La alta costura defendió en París una moda que ensalza el valor de las prendas como creaciones artísticas y que, de la mano de firmas como Christian Dior y Schiaparelli revivió en la pasarela el espíritu de sus fundadores, protagonistas de revoluciones de vestuario.
“Los vestidos de la alta costura tienen el carácter único e insólito del objeto de arte. Se encuentran entre las últimas cosas que se siguen haciendo a mano, por la mano del hombre, cuyo valor es insustituible pues da a todo lo que crea lo que ninguna máquina podría dar: la poesía de la vida”, dejó escrito Christian Dior.
Bajo esta premisa, la firma, liderada por la diseñadora italiana Maria Grazia Chiuri, recuperó algunas de las siluetas creadas por el modista durante su carrera en versiones más modernas.
Otro de los diseñadores encargados de defender una herencia de peso fue el francés Bertrand Guyon al frente de Schiaparelli, que celebró la presentación de su línea otoño-invierno 2018/2019 en los salones del Palacio de la ópera Garnier.
Teatralidad y simbolismo
Guyon rescató la teatralidad de la creadora italiana Elsa Schiaparelli, icono de la combinación entre arte y moda gracias a las colaboraciones surrealistas que firmó en su día con el pintor Salvador Dalí.
La fantasía se apoderó de prendas cargadas de símbolos. Los antifaces también fueron de perro, león, conejo o flamenco en estilismos pintorescos y perfecto para las fotografías que hoy pueblan fácilmente las redes sociales.