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Daniel Ortega, reformas

El pacto con el diablo que heredará Ortega

Ortega ha tenido que desnaturalizar a la Policía y armar un ejército de delincuentes para sostenerse. Es un pacto con el diablo

Pacto con el diablo

Si alguien ve fortaleza de Daniel Ortega en la eliminación de los tranques a sangre y fuego, creo que se está equivocando. Cada vez Ortega está más sólo y débil. Como fiera herida agrede a todos. Solo le queda la fuerza bruta. Ha tenido que desnaturalizar a la Policía y armar un ejército de delincuentes para sostenerse. Es un pacto con el diablo. Algo cuyas consecuencias sufrirá Nicaragua aún después de que Ortega sea historia. Una herencia de destrucción y violencia.

Derecho a matar

El razonamiento orteguista es bien básico: si alguien protesta contra el gobierno, ellos tienen derecho a golpearlo. Entonces, el que protesta, para evitar que lo golpeen, busca morteros y tiradoras para protegerse. Los orteguistas ven en esa defensa una violación a su derecho a golpear y sienten que esa violación les da derecho a atacarlos con armas de fuego. Montan a paramilitares y policías en una camioneta y los envían a disparar contra los plantones. Para ellos matar a alguien que está en un tranque es un acto de justicia, y no una barbarie como lo ve usted, como lo veo yo, como lo ve la comunidad internacional o cualquiera que tenga más de dos dedos de frente.

Mundo paralelo

Cuando habla el canciller Denis Moncada en la OEA, los embajadores latinoamericanos oyen la defensa de un grupo a su derecho a masacrar. Todos oímos eso. Menos los orteguistas. Por eso es que usted ha visto como ellos no entienden, desde aquella lógica, cómo la CIDH defiende a quienes los provocaron. “Si ya saben cómo somos para qué protestan”, razonan. No entienden cómo los embajadores los condenan en algo que para ellos es tan simple: a ellos les están violando sus derechos. Ellos son las únicas víctimas. Si la gente no protestara, ni se defendiera, seguiríamos viviendo en ese paraíso que teníamos antes del 18 de abril.

Los Zetas

Antes de ser un grupo criminal, Los Zetas eran oficiales y soldados del ejército mexicano. Un día de 1996, un capo de la droga decidió formar su escolta personal solo con militares de élite. Ofreció mucho dinero y así reclutó a unos 40 miembros dispuestos a todo. Oficiales y soldados pedían su baja del ejército para servir en el Cartel del Golfo. Con el tiempo, estos exmilitares se independizaron, hicieron su propio cartel y se convirtieron en un grupo criminal con ramificaciones internacionales, responsables de los más crueles asesinatos y matanzas, con negocios en el secuestro, la extorsión, la migración y el narcotráfico.

Paramilitares

Cuidado. No es muy difícil ver en los paramilitares de Ortega el embrión criollo de algo parecido a Los Zetas. Formados principalmente por retirados del Ejército, la Policía y al antiguo Ministerio del Interior, son por ahora el ejército personal de alguien, para la violencia política. Para defender violentamente esos derechos que solo ellos creen tener. Pero no sería extraño que cuando se acabe el financiamiento, con armas, organización, entrenamiento y falta de escrúpulos, empiecen a buscar otras áreas más lucrativas, como hicieron Los Zetas en México. Hay que ver en la tragedia de México el futuro de Nicaragua, y preguntarle a aquellos que celebran la llegada de “los azules mis favoritos” si ese es el país que quieren. Preguntarle al Ejército que se hace de la vista gorda, si va a actuar contra ellos cuando ya tengan ramificaciones con el crimen internacional y estén en control del país o si van a seguir engordando en sus cuarteles y negocios.

William Walker

De pactos con el Diablo ya conoce nuestra historia. En 1855 los Democráticos (liberales) buscaron en el filibustero norteamericano William Walker el apoyo armado para sostenerse en el poder. Ya sabemos lo que pasó. Le pegaron una patada en el trasero a sus reclutadores. Establecieron la esclavitud y se quisieron apropiar del país. Tuvieron los nicaragüenses que unirse todos, independientemente de su bando político, y tener apoyo internacional, para sacar a la fuerza al monstruo que formaron. Algo así tendremos que hacer en el futuro si no evitamos ahora que crezca el monstruo que ha creado Ortega.

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