Aunque no suele ser efusivo en sus expresiones , Jonathan Loáisiga habla con firmeza y va al punto sin muchos rodeos. Por eso cuando dijo, “volveré a las Mayores”, aunque sin darle gran énfasis a sus palabras, sabía que hablaba con aplomo y confianza en sí mismo.
No fue concluyente como el general MacArthur cuando su famoso discurso en 1944, pero al solo expresar su deseo de volver, Loáisiga parecía consciente del compromiso asumido con él mismo y de la determinación que necesitará para regresar al punto más alto.
No es fácil saltar desde Doble A a las Grandes Ligas, debutar con cinco ceros en el Yankee Stadium. Y después de una apertura titubeante, volver con otra muy firme ante los Filis en ruta a un segundo triunfo, antes de batallar ante los agresivos Bravos en su último juego.
Durante su breve recorrido, Loáisiga probó que puede jugar en las Grandes Ligas. Claro, para poder competir con mejores oportunidades de triunfar, necesita ajustes que son perfectamente corregibles para que pueda darse un regreso pronto.
Básicamente lo que se le cuestiona, es que usa muchos picheos y no sabe terminar a los bateadores. Es decir, los coloca en dos strikes y tiene que emplear muchos disparos ante de deshacerse de ellos. Es un asunto de precisión, inteligencia y de agresividad.
Lo esencial es que tiene el material. Es un jugador de Grandes Ligas, pero todavía ubicado en etapa de construcción. Subió y le probó a los Yanquis que puede ser útil, incluso en una etapa como esta, en la que hay una gran presión por avanzar la postemporada.
De modo que no veo razones para ningún drama. Loáisiga tiene un gran potencial, es un lanzador valiente y probó que es capaz de absorber la presión. Él volveré, sin duda.
Hasta antes del 15 de junio, se suponía que podía sacar outs en las Mayores. Ahora fue y probó que puede hacerlo. Si trabaja con la ética que hasta ahora ha demostrado, no hay dudas que lo veremos de regreso y con más fuerza y determinación que antes.