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Economista Adolfo Acevedo. LA PRENSA/ARCHIVO

Una reconstrucción compleja

Normalmente después de una caída, la economía suele experimentar una especie de "rebote", es decir de rápida recuperación de las tasas de crecimiento previas. Los economistas suelen decir que la tasa de crecimiento dibuja una especie de "V"

Normalmente después de una caída, la economía suele experimentar una especie de “rebote”, es decir de rápida recuperación de las tasas de crecimiento previas. En este sentido, los economistas suelen decir que la tasa de crecimiento de la economía dibuja una especie de “V”.

En efecto, la evidencia muestra que este tipo de recuperación ocurrió después del terremoto de 1972, de la caída que ocurrió en 2009 tras el impacto de la gran recesión mundial, e incluso comenzó a ocurrir después de 1979, antes que la economía fuese de nuevo sumergida en la guerra y la destrucción.

Sin embargo, también existen casos en que la recuperación es mas lenta, y esto es lo que podría suceder en Nicaragua, si tenemos en consideración varios factores.

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En primer lugar, toda transición política está acompañada de numerosas fuentes de incertidumbre. Las instituciones públicas, muchas de las cuales fueron vaciadas de personal calificado y sustituido por personas en base a méritos políticos, deberán ser reconstruidas y ello tomara tiempo y con seguridad enfrentará resistencia.

Reconstruir el Estado sobre nuevas bases, que acojan la participación de los extensos sectores que han irrumpido en la vida nacional y reconozca sus necesidades e intereses, será un desafío formidable.

Esta explosión de personas participando en las protestas, a sabiendas del riesgo en que incurrían, implica que ya no se puede retornar al viejo modelo de gobernanza, en que el sistema político y el Estado han estado cerrados a la participación de los ciudadanos y ciudadanas, y para los distintos sectores de nuestra sociedad.

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Por otra parte, con el empuje participativo que se ha producido, probablemente se producirán discrepancias sobre el rumbo a seguir, con sectores sociales propugnando por un patrón de crecimiento más dinámico, equitativo y sostenible, y otros por la continuidad del patrón prevaleciente, que les ha asegurado beneficios extraordinarios.

Se generaría incertidumbre también si acaso se producen intentos por promover reformas que descarguen su peso sobre sectores vulnerables y frágiles de la población, las cuales enfrentarían resistencia.

Asimismo, existe la posibilidad cada vez mas latente de que se genere un importante grado de inseguridad residual, debido a la actuación de grupos paramilitares, al sicariato y la delincuencia organizada, que asimilaría a nuestro país a los países vecinos del denominado Triángulo del Norte.

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En todo caso, durante algún periodo persistirá un grado de incertidumbre que no se puede predecir, y los inversionistas quizá tardaran en reaccionar.

Finalmente, debe recordarse que las tasas de crecimiento del ultimo quinquenio obedecieron a factores extraordinarios, que comenzaron a mostrar claros signos de agotamiento, aún antes de la crisis.

En todo caso, la mayor enseñanza que dejan las últimas décadas, es que un patrón concentrador y excluyente en términos no solo políticos, sino también sociales, difícilmente sería viable.

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Pero un patrón con mayor inclusión solo será posible si se promueve un esfuerzo coordinado que apunte a diversificar la economía hacia nuevas actividades dinámicas, de creciente complejidad, que sean capaces de absorber porcentajes cada vez mayores de la fuerza de trabajo, que todavía está incrementándose con fuerza debido al bono demográfico y al bono femenino.

Solo esto permitirá aprovechar el periodo restante del bono demográfico y arribar a la fase avanzada de envejecimiento, en tres décadas más en mejores condiciones. Este desafío no ha desaparecido con la crisis, aunque esta crearía las premisas para enfrentarlo en nuevas condiciones.

En este empeño el papel del sector empresarial será clave, pero se requerirá un elevado grado de coordinación entre actores debido a la presencia de complementariedades, y la existencia de mecanismos de financiamiento de la inversión de medio y largo plazo.

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En este esfuerzo deberán comprometerse todos los sectores del país, lo cual, además la necesidad de construir instituciones nacionales abiertas a la participación de los sectores sociales más amplios, que es la única manera en que todos puedan corresponsabilizarse por el esfuerzo común, implicará crear condiciones para que puedan desplegar todo su potencial de creatividad y desarrollo.

Estamos en presencia de un desafío formidable, pero es un desafío que merece la pena enfrentar con toda su complejidad.

El autor es economista

[email protected]

Economía Adolfo Acevedo Vogl Economía y Desarrollo archivo

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