras caía la lluvia Saldaña se cubría con un plástico. Se preguntaba si el agua que caía también mojaba a su hijo. Si los zancudos se lo comían como a ella. Los horrores de la tortura que quizá estaría sufriendo. Si estaba triste, si pensaba en ella o si podía saber que ella no se fue desde el día que lo encerraron.

.

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí