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Migrantes que pasan de forma ilegal en la frontera con Costa Rica. LAPRENSA/J.Torres/ARCHIVOS

Éxodo de nicaragüenses que buscan salvar sus vidas

En los últimos tres meses una oleada de nicaragüenses ha salido del país. Algunos son militantes del FSLN que tras rebelarse los han amenazado de muerte

Durante dos noches seguidas a quien llamaremos Rodrigo —por razones de su seguridad— durmió en la acera del consulado de San José, en Costa Rica. Envuelto en colchas que unos misioneros de una iglesia cristiana llegan a prestar todas las noches a las personas que pernoctan para realizar trámites en Migración, Rodrigo llegó un viernes y salió un domingo por la tarde con un documento donde le indicaron que dentro de un mes tendría una cita para valorar su solicitud de refugio.

La otra mala noticia es que ya lleva más de tres semanas en Costa Rica y todavía no ha conseguido trabajo. “Necesito trabajar”, dice por teléfono. “Lo único que tengo seguro aquí (en Costa Rica) es que no me van a matar como en Nicaragua”, asegura.

A como Rodrigo existen muchos nicaragüenses que han tenido que cruzar las fronteras para salvar su vida. Huyen de la violencia y de las amenazas de muerte que tienen en su contra por apoyar una marcha, regalar alimentos en un tranque, colaborar con universitarios o ayudar a levantar una barricada.

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LA PRENSA conversó con nicaragüenses que han tenido que irse al extranjero, a Costa Rica o incluso a países como Suecia, para no sufrir ataques de parte de las fuerzas del Gobierno. Algunos de ellos pertenecieron a la Juventud Sandinista y UNEN, ambos movimientos juveniles y universitarios cooptados por el orteguismo, pero decidieron cambiarse de bando tras la represión gubernamental desatada.

“Yo conozco a todos los que andan reprimiendo —dice Rodrigo—. Incluso he visto a varios que también se han tenido que venir a Costa Rica porque tienen miedo. Yo sé cosas que pueden ser peligrosas para ellos y es por eso que a mí me pueden matar”, dice.

Desde hace mes y medio hay largas filas en Migración para solicitar trámites. LAPRENSA/C.Valle

Solicitudes de refugio

El pasado 19 de junio la canciller de Costa Rica, Epsy Campbell, dijo que a pesar que hasta ese momento no se había registrado un aumento de migrantes nicaragüenses hacia Costa Rica, las solicitudes de refugio sí han aumentado, pero la mayoría corresponde a personas que ya vivían en el país y que han tratado de aprovechar la crisis.
“La demanda extraordinaria es aquí en San José, y no por los puestos fronterizos”, manifestó Campbell, en referencia a las solicitudes de refugio.

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El Gobierno de Costa Rica, a través de su canciller, hizo un llamado para que quienes acudan a solicitar refugio sean personas que tienen temores fundados de que su vida corre peligro de regresar a su país. También manifestó que durante el año 2017 la Comisión de Visas Restringidas y Refugio registra un índice de aprobación de refugio de un 6 por ciento de los solicitantes.

El investigador y especialista en temas de migrantes, José Luis Rocha, dijo que la mayoría de nicaragüenses que migran hacia Costa Rica lo hacen de forma ilegal y es por eso que el aumento no se ve reflejado en estas cifras de Migración. “Los que se van están tomando la decisión apostando por la vida, independientemente de lo que les toque hacer. Esto habla de la precariedad de la situación”, aseguró Rocha.

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Estadísticas de la Empresa Administradora de Aeropuertos Internacionales (EAAI) de Nicaragua indican que en abril salieron 6,353 pasajeros nacionales y entraron 9,507 nacionales. El último anuario estadístico del 2016, del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), revela que en ese año —cifra más actualizada—, salieron del país 858,653 nacionales y retornaron 793,997.

El Gobierno de Costa Rica, a través de ella, hizo un llamado para que quienes acudan a solicitar refugio sean personas que tienen temores fundados de que su vida corre peligro de regresar a su país.LAPRENSA/ARCHIVO

Perseguidos políticos

Todo lo que el periodista de Radio Corporación, Juan Daniel Treminio, dice al aire tiene alguna consecuencia en su familia. A pesar de que desde hace cuatro años, tiempo en que ha estado en la radio, recibe amenazas por ser crítico contra el Gobierno, esta situación se ha agudizado mucho más a partir de la crisis que comenzó en abril.

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Toda la familia de Treminio ya no vive en su casa en Sébaco. Solo la madre de Juan Daniel apenas llega una vez al día para limpiarla. Sin embargo, Juan Carlos Treminio, padre del periodista, es quien ha recibido las mayores amenazas.

