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Aplazado el Diálogo Nacional

Pareciera que fue hace una eternidad. Me refiero a la “Peregrinación por la Paz y la Justicia” que la Iglesia católica convocó para el 28 de abril.

Para esa fecha, la insurrección popular, pacífica y espontánea tenía 10 días de haberse iniciado y la violencia vinculada a la represión gubernamental había alcanzado niveles alarmantes. Era tan profunda la crisis humanitaria y política que el país atravesaba que ese día su eminencia, el cardenal Leopoldo Brenes, propuso un Diálogo Nacional como mecanismo para traerle paz, justicia y democracia a Nicaragua. Y para enfatizar que el Diálogo tenía que ser exitoso de manera expedita, el cardenal se comprometió a pronunciarse sobre el progreso alcanzado a un mes de su inicio.

El discurso del cardenal Brenes despertó gran esperanza entre la ciudadanía. Se decía que el Diálogo tenía una “mecha corta” y que tendría que arrojar logros importantes o cerrarse.

Ahora, al acercarse los setenta días del discurso del cardenal Brenes, conviene hacer un balance preliminar de lo que se ha logrado a través del Diálogo, una suerte de boletín de notas.

Primero, el Diálogo Nacional no ha logrado su objetivo inmediato: el de ponerle fin a la violencia. La aritmética del horror —el número de asesinados— lo dice todo. El día del discurso de monseñor Brenes, el número de muertos era 57. Para el 16 de junio, cuando el Diálogo cumplió un mes desde su inicio, el número de asesinados había subido a 198. Y ahora, se está acercando a 300. La verdad es que el llamado para un cese de violencia inmediato ha sido ignorado por El Carmen. Calificación: cero.

Segundo, en cuanto a la justicia, el Diálogo ha tenido cierto éxito. Con la ayuda de la presión nacional e internacional, el Gobierno ha permitido la entrada al país de entidades como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuya labor ha sido extraordinaria. En los próximos días —y en la medida que el Gobierno les permita trabajar— veremos si estas entidades tendrán la capacidad para ayudarnos a establecer la verdad de lo que pasó en Nicaragua y castigar a los culpables. Calificación: ochenta.

Y tercero, en el tema medular —el de la democratización y refundación del Estado— no ha habido ningún progreso.

¡Ojo! Esto no ha sido por falta de esfuerzo por parte de los obispos, la Alianza Cívica, otros actores nacionales y, por supuesto, de la comunidad internacional. Por ejemplo, los obispos le entregaron al comandante Ortega una hoja de ruta que incluía la celebración de elecciones generales el primer trimestre de 2019. Pero hasta la fecha El Carmen no ha aceptado ninguno de los elementos de esta propuesta. Calificación: cero.

A todo esto, podemos añadir la rápida degradación de nuestra situación socioeconómica. Ya hay 250,000 desempleados, una preocupante fuga de capital humano y financiero y la destrucción de nuestra imagen de país por medidas como las tomas de tierra auspiciadas por el Gobierno.

Conclusión: aunque muchos, especialmente en la comunidad internacional, están comprometidos para con él, la verdad incómoda es que hasta la fecha el Diálogo está aplazado como mecanismo para lograr la paz y redemocratización de Nicaragua.

También está claro que Daniel está apostando al Diálogo —y al desgaste que este implica— para permanecer en el poder. En su análisis, el tiempo y su política de tierra arrasada lo favorece a él. ¡Y esto es lo que más le importa! Se debe de tener esto en cuenta trazando el camino hacia el futuro.

El autor fue canciller de Nicaragua y presidente de la Comisión de asuntos económicos de la Asamblea Nacional.

Opinión aplazado diálogo nacional archivo
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