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Para dónde va el Diálogo Nacional

El pasado veinticinco de junio fue un día de malas noticias para el Diálogo Nacional por muchas razones. Entre ellas, según mi humilde opinión, por el exceso de concesiones que se le han permitido al Gobierno, en aras de mantenerlo con vida, a pesar que los gobiernistas han demostrado reiteradas veces no tener interés en llegar a resultado alguno a través del mismo.

No tengo la menor idea de la razón que indujo a Napoleón a decir: “Si quieres que algo no funcione, crea una comisión”, y en el Diálogo Nacional se crearon cuatro comisiones.

Quiero dejar meridianamente claro que tengo un profundo respeto por todas y cada una de las personas que nos representan en el Diálogo Nacional. Bueno, para ser honesto creo un poquito más en algunos que en otros, pero ese no es el tema. La verdad es que Daniel Ortega se las ha ingeniado para sacarle más ventajas al Diálogo que nosotros y cuando digo nosotros me refiero a los que hemos dicho suficientes veces basta ya, no más Ortega, ni un muerto más.

Pero a la fecha ya pasamos de los doscientos asesinados, llevamos más de dos mil heridos y varias decenas de desaparecidos.

En la última sesión de la Organización de Estados Americanos (OEA) se logro una contundente victoria sobre el régimen de Ortega, la resolución definitiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) nos dio la razón, afirmando que en Nicaragua se violan todos los derechos y las garantías al ser humano y lo plasmaron en noventa y dos páginas muy bien documentadas y explicadas que no dejan duda alguna sobre la veracidad de su testimonio.

Debido a la presión de los tranques, de las marchas, de la presión internacional, del estancamiento económico que ya se hace sentir y de algunas acciones tímidas aun del gran capital, el Gobierno tuvo que permitir la entrada al país de organismos serios especializados en investigaciones de genocidios y todo tipo de violaciones a los derechos humanos.

Por ello es que no acabo de entender por qué se sigue permitiendo el manoseo por parte del régimen, acudiendo a una cita que Daniel Ortega ha dado suficientes muestras de no interesarle.

Mi humilde opinión es: sigamos demostrándole al matrimonio Ortega Murillo que las calles son del pueblo, aprovechemos mejor el apoyo que la comunidad internacional nos está brindando, seamos menos emotivos y más estrategas. Por último, nuestro problema es uno solo y por lo tanto tiene una sola solución que debe ser integral, definitiva y de implementación simultánea. Esto únicamente vamos a conseguirlo en las calles. Ese día, el Diálogo va a ser para preguntarle a Ortega a qué hora te vas.

El autor es analista político.

Opinión Daniel Ortega diálogo nacional Rosario Murillo archivo
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