En el barrio circulan fotos y videos de Juan Carlos entregando víveres a los muchachos de los tranques de Sébaco. “A mí me dijeron, ‘mejor andate antes de que te maten’”, dice Juan Carlos, quien tiene más de 20 días de no ver a su esposa y a sus dos hijos más pequeños que se quedaron con ella.

A otros vecinos de la familia Treminio, quienes se han solidarizado con los tranques, los han capturado los paramilitares, según Juan Carlos. “A varios les han quemado la casa y algunos los han torturado arrancándoles las uñas”.

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Juan Carlos este jueves había ido a la Embajada de Costa Rica para que le emitieran la visa. Planea irse este lunes al país del sur y buscar directamente un trabajo. “No voy a pedir refugio porque dicen que las filas están súper largas y no voy aguantar todo ese tiempo. No sé en qué trabajar allá, pero algo tengo que encontrar”, dice.

Por ahora solo Juan Carlos y sus dos pequeños hijos van a abandonar el país. “No tenemos dinero para irnos todos”, dice. “Yo ya viví en Costa Rica y sé que la vida no es fácil allá. Todo es caro. Lo único que hay en Costa Rica es paz y no hay peligro que a uno lo maten, como aquí”, afirma.

Juan Daniel también tiene planeado irse a Costa Rica. “Yo no me quiero ir porque siento que estoy dejando abandonada la lucha. Para Daniel Ortega es mejor que nos vayamos todos los nicaragüenses. Por un lado, son bajas de la oposición con las que no tendrá que lidiar, y por el otro somos personas que enviaremos remesas para inyectarle a la economía del país”.

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Según expertos, la mayoría de migrantes se han ido por veredas. LAPRENSA/Archivo

Refugiados

Las personas refugiadas son aquellas que se han visto forzadas a huir de su país porque su vida, libertad o seguridad están en peligro. Generalmente han sido víctimas de graves violaciones de sus derechos humanos, por situaciones de conflictos armados o violencia.

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De acuerdo con la Convención de 1951 sobre el Estatuto del Refugiado y la Ley nacional de Migración, una persona refugiada es quien debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, género, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad, ya que ahí no ha encontrado la protección requerida.

Una persona solicitante de la condición de refugiado —o solicitante de asilo— es aquella que pide a las autoridades del país donde llega ser reconocida como refugiada y se encuentra en espera de una respuesta mientras su caso es evaluado. Después de un debido proceso de análisis de su caso, el Gobierno determinará si esta persona necesita y merece ser reconocida como refugiada.

Durante el período en que se es solicitante de la condición de refugiado, la persona puede permanecer de manera regular en el país, en dependencia de su política en temas de migración.


En Suecia Yader Castillo espera obtener el asilo político porque teme por su vida en Nicaragua. LAPRENSA/Cortesía

“Tengo miedo que me maten”

Yader Castillo no quiere regresar a Nicaragua porque su vida podría estar en peligro. Castillo ya tiene más de un mes en el país europeo, donde actualmente está solicitando asilo. “Yo no me puedo regresar a Nicaragua porque me pueden matar. Ya me amenazaron a mí y a toda mi familia”, refiere.

Castillo es abogado, egresado de la Upoli. Estuvo varios años en el movimiento estudiantil UNEN, hasta que se graduó. “Yo sé todo lo que hacen los de UNEN en la Upoli y otras universidades”, dice.

Su cambio ocurrió el 19 de abril, cuando miró que la Policía y sus excompañeros de UNEN agredían a los universitarios que se estaban tomando las universidades. “Como yo tenía experiencia, les dije a los muchachos de la Upoli que me dejaran ayudarles para asesorarlos”, dice Castillo.

Les enseñó cómo contrarrestar el efecto de los gases lacrimógenos y resguardar los puntos por donde podrían atacar la universidad. “A mí me pareció injusto lo que estaban haciendo con ellos (estudiantes) y quise ayudarles. Después no sé qué le ocurrió al movimiento en la Upoli, pero al comienzo la gente llegó masivamente a apoyarlos”.

Desde antes que empezaran las protestas Castillo tenía planificado el viaje a Suecia. “La gente va a decir que yo salí huyendo pero no es así. Yo me hubiera quedado apoyando a los muchachos”, dice Castillo. “Pero después me empezaron a enviar mensajes, antiguos compañeros, y me dijeron que mejor me cuidara”, dice.

Castillo dice que siempre ha sido sandinista. Incluso hasta el 18 de abril había votado siempre por el comandante Daniel Ortega. “Pero con todo lo que pasó, todos los muertos, la represión a la gente, todos tuvimos que salir huyendo del país. Para salvarnos. A nosotros y nuestras familias. No podemos seguir apoyando a un gobierno asesino”.

En Suecia se ha encontrado a una comunidad de nicaragüenses que ha viajado a raíz de este contexto. Calcula que son como 200 nicas allá, que al igual que él, estarían solicitando asilo. “Yo espero que el gobierno de Suecia me pueda dar asilo político, refugio, porque mi vida y la de mi familia está corriendo peligro”, dice Castillo.

El mayor temor de Castillo es que lo puedan regresar a Nicaragua, donde sobre él cuelga un letrero de “traidor” que está seguro sus antiguos compañeros se lo cobrarían en cuanto llegara al país.


Kevin Salgado es el joven tenor que huyó a Costa Rica. LAPRENSA/Tomada de Youtube

El tenor que huyó

En redes sociales se ha vuelto viral el video de Kevin Salgado, un joven tenor nicaragüense que se fue a Costa Rica por temor a que lo mataran en esta ola de violencia. Salgado ahora canta en parques del vecino país para ganarse la vida. “Yo dejé de salir en marchas porque una vez nos agarraron a balazos desde la UNI hasta la UCA”, dijo a Noticias Repretel.

“Yo por eso desistí, porque me dio miedo… Los policías te grababan y te tomaban fotos para después de seguro hacerte algo”.

Kevin Salgado lo tenía todo en Nicaragua: familia, amigos, le faltaba un año para culminar su carrera de Diseño y era parte de un coro del Teatro Rubén Darío. En Costa Rica, en cambio, hace una semana apenas inició el proceso de solicitud de refugio. “Aquí no tengo a nadie”, dijo.


Juan Carlos Treminio tiene previsto irse a Costa Rica, luego de recibir amenazas de muerte. LAPRENSA/U.Molina

“Traidores”

Rodrigo tiene razones para no dar su nombre. Hace años perteneció a la Juventud Sandinista, en una agrupación que les llaman “de choque”. Es decir, era de los encargados de reprimir manifestantes, lanzar morteros, “entre otras cosas”, dice. Fue uno de los que participó en el ataque y robo a Ocupa Inns, aunque aclara que no golpeó a ningún anciano. “Lo que hice fue llevarme uno de los carros al lugar que me dijeron que los llevara, ¿cómo iba a golpear viejitos?”, pregunta indignado.

Para que le crea me dice que una muestra de su “sensibilidad” es lo que pasó el 18 de abril: cuando miró en la televisión cómo la Juventud Sandinista, sus propios compañeros a quienes reconocía, junto con los policías vapuleaban a las personas en Camino de Oriente, él supo que nunca volvería apoyarlos.

Fue por eso que no dudó en ponerse una camisa para taparse el rostro, coger un mortero y ayudar a sus vecinos del barrio donde nació para levantar adoquines y construir barricadas.

Una semana después empezaría su pesadilla. Fue una mañana mientras miraba un partido de la Copa Mundial, en su cuarto, cuando un grupo de paramilitares entró derribando la puerta de su casa. Fue directo a su cuarto y lo molieron a golpes. Ese día la Policía estaba realizando la “operación limpieza” en los barrios y él fue uno de los capturados y enviados a El Chipote.

Estuvo detenido por más de diez días en el centro histórico de torturas. Salió con infecciones en el hombro y la cabeza, producto de unas heridas que tenía de la golpiza que sufrió cuando lo arrestaron. “Pero no podía dormir porque en cuanto escuchaba que alguien abría la puerta de mi casa, me ponía nervioso, me ponía a llorar”.

Unos días después solicitó un préstamo para cruzar ilegal hacia Costa Rica. Le pagó a un “coyote” nicaragüense, quien le alquiló unas botas de hule en cien córdobas para atravesar las veredas entre el fango y la maleza.
Luego fue entregado a otro grupo de “coyotes” quienes prometieron trasladarlo hasta San José en vehículo. Iba con un grupo de veinte personas, pero todos fueron interceptados por la migra costarricense y regresados a la frontera de Nicaragua.

Rodrigo esperó a la madrugada para volver a cruzar y hacer el mismo recorrido. Esta vez sí logró llegar a salvo a la casa de su hermano en San José. “Yo sé que esto es temporal, porque yo quiero estar en mi país. Pero sé que tampoco puedo volver a Nicaragua ahorita. Mi familia también está corriendo peligro”.

Aunque Rodrigo ahora se encuentre “a salvo” en Costa Rica, casi todas las noches tiene pesadillas con la Policía y sus excompañeros de la Juventud Sandinista. Siente que entran, nuevamente, forcejeando las manecillas de su cuarto y lo matan sin titubear.

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